Sin hogar

Vivir en la calle: «Mi madre me echó de casa con 50 años y sin trabajo»

Las personas sin hogar compartieron su dura realidad durante la concentración de ayer en su apoyo

Coronavirus.- Arrels cifra en 1.239 los 'sin techo' que no se pueden confinar en Barcelona
Una persona sin hogar durmiendo en la calle, cerca de la Estación de Sants de Barcelona, durante la noche del recuento de personas sin techo organizada por la Fundació Arrels el pasado 14 de mayo del 2020, durante la epidemia del coronavirus.FUNDACIÓ ARREL14/05/2020larazonFUNDACIÓ ARREL

Ayer, el centro de Madrid se llenaba durante la concentración en apoyo a las personas sin hogar. Múltiples asociaciones se unieron en esta iniciativa para dar voz a quienes son menos escuchados. Cada historia es una vida humana, la de una crisis económica o una tragedia familiar. Una realidad de la que nadie está tan alejado como podría parecer.

Así lo cuenta Elvira, madre de 51 años a quien el divorcio la separó de su hija y de su casa: «Después de la pandemia sufrí una crisis psicológica que me condujo a divorciarme de mi marido. Tras un intento de suicidio, decidimos que mi hija se fuera a vivir con él, mientras yo me fui de alquiler a un piso en Collado Villalba». Allí se produjo el punto de inflexión para que todo se torciera: «Me rompí un pie y me tuvieron que operar hasta dos veces porque no soldó bien. No pude buscar trabajo y los ahorros se agotaron pronto». Fue entonces cuando volvió a convivir con su madre. Elvira afirma que los problemas con el alcohol de su madre hacían insoportable la convivencia, hasta que su madre la echó de casa.

Desde entonces sobrevive sin techo, solo gracias a la misericordia de organizaciones como Cáritas (Hogar Santa Rita) y varios comedores sociales. Desde estas organizaciones recuerdan que la labor de los albergues, «realmente activos solo durante la operación contra el frío», no resulta suficiente para paliar el problema. Precisamente, estos voluntarios afirman que estos meses de frío son en los que más crece el volumen de personas sin hogar.

Para ellas, la solución debería estar en el acceso a alquileres sociales asequibles y la reinserción en el mercado laboral. «Tengo años de experiencia como administrativa en el Ayuntamiento de Majadahonda o en la Universidad Alfonso X El Sabio, pero siento que cuando ven mi edad en el currículum dejan de leer. Sin embargo, yo aún me siento joven y con esperanzas de reconducir mi situación», comparte Elvira. Desde Hogar Santa Rita son muy conscientes de este obstáculo y colaboran con organizaciones para facilitar cursos y formaciones, con el objetivo de conseguir un trabajo y recuperar la estabilidad. También, como asegura Elvira, les ayudan a encontrar habitaciones que se puedan permitir con el subsidio de desempleo o ayudas públicas. Todos los participantes de esta concentración coinciden en la importancia de dar voz a esta realidad «invisible» que parece haber incomodado siempre a la clase política.

Estas organizaciones también luchan contra el estigma de que todas las víctimas de esta situación caen en la drogodependencia: «Obviamente, la calle aumenta las posibilidades de caer en malos hábitos como evasión contra la hostil realidad, pero es un estigma que estas adicciones sean la causa de sus circunstancias».

En una de las pancartas de la concentración de ayer se podía leer «La calle mata». Elvira suscribe que desde que vive en la calle ha experimentado un drástico detrimento tanto de su salud física como mental.

Hogar Santa Rita presta servicio en Collado Villalba para 60 plazas, para que puedan desayunar, lavar su ropa o cubrir su higiene personal. Desde esta entidad, aseguran que la caída del empleo por la pandemia fue un factor de terminante para que aumentaran los casos de familias sin hogar.