Patrimonio

Palacio de Buenavista: de hogar de la Duquesa de Alba a Cuartel General del Ejército

Levantado en 1777 en la plaza de Cibeles, es el actual Cuartel General del Ejército

Palacio de Buenavista
Palacio de BuenavistaComunidad de Madrid

Quién no ha pasado por Cibeles y ha disfrutado de la belleza de los cuatro edificios que rodean la plaza: el Palacio de Comunicaciones, actual Ayuntamiento de Madrid, el Banco de España, el Palacio de Linares y... ¿qué hay exactamente en la otra esquina? Pues, camuflado tras los frondosos árboles que lo rodean, se encuentra el palacio de Buenavista, Cuartel General del Ejército.

Las primeras edificaciones arrancan en el siglo XVI, cuando el arzobispo de Toledo, Gaspar de Quiroga, regaló la propiedad a Felipe II una vez que el Rey decidió en 1561 fijar la capital de su vasto imperio en Madrid. Más tarde, Felipe III lo recibió en herencia de su padre, pasando desde entonces por distintos propietarios hasta que llegó a manos de Isabel de Farnesio, madre de Carlos III, que llegó a utilizarlo como residencia al trasladarse a Madrid en 1759.

Sin embargo, este originario edificio estaba condenado a desaparecer. El duodécimo duque de Alba, que compró en 1769 esta finca situada en el lugar conocido como Altillo de Buenavista, encargó en 1770 a Ventura Rodríguez un proyecto de embellecimiento de los jardines en estilo clásico francés que no llegó a ejecutarse.

Finalmente, el edificio existente se derribó y en 1777 se levantó otro mucho más suntuoso y acorde con la casa de Alba, encargado por la decimotercera duquesa a Juan Pedro Arnal, que diseño un palacio que sintetizaba esquemas italianos (planta rectangular en torno a un patio) y franceses (fachada abierta a un cour d’honneur en U), de modo que abría su alzado urbano hacia el norte, en aquel en

El cuerpo principal del edificio estaba formado por un gran rectángulo en cuyo centro se ubicaban dos patios, separados por un núcleo central de escaleras, que no llegó a construirse.

Llama la atención la sobriedad de las fachadas que, sin embargo, no renuncia a la monumentalidad que mezcla el barroco y el neoclasicismo de la época. Para ello utiliza un basamento almohadillado y vanos con sencillos guardapolvos, esquema que solo se rompe en la parte central con un bloque con pilastras corintias y un remate con frontón triangular.

La construcción fue accidentada, tanto que el edificio sufrió dos incendios, en 1795 y 1796, que afectaron a su estructura y obligaron a llevar a cabo numerosas transformaciones, entre ellos la supresión del núcleo central de escaleras. El proyecto original fue variando y se fue complementando con nuevos edificios hasta completar el complejo que vemos hoy.

En 1807 el Ayuntamiento de Madrid lo adquirió a los herederos de la casa de Alba para ofrecérselo a Godoy, que no llegó a habitarlo. Ya en época de Fernando VII, se pensó dedicar a pinacoteca, pero finalmente el Rey optó por cederlo al Ejército, que lo convirtió en Museo de Artillería y de Ingenieros.

En 1847 pasó a ser Ministerio de la Guerra, periodo en el cual se fue modificando el palacio y añadiendo nuevos edificios como los que dan a las calles de Prim y Barquillo, obra de José María Aparici. Después, entre 1977 y 1981, fue Ministerio de Defensa, para, después, convertirse en Cuartel General del Ejército de Tierra.

La ampliación del ático, que altera la proporción del edificio según explica el propio Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), es posterior a la Guerra Civil, mientras que el grupo escultórico de la fachada es obra de Aniceto Marinas, autor de obras tan populares como la estatua de Velázquez frente al Museo del Prado.

Testigo de buena parte de la historia de España, ocuparon sus habitaciones personajes como la XIII Duquesa de Alba, el general Espartero, el general Prim (que moriría en su interior tras sufrir un atentado), . Miguel Primo de Rivera o Manuel Azaña, que también fue ministro de la Guerra antes de convertirse en presidente de la II República.

Llama también la atención su interior, con un conjunto de estancias decoradas con hermosos tapices y alfombras procedentes de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, importantes obras pictóricas... Es el caso del Salón Teniers, el Goya o el de Embajadores, siendo este último la estancia más representativa del edificio, con dos esculturas ecuestres, una de Alfonso XIII realizada hacia 1905 por Mariano Benlliure, y otra de Alfonso XII atribuida a Justo de Gandarias Planzón.