Compostaje Comunitario
La UAM pionera en la reducción de residuos orgánicos
Un proyecto piloto de gestión de residuos domésticos del Campus de Cantoblanco ha sido seleccionado y será financiado por la UE
La Comunidad de Madrid apuesta por la transformación del modelo de reciclaje lineal actual por uno circular, en el que los residuos se reduzcan, se reutilicen y tengan una segunda vida útil. En el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea la región ha recibido 66 millones de euros a diferentes entidades públicas y privadas cuyos proyectos han sido seleccionados y que buscan implementar la normativa de residuos. Entre las iniciativas seleccionadas está el Compostaje Comunitario propuesto por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que se despliega este mes de abril. Un proyecto piloto que forma parte del sistema de gestión de residuos domésticos de la UAM y que desde ahora incorporará de forma gradual el tratamiento «in situ» del residuo orgánico basado en el compostaje. Un proceso mediante el cual los biorresiduos son sometidos a una descomposición biológica controlada y que da como resultado, un preparado orgánico que puede sustituir, total o parcialmente, abonos y fertilizantes orgánicos o químicos (compost).
El programa de la UAM está basado en el aprovechamiento de residuos orgánicos producidos en las cafeterías, tanto de origen animal como vegetal, como los derivados de actividades de jardinería (poda, hojas, restos de desbroce, etc.). Recientemente se ha completado la instalación de un nodo de compostaje con ocho compostadoras en el Campus de Cantoblanco, que permitirán el tratamiento de 8 m3 de biorresiduo ubicado en el Espacio Agroecológico UAM. En esta fase piloto se iniciará la recogida selectiva de residuo orgánico en las cafeterías de la Escuela Politécnica Superior, Psicología, Biología y Rectorado, ampliándose en los próximos días también a los espacios de comedor existentes en estos centros. Para ello se ha desarrollado una formación al personal de las cafeterías y de los servicios de limpieza de la UAM, de cara a asegurar una correcta separación, reduciendo los impropios, para que el proceso de tratamiento de residuo orgánico mediante compostaje in situ sea más exitoso.
Será a la vuelta de Semana Santa cuando se inicie la recogida de biorresiduo que alimentará las compostadoras y con ella, la formación teórico-práctica en compostaje comunitario, una formación especializada a cargo de profesorado experto tanto de la UAM como de entidades externas. Gracias a esta actividad, 25 personas recibirán la formación de maestría en proyectos de compostaje, haciendo prácticas en la propia instalación de compostaje de la universidad. Además, se está ultimando el diseño de una campaña de sensibilización a toda la comunidad universitaria, para poder implicarles en la separación efectiva de residuos. Tal y como aseguran sus responsables, el objetivo del Compostaje Comunitario es poner en marcha prácticas sostenibles que generen impactos reales y tangibles sobre el territorio inmediato -el campus- y las personas que lo habitan a diario. Se trata de un compromiso para mejorar la calidad de los espacios de esta entidad de enseñanza, minimizando los costes económicos y ecológicos a largo plazo derivados de la actividad universitaria.
Este nuevo proyecto busca también servir como ejemplo para la movilización de la sociedad en su conjunto y en concreto, a otros centros e instituciones para emprender prácticas justas y sostenibles que caminen hacia la transición ecosocial. Así como contribuir a que las personas integrantes de la comunidad se impliquen en todo el proceso. Y lo hacen participando activamente en el tratamiento de los biorresiduos que generan para convertirlos en compost. Tiene además beneficios ecológicos, ya que de la recuperación de los nutrientes orgánicos de los biorresiduos resulta una oportunidad para reducir el impacto de la agricultura y la alimentación y mejorar las condiciones ecológicas del territorio. El compost mejora también la estructura del suelo, aumentando su capacidad de retención de agua y la circulación de aire, lo que reduce los cambios bruscos de temperatura y los procesos de erosión, favoreciendo la presencia y permanencia de la biodiversidad. Y efectos positivos en el ámbito social, ya que permite generar dinámicas comunitarias de concienciación y transferencia de conocimiento sobre cuestiones tangibles y evidentes, que nos acercan a la realidad del impacto que generan nuestros residuos y de alternativas que permiten minimizarlos.
El 78% de los madrileños beneficiados
La basura orgánica que generamos es aprovechable y su reciclado tiene beneficios económicos y ecológicos. Sin embargo, el tratamiento de biorresiduos no es sencillo, sobre todo en las grandes ciudades. Es por esto, que la región busca la transformación al modelo de reciclaje circular que se verá posible gracias a una importante inversión. Según los datos estimativos de la Dirección General de Economía Circular de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid los 66 millones de euros de subvención generarán una inversión total 153 millones de euros en la región y proporcionará un beneficio directo a 5.296.737 personas, lo que representa al 78% de los madrileños.
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