Paseo por Madrid
La historia de amor de Esther y Javier
Se casaron en la UCI del Gregorio Marañón
Uno que estuvo malito de pequeño siempre tuvo miedo a las agujas. Ahora, de mayor, lo he perdido (gracias a la doctora Cidón) y siento cada vez más estima por todos los profesionales del ramo. Pasé una tarde en urgencias de La Paz después de desplomarme en el Bernabéu y ser recogido del suelo por la Cruz Roja, cuyos sanitarios llegaron en tiempo récord y me llevaron a La Paz volando. La doctora que me atendió me preguntó si había sufrido durante el partido y le contesté que uno solo sufre (mucho) con el Zaragoza y el Estudiantes. Me trataron como a un rey, al igual que al resto de compañeros/as de la sala. Las veces que he acudido a alguno de los hospitales HM, demasiadas, he estado como en casa y todos me han atendido magníficamente en lo sanitario y, me atrevo a decir, que con cariño. Ese suplemento lo regalan en la pública y en la privada. No hay distinción.
Los sanitarios debían cobrar un plus por cómo nos cuidan. Con el COVID todos vimos la entrega de los profesionales, muy por encima de sus sueldos. Siempre hay ovejas negras, pero son muy pocas. Reconozco que me ha emocionado la historia que ha contado esta semana Rodrigo Carrasco en estas páginas. Esther y Javier se han casado en la UCI del Marañón después de 14 años de noviazgo. Cuando Javier preguntó si podían celebrar allí la ceremonia, todos en la UCI se movilizaron para unir a dos buenas personas y seguro que fue la boda más bonita del mundo. Dos personas que se querían unidos por médicos, enfermeras y auxiliares y, sobre todo, por amor. Enhorabuena a los novios y a todos los padrinos del Marañón. Gracias a todos.