Debate de la nación
Realidad o ficción
Columna de opinión de Gonzalo Miró
Siete años después, ayer volvió el debate de la nación, mientras España se convierte en un horno tras la tregua de las dos últimas semanas. Mas allá de los que están muy metidos en actualidad política y de la prensa, que evidentemente se frota las manos en efemérides de este tipo, es difícil pensar que al grueso de la población le preocupe demasiado lo que se reprochan estos días en el hemiciclo. De hecho, es tremendamente difícil saber que le preocupa a la gente.
Una prioridad debería ser la salud, pero es evidente que la dejadez de la derecha con los servicios sanitarios públicos, con la intención de que el personal se gaste la pasta contratando un seguro privado, no pasa demasiada factura. La gestión de las residencias durante la pandemia por parte de la Comunidad de Madrid, dejando fallecer a miles de ancianos sin atención médica, se compenso abriendo los bares y alegrando el ambiente, dejando claras cuales eran las preferencias de cada uno.
En materia de educación, tres cuartos de lo mismo. Para defender las becas a los ricos, el consejero de Ayuso en la materia, aquel que no veía pobres por ningún lado, asegura que la renta media de una pareja en Madrid es de 140 mil euros sin ponerse colorado. Ni siquiera se le escapa una carcajada, pero en cuanto se encierra con los suyos sin cámaras delante, las risas deben ser atronadoras.
Mientras esta gente se ríe en nuestra cara, las eléctricas y las petroleras nos chupan la sangre a la vez que se llenan los bolsillos, pero como al gobierno se le ocurra intentar pararles los pies, enseguida nos volverán a hablar de comunismo, Venezuela y compañía. Es agotador. El mensaje esta tan manipulado, tan contaminado, es tan falso, tan aterrador, que el votante termina por agradecer poder llegar a fin de mes y que empiece la liga cuanto antes para olvidar el drama durante 90 minutos.
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