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Medio Ambiente

Europa vuelve a quemar carbón

La guerra de Ucrania y la necesidad de encontrar alternativas al gas ruso para la generación eléctrica, está llevando a países como España, Italia o Alemania a reactivar sus centrales térmicas de carbón a pesar de tener programado sus cierres. El aumento de emisiones del sector no se ha hecho esperar y está en niveles no vistos desde 2010

Las minas españolas de extracción de carbón están cerradas desde hace más de dos años
Las minas españolas de extracción de carbón están cerradas desde hace más de dos añosDreamstimeDreamstime

La guerra de Ucrania ha provocado una escalada de los precios de la energía, ya disparados desde hace meses por el coste del gas natural (ha aumentado su precio hasta cinco veces en un año). A pesar de la dependencia energética europea, más del 40% del gas que se importa viene de Rusia, la Comisión ha lanzado un órdago, un plan llamado REPowerEU, pidiendo un esfuerzo común para que los países miembros reduzcan sus importaciones rusas de gas natural en dos tercios para el próximo invierno y las eliminen por completo para 2027. Ayer los eurodiputados se reunían para analizar el plan con el que se quiere dar a Rusia de lado, reponer las reservas de gas para el invierno y contener los precios.

Hasta ahora cada uno de los estados miembros ha emprendido acciones por su lado con el fin de contener los costes de la energía. Varios países han aprobado rebajas a los impuestos de los combustibles y se han buscado fuentes de energía alternativas. Una de ellas, el carbón. «La crisis que ha inspirado a Europa a buscar más rápidamente fuentes de energía como la eólica y la solar corre el riesgo de hacerla retroceder al revertir los esfuerzos para cerrar las minas de carbón y dejar de perforar nuevos pozos de petróleo y gas para reemplazar el combustible ruso y reducir los precios», dice en un artículo el New York Times.

Emisiones

La Agencia Internacional de la Energía corrobora este peligrosa tendencia en su última actualización del «Global Energy Review: CO2 emissions in 2021». No hay que olvidar que el carbón emite unas 2,5 veces más que el gas natural. «El carbón representó más del 40% del crecimiento general de las emisiones globales en 2021. Las de carbón alcanzan un máximo histórico de 15,3 Gt, superando su pico anterior (de 2014) en casi 200 Mt. Las emisiones del gas natural también se recuperaron muy por encima de los niveles de 2019 a 7,5 Gt, ya que la demanda aumentó en todos los sectores. Esto coloca a 2021 por encima de 2010 como el mayor aumento interanual de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en términos absolutos. El repunte en 2021 revirtió con creces la disminución inducida por la pandemia». Según el informe, en los Estados Unidos, las emisiones de las centrales de carbón aumentaron un 17 % en 2021, pero se mantuvieron por debajo de las de 2019. El aumento fue del 16 % en la Unión Europea, «pero aún fue significativamente menor que la disminución del 21% en 2020. En China, dado que el crecimiento de la demanda superó el aumento del suministro de bajas emisiones, se pidió al carbón que cubriera el 56 % de la e electricidad. Esto se ha producido a pesar de que el país también ha vivido su mayor aumento en la producción de energía renovable en 2021, con unas tasas de hasta el 28% de la generación total.

Otro estudio, el realizado recientemente por la empresa de investigación Rystad Energy habla de que en 2022 la producción de las centrales térmicas europeas podría aumentar aún más, hasta los 641 TWh, alcanzando niveles que no se veían desde 2018. Una excepción en la tendencia de la última década, ya que en Europa el uso del carbón desciende desde 2012.

En España ahora mismo «están funcionando cuatro grupos térmicos de carbón: uno en As Pontes (Galicia), otros dos en Abaño y Soto de Ribera (Asturias) y la última en Los Barrios (Cádiz). As Pontes estaba en proceso de desmantelamiento, aunque no tiene aprobado todavía su cierre y la de Los Barrios tenía ya aprobado el suyo», dice Paco Ramos, portavoz de Ecologistas en Acción. Aunque parece, según informa El Comercio, que la central de Soto de Ribera está a punto de parar la combustión debido a la falta de suministro de carbón.

