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Medio Ambiente
Deforestación
Nos estamos comiendo los bosques. Hasta 43 millones de hectáreas se han perdido entre 2004 y 2017, casi la superficie de Marruecos y casi un tercio de la superficie forestal mundial. América Latina, África subsahariana, el Sudeste asiático y Oceanía albergan los puntos calientes de este alarmante proceso de deforestación que pone en riesgo la salud humana y la del conjunto del planeta, como bien apunta la organización WWF en su informe «Frentes de deforestación: impulsores y respuestas en un mundo cambiante».
Y como bien apuntan diferentes estudios que advierten de la relación directa entre la destrucción de la naturaleza, el cambio climático y el riesgo de pandemias como la que ahora nos atormenta. En el contexto actual, conservar los ecosistemas parece una de las soluciones para preservar y garantizar nuestra integridad, pero los últimos datos sobre la deforestación mundial no invitan precisamente a la esperanza.
Estamos ante un desbocado proceso desencadenado para ganar terreno destinado a producir más soja, más ganado, más palma, más papel, más madera, más recursos naturales que acaban en manos de consumidores que, por otro lado, desconocen por lo general de qué forma sus compras contribuyen a estos procesos. Se calcula que la UE podría ser responsable de más del 10% de esta destrucción de los bosques, en parte con el consumo de productos tan básicos como carne, lácteos, café o cacao. O de soja que se utiliza para el engorde de la ganadería industrial, y cuyo aceite bien se emplea tanto para fabricar biodiésel como para elaborar alimentos procesados. O de aceite de palma que se cuela en comida rápida y bollerías varias, incluso en cosméticos. Y todo ello a costa de una incalculable pérdida de biodiversidad y del aumento de emisiones.
La situación requiere alternativas y soluciones globales y locales aunque, para eso, primero tendremos que asumir que solo somos humildes huéspedes de esta maltratada Tierra.
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