Sección patrocinada por sección patrocinada

Medio Ambiente

La excursión

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Entre los momentos lúdicos que mejor he pasado en la Universidad, como profesor, están las visitas colectivas que casi todos los años hice con mis alumnos de la Autónoma de Madrid al final de cada curso. Estuvimos en fábricas, depuradoras de agua, recicladoras de residuos urbanos, fincas experimentales de Agricultura, la Bolsa, Mercamadrid, etc. Pero a mí me gustó especialmente el recorrido por la naturaleza más próxima, «La Excursión», que llamaban los alumnos.

Salíamos de Madrid en autobús para La Pedriza, recorriendo el más bello tramo del río Manzanares, con sus pozas de aguas transparentes, especialmente Charca Verde. Atravesábamos, después, al inmenso robledal (Quercus pyrenaica) de Miraflores de la Sierra, y por el Puerto de la Morcuera (florido en amarillo por las retamas y los piornos), llegábamos al pie del Pico Najarra. Donde se iniciaba el descenso al impresionante Valle del Lozoya, con su «agua mineral excelsa» que bebemos los madrileños.

En el fondo del valle visitábamos las piscinas, hoy un parque vacacional, que se diseñaron en tiempos de Carlos III, para entrar luego en el enigmático Monasterio de El Paular. Subíamos seguidamente a los pinares de Navafría, y ya en la provincia de Segovia, tomábamos la traza del río Cea, almorzando en un espacio acotado de ICONA. Tras la sobremesa, continuábamos hacia La Granja de San Ildefonso, pasando antes por la fábrica de whisky DYC en Palazuelos, con una parada para probar el «escocés de España», moderadamente, claro. Y a continuación, llegábamos al maravilloso palacio versallesco de Felipe V, con sus fuentes; de las que el Patrimonio Nacional nos encendía las dos principales. Por fin, atravesábamos el gran pinar de Valsaín, con su centro de interpretación ecológica, visualizando allí cómo el inmenso robledal originario se trasformó en pinar, por el cierre que a la ganadería impuso Carlos III.

Todo un viaje, con mucho de histórico, ecológico, y económico; y sobre todo, un convivium feliz.