España ya tenía un calendario de cierre de centrales térmicas pactado con las eléctricas y de hecho, solo en la misma semana de 2020 cerraron hasta siete instalaciones. Por su parte, las minas de carbón nacional ya habían echado el cierre un año y medio antes por falta de rentabilidad. Esto significa que en los últimos meses la llegada de carbón importado a los puertos para alimentar a los grupos todavía en funcionamiento o que se han reactivado por la crisis, como As Pontes, se ha disparado.

España no es el único país que ha vuelto su mirada al carbón. De hecho, el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, declaraba recientemente a la BBC que dadas las circunstancias no hay tabúes en la quema de carbón como alternativa al gas ruso. La seguridad del suministro prima respecto a cualquier otra consideración.

Un caso extremo es el de Alemania, una de las economías de la eurozona que tiene más dependencia del gas ruso. El país decidió, además, en 2011 cerrar todas sus centrales nucleares tras el accidente de Fukushima. Hoy en día con el conflicto y los precios del gas, hasta los miembros del partido verde que forma parte del gobierno se replantean los cierres tanto de nucleares, prevista para 2022, como de centrales térmicas de carbón pensadas para 2030. Mario Draghi en Italia también ha declarado que en caso de falta de energía podría echar mando de las plantas de carbón de Brindisi o Civitavecchia. Inglaterra ha hecho lo propio y países tan dependientes del carbón como Polonia (extrae el 70% de su energía de este combustible) vuelven a argumentar que las presiones de UE por cerrar minas y cambiar la forma de producción eléctrica igual son demasiado ambiciosas y poco realistas.

El secretario general de la ONU ha reaccionado al aumento del uso de carbón en el mundo, tachando de locura esta apuesta por usar combustibles fósiles y una verdadera amenaza a los objetivos climáticos globales. «El carbón debe ser desterrado por las naciones más ricas para 2030 y 2040 para todas las demás, incluida China», decía Antonio Guterres hace unos días.

¿Está la transición energética en peligro? ¿Ha pecado Europa de ser demasiado ambiciosa sin tener en cuenta su alto grado de dependencia de terceros? Para Yolanda Moratilla, profesora de Tecnologías Energéticas de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad Pontificia Comillas ICAI «A más de uno como al gobierno español le gustaría que esta recuperación del carbón fuera coyuntural, pero creo que va a durar más tiempo. Estamos ante un cambio de era energética con un resurgir potente de la nuclear y en el futuro se deberían mantener algunas centrales térmicas, pero integrando sistemas de captura de CO2».

Para el portavoz de Ecologistas, sin embargo, esta vuelta al carbón no es preocupante. «Si miramos 2022 la generación con carbón se ha duplicado respecto a 2021, pero en realidad ni es un problema tan grave ni es tanto el aumento del carbón. No va a cambiar la transición y la tendencia hacia la reducción de carbón. Si miramos las estadísticas, en 2016 entre el 20-25% de la generación de electricidad era de carbón. Ahora no llega al 3%. Es una energía marginal».

Precio al alza

«El mercado de precios de la energía en este momento es altamente especulativo», dice Yolanda Moratilla, investigadora de la Universidad de Comillas ICAI. No solo el precio del gas se ha disparado, el del carbón también sube. Ahora mismo se sitúa en 462 dólares la tonelada y es posible que supere los 500 dólares este mismo año. Unos precios que, según algunos analistas, no crecía tanto desde hace décadas.

Mientras Europa busca alternativas al gas ruso en Qatar, Argelia o EE UU, también investiga nuevos mercados para la compra de carbón. Y es que según datos de Eurostat en 2021 Rusia suministro el 70% del carbón térmico importado de Europa. Los compradores del viejo continente están ampliando sus miras y apuntan a traer el carbón de Colombia o EE UU, pero no hay que olvidar que la situación no cambia, la dependencia de Europa de los combustibles fósiles de terceros es la misma.