Policía Nacional
La estafa de 80.000 euros a más de 30 personas mayores con camas articuladas se salda con 9 imputados: "Tenían sus datos y su confianza"
El extrabajador de una empresa de productos de bienestar se quedó con la cartera de clientes para timarles en sus domicilios cobrando hasta 5.000 euros por una revisión
Tras comprar camas articuladas en una tienda de productos de bienestar de Madrid, más de 30 personas mayores abrieron las puertas de su casa y fueron engañadas por un grupo de nueve presuntos timadores del que formaba parte un extrabajador que, al ser despedido, se quedó con las direcciones de los clientes. El antiguo empleado, principal responsable de la trama, “había trabajado en esa tienda y conocía a esas personas”, cuenta a LA RAZÓN Paloma Heredia, inspectora jefa de la Policía Judicial de Moncloa-Aravaca. Heredia explica que “cuando le despiden se lleva la cartera de clientes y ya la trama es muy sencilla”: “Se presentan en el domicilio de las víctimas como una empresa paralela a la otra que hace revisiones de las camas. Les daban datos de la empresa dónde había comprado y lo que tenía. Eso generaba en la víctima una confianza como para permitirles entrar a su casa para realizar esa revisión a los productos que, en muchos casos, no llevaban ni tres meses en los hogares de los ancianos estafados”. Los nueve imputados presuntamente estafaron a más de 30 ancianos una cantidad total superior a los 80.000 euros.
La Policía Nacional detuvo a 8 presuntos implicados en esta trama el pasado 12 de abril en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid, arrestos hechos públicos hoy 28 de abril, que se encuentran en libertad con cargos de estafa, falsedad documental y pertenencia a organización criminal. Una persona más, el escalafón más bajó de este grupo de estafadores de ancianos, no fue detenido pero también está imputado por estos tres delitos. Después de ganarse su confianza, los estafadores entraban en los domicilios de los ancianos. “Hacían la revisión ficticia o innecesaria, les vendían productos de adaptación, productos que quitan los dolores… a unos precios desmesurados. Al cobrarles con la tarjeta, les decían un importe pero cobraban otro muy superior”, explica la inspectora jefa de la Policía Judicial de Moncloa-Aravaca.
“A una de las víctimas le hicieron dos cargos: uno de 2.300 euros y otro de 2.900 euros. Otras han sido importes más bajo de 1.000/1.300 euros. Les vendían productos como toppers (fundas para el colchón) que en el mercado puede alcanzar los 300/400 euros a un precio muy superior haciéndoles creer que era necesario”, detalla Heredia. La acción de los nueve presuntos estafadores se basaba en lograr que sus longevas víctimas no desconfiasen de su honradez en ningún momento. “Aportaban facturas de la empresa ficticia que no están en el Registro Mercantil”, subraya la inspectora Heredia. En su modus operandi era clave el reparto de tareas. “Había dos directivos que conocían a qué personas había que ir. Los comerciales eran los que iban a las casas. Había una oficina donde los estafados recibían un falso servicio de teleoperador cuando llamaban a esta compañía falsa”.
La investigación se inició en enero de este año cuando una de las víctimas denunció que un individuo se había presentado en su domicilio con la intención de efectuar la revisión de la cama articulada que permite inclinar el respaldo y la zona de las piernas. Esta señora fue engañada y pensaba que el hombre trabajaba en la empresa en la que había comprado el lecho. Tras una supuesta revisión, le pagó con su tarjeta de crédito 300 euros, al menos eso creía. Días después, la anciana observó que en su cuenta bancaria figuraba un cargo de 4.800 euros.
Ante este tipo de estafas, la inspectora Heredia recomienda “desconfiar de todas las personas que se presentan en casa”: “Normalmente esto no funciona así. Las empresas comunican que se va a presentar en casa un revisor. No abrir la puerta a nadie, llamar a la empresa y comunicar esta visita”. Aunque se compruebe que los trabajadores son realmente de la empresa y les dejen entrar en casa, Heredia aconseja “no pagar por servicios ya que normalmente están todos domiciliados en los bancos”: “Que quieran cobrarnos en el momento con el datáfono o en efectivo debe hacernos sospechar. Es recomendable decirle al trabajador: ‘me lo pasa usted por el banco’”.
El cuidador de una mujer de 81 años le robó 30.000 euros llevándola a sacar dinero cuando la visitaba en su residencia de Carabanchel
Una señora de 81 años que vive en la Residencia de Mayores de Carabanchel es la víctima de otra estafa cometida por "el que supuestamente era su único cuidador después de que su hermano falleciera hace dos años", relata a LA RAZÓN Gabriel, inspector jefe de 62 años de la Policía Nacional y responsable de la Policía Judicial en la comisaria de Carabanchel. El presunto estafador, un taxista de confianza del hermano fallecido, ingresó a la anciana en esta residencia a principios de marzo aclarando que no quería hacerse cargo de ningún impago que pudiera haber en los recibos. El taxista de 40 años y nacionalidad española "acudía a la residencia para sacar a la víctima, llevarla a una oficina bancaria y realizar retiros de cantidades importantes de dinero en efectivo". Después, "volvía a llevarla a la residencia con una cantidad muy inferior a la que había sacado y se quedaba con la mayoría del dinero", detalla el responsable de la Policía Judicial en Carabanchel. El presunto timador fue detenido el pasado 13 de abril, arresto hecho público hoy 28 de abril por la Policía Nacional, acusado de un delito de estafa.
"Este caso es llamativo por las circunstancias de la víctima. Es una anciana sin familia. La mujer tenía un deterioro cognitivo importante y trabas físicas como un grado de incidencia bastante acentuado, no era consciente del dinero que había sacado.", cuenta el inspector jefe tras 39 años en el Cuerpo Nacional de Policía. "Del 15 de marzo al 4 de abril había ido en tres ocasiones este hombre a recogerla, constatamos a través de imágenes de la oficina bancaria que se presenta con ella, la lleva a la ventanilla y realizaba retiradas de efectivo de 1.100 euros", detalla Gabriel. Los trabajadores de la residencia se dieron cuenta de que las cantidades de dinero que la anciana les dejaba para que se lo guardasen no coincidía con las retiradas de efectivo realizadas por la señora de 81 años.
A raíz de las investigaciones policiales, los agentes constataron que el supuesto cuidador en realidad se estaba aprovechando de su situación de vulnerabilidad y su grado de invidencia llegando a apropiarse de unos 30.000 euros. "La residencia actuó bien al percatarse de la gran diferencia entre el dinero que retiraba la señora del banco y lo que le daba a ellos para guardárselo", asegura Gabriel. "La anciana corría el riesgo de no poder pagar la residencia en la que vivía por culpa de esta estafa cometida por una persona que era de la confianza de su hermano". El inspector jefe de la Policía Nacional subraya que "no son casos habituales pero hay gente sin escrúpulos que se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas mayores": "Si no tiene familiares se agudizan estos casos".
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