Hallazgos
La curiosa historia del libro de difuntos del siglo XVII que regresa a Cobeña
Un coleccionista alemán devuelve al municipio un manuscrito de 1681 que halló en Moldavia desaparecido hace veinte años
Han tenido que pasar más de veinte años para que la parroquia de San Cipriano de Cobeña, en la Diócesis de Alcalá de Henares, recupere una de sus piezas más valiosas: el libro de difuntos de 1681, desaparecido sin rastro a principios de los años 2000. Este manuscrito del siglo XVII, en el que se registraban los nombres de las personas enterradas en el templo y se recogían testamentos de los feligreses, ha regresado de manera inesperada gracias a la tenacidad de un coleccionista alemán. Anthony (o Tony, como se presentó) viajó el pasado verano desde Alemania hasta Cobeña con el propósito de entregar personalmente el volumen a la parroquia.
«Me llamó un señor con acento alemán que dijo haberse topado con un libro de la parroquia en un mercado de Moldavia. Cogió un avión directamente y se presentó sin avisar, con el libro de 1681 en la mano», recuerda el párroco Juan Antonio Martínez, aún sorprendido por la historia.
El gesto de Tony, movido por la curiosidad y el respeto hacia el patrimonio, ha permitido recuperar un documento de casi 350 años de antigüedad que, según el sacerdote, «no solo tiene valor religioso, sino también histórico y social». En aquellas páginas, además de los registros de fallecimientos, se conservan testamentos realizados ante el párroco, en los que los vecinos detallaban sus bienes, propiedades y herencias. «Es una fuente extraordinaria para conocer la vida cotidiana, las relaciones familiares y la economía local de aquel tiempo. Nos da noticia de la riqueza y las propiedades que había en la zona y puede ser un instrumento fundamental para los historiadores del Corredor del Henares», explica Martínez, quien adelanta que el manuscrito será digitalizado para facilitar su consulta e investigación.
En las primeras páginas del libro, además, figura un dibujo a mano de la planta del templo de Cobeña, con el trazado de sus tres naves, columnas y el espacio destinado a los enterramientos, junto con las tarifas en ducados que se pagaban entonces. Todo un testimonio material de la vida parroquial de finales del siglo XVII que, tras décadas de ausencia, regresa a su lugar de origen.