Medio Ambiente

Gasto militar mundial

Gasto en armamento/ Foto: C. Pastrano
Gasto en armamento/ Foto: C. Pastranolarazon

En la columna de «Planeta Tierra» del pasado viernes 8 de mayo, nos referíamos a la indispensable armonía que tienen que alcanzar los 193 países del mundo para evitar verdaderos desastres, con la amenaza de fenómenos en marcha como son la desglobalización, la persistencia de la pobreza con agudización en muchas naciones en desarrollo, el cambio climático y el gasto militar, con toda su preocupante incidencia en conflictos bélicos, que un día pueden convertirse en un pandemónium total. En relación con esa última amenaza, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (más conocido por SIPRI, su sigla inglesa), ofrece todos los años en su anuario un resumen del gasto militar en el planeta Tierra. Que por el último balance conocido, arroja la impresionante cifra de 1,82 billones de dólares, equivalentes al 2,1 por 100 del PIB mundial. O si se quiere un guarismo más concreto, el mundo se gasta 239 dólares por persona en armamento, municiones y otros fines militares: un auténtico disparate. Y lo que es peor, en una tendencia ascendente desde 2005, por las nuevas controversias y pretensiones de seguir con la hegemonía EE.UU., y demostrar su fuerza militar la República Popular China. Efectivamente, son las dos superpotencias las que más gastan, EE.UU. por encima de 700.000 millones, y China llegando casi a los 300.000 millones, en una carrera en la que el antiguo Celeste Imperio parece que podría alcanzar algún día a los propios EE.UU. Cuando estamos en un mundo cada vez más peligroso –salud incluida, a propósito de la pandemia—, con grandes efectivos humanos con hambre y malnutrición (casi mil millones), con algo más de mil millones sin abastecimientos de agua realmente potable, escasos de servicios de salud pública, sin las más elementales infraestructuras sanitarias (4.000 millones), resulta sarcástico pensar que los pretendidamente honorables dirigentes mundiales se dediquen a armarse, pensando unos en otros, porque, de momento, no hay alienígenas a la vista. Todo eso hay que cambiarlo.