Medio Ambiente

Anglosfera

Ramón Tamames, economista y político español, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas / Foto: Gonzalo Pérez
Ramón Tamames, economista y político español, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas / Foto: Gonzalo Pérezlarazon

«Los caminos del Señor son inescrutables», dice una vieja máxima cristiana. Y los pensamientos y aspiraciones de Boris Johnson, todavía Premier británico, a otro nivel, claro está, son igualmente imprevisibles, después del Brexit. Con mucha prisa, antes de que se le vayan Escocia e Irlanda del Norte, quiere montar la «Anglosfera».

Se trataría de reunir en una entidad política de tipo confederal a los países más angloparlantes del antiguo Imperio Británico, que luego y ahora son lo esencial de la Commonwealth. Pero con la gran diferencia de que al frente de esa entidad semiplanetaria, estaría no tanto Inglaterra como los Estados Unidos de América, por razones obvias, Washington sería la capital de esa macroconfiguración. «Too little, too late», demasiado poco, demasiado tarde; o si se prefiere, más breve, TL2.

No se ha estudiado el tema suficientemente –recuerdo un artículo rompedor en la revista Forbes–. Y demasiado tarde: «los hornos ya no están para esos bollos». EEUU es ya una sociedad interracial, con un peso cada vez mayor de los hispanos, afroamericanos, asiáticos, etc. Ya no mandan los WASP (White Anglo Saxon Protestants). Como ya se vio con Obama, hijo de keniata y hawaiana; y ahora mismo con Kamala Harris, vicepresidenta e hija de jamaicano e hindú. Y lo que te rondaré morena, porque el próximo presidente podría ser hispano. El caso de Canadá, con su dicotomía anglofrancesa, tampoco sería muy propicio, aparte de que allí pesan mucho otras nacionalidades de inmigrantes, ucranianos, portugueses, etc.

Y Australia, ya ha optado definitivamente por ser una potencia Asia/Pacífico, cada vez más relacionada con el mercado chino. Nueva Zelanda tiene una presidenta más que innovadora. En resumen, reconstruir el Imperio, de otra forma, hoy resultaría imposible, por muchas nostalgias que se le echen. Dedicamos este artículo al Honorable Hugh Elliott, embajador del Reino Unido en España.