Madrid
La izquierda utiliza las protestas en Madrid para justificar el muro social de Sánchez
Las manifestaciones pasan a inflamar el relato de la división social. Se prevé una escalada propagandística en Madrid
La sobreactuación del Gobierno en funciones convirtiendo cada protesta por la amnistía en una caricatura ultraderechista tuvo su paréntesis el jueves. Pedro Sánchez fue coronado presidente y todo hace pensar que el nuevo Ejecutivo Frankenstein continuará con la escalada propagandística desplegada esta semana desde Madrid, según sus palabras y las de algunos de sus socios. Sánchez quiso meter la amnistía en un cajón y para ello inflamó el relato de la división social asimilando a los opositores a sus concesiones con un meme fascista.
La capital ha sido esta semana escenario de la estrategia de la división. El socialista ha azuzado el miedo a la derecha, alimentándolo gracias a la deleznable actuación de grupos violentos que no estuvieron presentes en las multitudinarias manifestaciones convocadas por el PP. La unión de las siglas, («la derecha y la ultraderecha»; «la derecha extrema y la extrema derecha») que Sánchez estimuló en la pasada legislatura, ha culminado esta semana con la creación del «muro» entre españoles. Cualquiera que rechace su forma de ejercer el poder es un ultraderechista al otro lado de la pared que él mismo ha decidido construir. Separar a la España «progresista» de la «retrógrada» es el objetivo y Madrid, donde el PP arrasó en las autonómicas y municipales, el banco de pruebas.
El alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, dijo que «el único muro legítimo que se puede levantar en democracia es aquel que pretende defender la democracia» y condenó tajantemente los incidentes violentos en la sede socialista de la capital. Pero «no es al Partido Popular a quien tienen que pedir cuentas ya que ni promueve ni convoca la concentración».
Un pleno extraordinario convocado por los populares rechazó esta la amnistía con las críticas de fondo de la izquierda, especialmente de la portavoz de Mas Madrid, Rita Maestre, quien tirando de argumentario, insistió en el mensaje de «las derechas» que «llevan bastantes años en este bucle dramático en el que el mundo está a punto de terminar en cualquier momento».
El PSOE utilizó los altercados provocados por despreciables grupos en su sede de Ferraz para mostrar a Madrid como el territorio de Ayuso que se opone a la amnistía y, por tanto, a la «unidad» y la «convivencia». El portavoz en el Congreso, Patxi López, arremetió duramente contra el PP por «alimentar» a ultras que «asaltan sedes socialistas». Lo dijo durante su turno de palabra en el debate de investidura, otra vuelta de tuerca para alejar la amnistía de la realidad, según interpretaron en la bancada popular, donde recordaron que, también en Madrid, los ciudadanos abarrotaron la puerta del Sol y sus calles adyacentes en una concentración pacífica convocada por el PP. Los de Feijoo exhibieron su mayoría absoluta y llenaron las calles de ciudadanos contrarios a las políticas de Sánchez con los independentistas. La presidenta de la Comunidad desveló las intenciones de éste tras hacerse con el poder gracias a los votos, también, de Junts y PNV, una derecha que no molesta al líder socialista.
La popular fue protagonista del discurso institucional del candidato a dirigir el Gobierno de España. Ayuso ocupó más espacio que la amnistía, que Sánchez señaló de soslayo pasada una hora. Pareciera que hablaba para los españoles de un lado del muro cuando saltó de nuevo a Ayuso. El candidato cambió el Apocalipsis que sobrevendría sin él por el hermano de la presidenta. No ofreció explicación alguna sobre por qué cambió de opinión acerca de la amnistía, pero sí recordó en su alocución un episodio, el de las mascarillas, archivado por la Justicia. En el discurso, la amnistía era un instrumento y Ayuso pasaba por allí. «Las circunstancias son las que son» y «toca hacer de la necesidad virtud», que remarcó en presidente en funciones en ese momento.
La dirigente popular ironizó en la Asamblea de Madrid sobre su respuesta a Sánchez en la sesión de investidura. «Sí, lo dije. Me gusta la fruta», respondió en la Cámara madrileña en alusión a sus palabras en la tribuna de invitados del Congreso. Acusó al socialista de «difamar», a ella y a su familia con «todo su abuso de poder» y advirtió cuál será su actitud ante la misión que se atribuyó: levantar un muro invisible entre españoles. «En un lado del muro estamos todos los fascistas, jueces, fiscales, funcionarios, expolíticos del PSOE. Y en el otro del muro estaban los otros fascistas. Es decir, ustedes, hasta junio, cuando sabían que la amnistía era un atropello contra el Estado de derecho», lanzó la jefa del PP madrileño. La líder de Más Madrid, Mónica García, le respondió con la seguridad de quien se sabe ministra en el próximo Gobierno de coalición. «Hoy nace un Gobierno valiente, sin miedo. No nos van a quebrantar. Hágale un favor a España y échese a un lado». La portavoz del partido de Errejón podría dejar la Asamblea de Madrid para formar parte del Ejecutivo. Su nombre se baraja desde hace tiempo como futura ministra de Sanidad y esta semana ha aprovechado para alabar «muchas partes» del discurso de Pedro Sánchez y erigirse en «entusiasta de la sanidad pública». Teniendo en cuenta que las competencias de Sanidad están transferidas a las comunidades autónomas, el entusiasmo de García y su experiencia en encabezar manifestaciones quizá le sea útil al presidente del Gobierno para no prometer medidas que no le competen, también.
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