Vivienda

"Yo a vuestra edad ya tenía casa": la cruda realidad de los jóvenes que frustra la independencia en Madrid

Muchos sienten estar corriendo una carrera de obstáculos continua

La cruda realidad de los jóvenes que frustra la independencia en Madrid
Una joven saliendo de su viviendaiStock

A finales de los veintitantos, muchos jóvenes sienten que están corriendo una carrera de obstáculos continua. En conversaciones cotidianas se repiten las comparaciones: amigos o familiares mayores que, a esa edad, ya tenían una vivienda propia, hijos o estabilidad económica. Pero para buena parte de las nuevas generaciones, esas etapas parecen cada vez más lejos.

Vivir en Madrid se ha vuelto una tarea complicada para quienes no han heredado o recibido apoyo económico. Entre los factores están los alquileres elevados, los precios de las viviendas en propiedad que siguen subiendo, y unos ingresos que no siempre bastan para cubrir los gastos básicos, mucho menos para ahorrar lo suficiente para una entrada de piso.

Según datos del IV Observatorio Cofidis de Economía Sostenible en el Hogar 2025, aproximadamente un 45 % de los jóvenes de hasta 31 años en España vive todavía con sus padres. Incluso entre quienes logran emanciparse, muchos lo hacen recurriendo a apoyo económico familiar. Estas cifras muestran que la independencia residencial no solo depende de voluntad, sino de otras condiciones que no todos tienen. En este contexto, un episodio reciente del podcast "Como si nadie escuchara" de @crisblancofdz, recoge testimonios de jóvenes que relatan las dificultades para emanciparse en Madrid y la presión social que sienten frente a generaciones anteriores

"Tengo casi 30 y todavía no me he independizado"

En el podcast, Cris Blanco describe cómo la presión social y las comparaciones con generaciones anteriores generan estrés: "Tía, a mí por ejemplo, me estresa mucho el pensar. Me estoy acercando a los treinta y yo todavía no me he independizado, por ejemplo porque en Madrid es que es muy difícil y ya me vendrán a decir, pues yo con dieciocho años ya estaba trabajando y con tres hijos. Y vale fenomenal. Pero es que no eran las mismas circunstancias".

Berta Castañé añade que esa presión no solo proviene de familiares o conocidos, sino que se percibe como un estándar social: "Yo siento que tenemos una presión encima, no de 'yo, a vuestra edad ya tenía hijos, ya tenía, pues eso, ya la casa pagada' y tal dice sí, pero es que ahora es imposible". Para muchos jóvenes, estas comparaciones provocan frustración y sensación de que la independencia es inalcanzable, incluso cuando se trabaja y se cobra un salario razonable.

La actriz también comenta que, pese a la dedicación profesional, ahorrar para un piso en el centro de Madrid sigue siendo un desafío: "Sí que estoy trabajando mucho estos últimos años, se cobra bien en mi sector y aún así me está costando reunir el dinero para hacer una entrada de un piso en el centro de Madrid". Su testimonio evidencia la brecha entre ingresos y coste de la vida urbana, una realidad compartida por muchos jóvenes en la capital.

Castañé finaliza con un comentario que refleja la incertidumbre de su generación: "Y mi amigo que trabaja en el supermercado diez horas al día o yo qué sé cómo, cómo, ¿Cómo se hace?". La pregunta subraya la dificultad de emanciparse incluso con empleo, mostrando que la independencia financiera y habitacional en Madrid depende de factores estructurales más que del esfuerzo individual.

Una realidad social insostenible

Los datos nacionales respaldan la experiencia personal y ponen en contexto la situación de la generación Z. El Consejo de la Juventud de España señala que la tasa de emancipación entre 16 y 29 años es del 15,2 %, la más baja desde 2006. Esto confirma que vivir por cuenta propia es cada vez menos alcanzable para muchos jóvenes, especialmente en grandes ciudades como Madrid.

El debate público sobre esta situación incluye dos posturas recurrentes: una sostiene que las comparaciones generacionales no tienen sentido sin considerar la inflación, los precios de la vivienda y la estabilidad laboral y, la otra apunta a la responsabilidad personal, sugiriendo que algunas decisiones de gasto podrían facilitar la emancipación. Al mismo tiempo, se reclama una intervención pública más intensa: mayor vivienda asequible, ayudas a la entrada, alquileres regulados y subsidios que permitan a los jóvenes cumplir expectativas de independencia que hoy resultan difíciles de alcanzar.