Fuera de plano

Sánchez convierte a Madrid en su decorado favorito para asaltar Instagram

Que el presidente no cae bien, mucho menos en Madrid, no lo evita ni Tezanos. Y la factoría de Moncloa y de Ferraz le van creando un «book» y se recurre a extras del PSOE para evitar un «que te vote Txapote»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), ha mantenido hoy lunes un encuentro con dos jóvenes perceptores del salario mínimo interprofesional (SMI) en Parla.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), ha mantenido hoy lunes un encuentro con dos jóvenes perceptores del salario mínimo interprofesional (SMI) en Parla. Pool Moncloa/Fernando.CalvoAgencia EFE

Al cine, acompañado de un fotógrafo. Así es como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió a ver «As Bestas», en los Renoir, en la semana de los Goya. Un, dos tres, se rueda…Mandíbula relajada, sonrisa forzada a la puerta de la sala, y una entrada lista para la foto en solitario. Días después, el jefe del Ejecutivo se trasladó a Parla para tomar un café en casa de Mari Carmen y Óscar, dos jóvenes que cobran el salario mínimo interprofesional. Horas después aprobaba la subida a 1.080 euros. Gesto circunspecto, forzando la atención a la conversación delante de unos manolitos. Los jóvenes que actuaron de extra en el rodaje le debieron de acoger con entusiasmo a tenor de su afiliación socialista. Nada se sabe de los detalles de la conversación porque lo importante era la foto para Instagram. Antes, eligió Coslada para hacerse otra instantánea jugando a la petanca con unos jubilados también del PSOE, e incluso paseó en bicicleta a solas por el decorado en el que ha convertido a Madrid para su campaña personal de humanización.

Las fotos de Sánchez son tan ridículas como sus comentarios en la red social. De tan manidos, resultan grotescos. Los asesores de políticos deberían prohibirles pronunciar al menos dos frases: «Hoy celebramos la fiesta de la democracia», en las jornadas electorales y «es un placer perderse en una librería», como expresó el socialista al retratarse en una con Salvador Illa. Parafraseando algunas «greguerías» en la red, Sánchez tiene menos calle que un caniche de apartamento, sin ánimo de ofender al perro, que igual con la Ley de Bienestar Animal te cae la del pulpo, con perdón del pulpo también. El presidente tiene complicado pisar la calle sin recibir abucheos. Por eso, la factoría de Moncloa y del PSOE le van creando un «book» con el que asaltar Instagram. Un like, un voto, deben pensar en Moncloa, después de constatar la pésima imagen que tiene en las encuestas.

Que Pedro Sánchez no cae bien, mucho menos en Madrid, no lo puede evitar ni Tezanos. Para blanquear su imagen, los productores socialistas han decidido seleccionar municipios socialistas, extras socialistas y espacios socialistas acotados para evitar un posible «Que te vote Txapote». El simulacro es tan inverosímil como las promesas del presidente, que es capaz de matar al actor secundario en el guion si le obstaculiza su permanencia al frente del Gobierno Frankenstein. Recordemos: «Si quiere se lo digo cinco veces o veinte, con Bildu no vamos a pactar»; «No dormiría por las noches si compartiera Gobierno con Podemos»; «Clarísimamente ha habido un delito de rebelión y sedición y en consecuencia deberían de ser extraditados los responsables políticos» o el comité de expertos que nunca existió durante la pandemia, entre muchas otras.

La producción que empezó con aquella foto en el Falcon mirando por la ventanilla con gafas de Top Gun, se ha multiplicado a las puertas de las elecciones autonómicas y municipales. Está constatado que Sánchez viaja en Falcon, pero a Parla llegó a pie. Si Zapatero y Rajoy salpicaban de aparentes fotos robadas sus mañanas corriendo o caminando por los jardines de Moncloa, no acostumbra Sánchez a deleitarnos haciendo deporte matutino, salvo en algún viaje internacional y ahora en el croma madrileño, donde también le hemos visto pedaleando. En esta precampaña, al presidente le ha sobrevenido tal furor por hacer cosas «normales» que va a terminar haciéndose un selfie sacando la basura.

Esta semana, el PSOE ha aprovechado las movilizaciones sanitarias para desviar la atención sobre el kilombo de su ley del «Solo sí es sí». Pese a que las protestas han salpicado a otras comunidades autónomas, la presidenta de Madrid ha sido una vez más el foco de las iras de la izquierda, desesperada ante los pobres resultados que le otorgan las encuestas. Los candidatos de Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos acudieron a la manifestación juntos, a sabiendas de que de manera individual no podrían capitalizar el descontento, considerado el punto débil del Gobierno madrileño. Necesita Ayuso una mayoría, al menos como Juanma Moreno Bonilla en Andalucía para evitar a la izquierda y reposicionar su liderazgo dentro de su formación y la oposición ha decidido torpedear su objetivo encabezando la marea blanca.

A tres meses para el 28-M, el afán de la presidenta es gobernar en solitario y el de la izquierda, evitarlo a toda costa con movilizaciones y declaraciones tan desafortunadas como las pronunciadas por el candidato de Podemos a Cibeles, Roberto Sotomayor, que llamó «terrorista sanitaria» a Ayuso mientras proponía un plan de salud mental para los madrileños.

En plena escalada del conflicto, la tensión se trasladó al Pleno de la Asamblea de Madrid donde los decibelios subieron al calor de las críticas a Ayuso por prohibir la recogida de firmas y pega de carteles en favor de la protesta. La presidenta criticó con dureza la utilización de los centros de salud como cuartel general de los movilizadores y elevó el tono contra los sanitarios. Pese a la ofensiva de los grupos de la oposición, ella mantuvo su discurso sobre la politización de las protestas. Continuará…