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Renovables

Energías limpias a contrarreloj

El ritmo actual de expansión renovable, aunque sin precedentes, todavía es insuficiente

La transición energética es un objetivo imprescindible
La transición energética es un objetivo imprescindiblecedida

A pesar de los progresos históricos que ha experimentado el sector de las energías renovables en 2024, el mundo está lejos de cumplir las metas fijadas en la COP28 para limitar el calentamiento global y garantizar una transición energética justa y efectiva. El reciente informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), respaldado por la Presidencia brasileña de la COP30 y la Alianza Global de Renovables (GRA), expone una realidad preocupante: el ritmo actual de expansión renovable, aunque sin precedentes, todavía no es suficiente para alcanzar los objetivos climáticos internacionales.

El año 2024 ha supuesto un hito histórico para las energías renovables. La capacidad instalada mundial ha alcanzado un récord, impulsada principalmente por la expansión de la energía solar y eólica. Según el informe de IRENA, la capacidad renovable neta aumentó significativamente, superando, por primera vez, los 3.500 GW a nivel global. China, Estados Unidos y la Unión Europea lideraron este crecimiento, con inversiones masivas en tecnologías limpias y proyectos de gran escala.

Acelerar el crecimiento renovable

La Agencia Internacional de Energías Renovables advierte que, manteniendo la tendencia actual, se llegará solo al 60% del objetivo de triplicar la capacidad renovable en 2030. Las causas principales son la insuficiencia de inversiones, las barreras regulatorias en numerosos países y la lentitud en la modernización de las infraestructuras eléctricas. Por eso, la Presidencia brasileña de la COP30 ha subrayado la urgencia de acelerar el despliegue de tecnologías limpias, señalándola necesidad de hacer sin más dilación una transición energética justa y rápida.

En este sentido, Francesco La Camera, director general de IRENA, ha sido categórico, “El récord de capacidad renovable alcanzado en 2024 demuestra el potencial, pero la brecha sigue siendo considerable. Es imprescindible multiplicar los esfuerzos y la cooperación internacional para no perder la oportunidad de limitar el calentamiento global”. Por su parte, la Alianza Global de Renovables (GRA) insiste en que la innovación y la integración de diferentes tecnologías serán claves para superar los obstáculos actuales. Todos son unánimes en la hoja de ruta a seguir, políticas públicas sólidas, incentivos financieros y alianzas estratégicas.

Las economías avanzadas y emergentes juegan un papel crucial en la transición energética. Los países del G20, responsables de aproximadamente el 80% de las emisiones globales, tienen la capacidad de acelerar la adopción de energías renovables mediante inversiones y cooperación tecnológica. El G7, por su parte, ha reforzado sus compromisos para descarbonizar el sector eléctrico antes de 2035, priorizando la energía solar, eólica y el almacenamiento en baterías. Sin embargo, la brecha entre promesas y acciones concretas sigue siendo un desafío, especialmente en aquellos países con mercados energéticos dominados por combustibles fósiles.

Financiación climática

Uno de los retos más apremiantes es el acceso a financiación climática suficiente y asequible. El informe de IRENA estima que será necesario destinar al menos 5 billones de euros anuales a proyectos de energías renovables hasta 2030 para cumplir los objetivos fijados. La Presidencia brasileña de la COP30 ha instado a los bancos multilaterales y al sector privado a incrementar los fondos disponibles, especialmente para los países en desarrollo. La financiación debe abarcar no solo la construcción de nuevas plantas, sino también la modernización de redes y la investigación en almacenamiento energético.

Inversión en infraestructuras

El crecimiento de las renovables depende en gran medida de la inversión en infraestructuras clave. La energía solar y eólica lideran la expansión, pero la integración efectiva de estas fuentes requiere redes eléctricas modernas y flexibles. La tecnología de baterías de gran escala y el hidrógeno verde están llamadas a desempeñar un papel estratégico en la estabilización de los sistemas energéticos y en la descarbonización de sectores difíciles de electrificar. IRENA subraya que la inversión en redes inteligentes y sistemas de almacenamiento debe duplicarse en los próximos cinco años para evitar cuellos de botella y garantizar la seguridad energética.

La construcción de una cadena de suministro global robusta es esencial para el despliegue acelerado de tecnologías renovables. El informe destaca la importancia de diversificar la fabricación de componentes críticos —como paneles solares, turbinas eólicas y baterías— y establecer corredores estratégicos entre regiones productoras y consumidoras. La cooperación internacional, basada en prácticas comerciales justas y transferencia tecnológica, permitirá reducir costes y democratizar el acceso a soluciones limpias, especialmente en países emergentes.

La modernización de las redes eléctricas representa uno de los mayores desafíos técnicos y financieros. Según IRENA, será necesario renovar más de 80 millones de kilómetros de líneas de transmisión y distribución para 2030, integrando sistemas de gestión inteligente y almacenamiento. La inversión en almacenamiento energético —incluyendo baterías y soluciones de hidrógeno— es crucial para compensar la naturaleza intermitente de las fuentes renovables y garantizar la estabilidad del suministro eléctrico. Sin una red moderna y resiliente, el crecimiento de la capacidad renovable podría verse seriamente limitado.

El récord alcanzado en 2024 marca un punto de inflexión, pero los datos y los expertos advierten sobre una brecha preocupante respecto a los objetivos para 2030. La urgencia de intensificar la transición energética exige multiplicar las inversiones, mejorar la cooperación internacional y modernizar las infraestructuras críticas. Las recomendaciones de IRENA, la COP30 y la GRA convergen en la necesidad de acelerar el despliegue tecnológico, ampliar la financiación climática y asegurar que la transición sea justa e inclusiva para todas las regiones.