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Medio ambiente

Vientos de arena, vientos de cambio

La Razón presenta “Gaia. Madre Tierra”, una vibrante historia en defensa de la naturaleza que forma parte del proyecto de Naturgy, #BuenaHuella. Que tus pasos solo dejen eso, huellas en la arena que marquen el camino a seguir, nada más. Una buena huella.

Campos de cereal La Razón

Camino a la sostenibilidad

Resulta paradójico pero la ciencia se lo puede permitir: es prácticamente la única disciplina humana que a veces retrocede para avanzar. A principios de julio de 2023 se registraron las temperaturas más altas desde que se tiene registro, en 1979. La temperatura global promedio sobre la superficie del planeta marcó 17,18 grados centígrados según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Pero eso no es retroceder… y tampoco es ciencia: simplemente es revisar los archivos. Lo que sí es viajar al pasado es de lo que habla Paulo Ceppi, climatólogo del Instituto Grantham de Londres: “La información científica nos dice que las temperaturas no han sido tan altas desde hace al menos 125.000 años, cuando fue el periodo interglacial anterior”, señala Ceppi. La ciencia retrocede más de 100.000 años para avanzar. ¿Cómo lo hace? Una forma de medir temperaturas pasadas es estudiar núcleos de hielo. Cada vez que cae nieve, en su interior quedan atrapadas pequeñas burbujas llenas de gases atmosféricos. En algunos lugares, cae tanta nieve que las capas más viejas quedan enterradas y comprimidas en hielo, encerrando las burbujas de aire, como cápsulas del tiempo. Cuanto más profundo excavan los científicos, más atrás avanzan. Y nosotros también. Aunque estemos en la adolescencia, como Gaia, la protagonista de nuestras historias, una adolescente cuyo objetivo es que conozcamos el planeta y el papel que jugamos en él. Ahora y en el futuro.

Cuando caminamos imaginamos que nuestro destino está hacia adelante, avanzando. Pero, como la ciencia, a veces tenemos que retroceder, solo para tomar impulso. Y esto es fundamental porque, de acuerdo con el experto en cambio climático Robert Rohde, de la Universidad de Berkeley, «el calentamiento global nos está llevando a un mundo desconocido». Uno tan desconocido que Gaia se ha propuesto recorrerlo para que nadie lo olvide. ¿La parte buena? En el camino también nos conocemos a nosotros mismos.

Hay caminos míticos: el de Santiago, el del Inca, el de los Apalaches, el Gran Camino de la Costa en Australia, el circuito del Anapurna en Nepal… Todos ellos tienen un elemento en común: recorren paisajes y culturas que pueden desaparecer. Son un momento congelado en el tiempo y, a medida que los recorremos, nuestros pasos les dan vida. Pero, paradójicamente, nuestros pasos no deben dejar huella para que otros puedan seguirlos.

Junto a esos caminos hay 10 recorridos que unen la importancia de los pasos, es decir el futuro, con el valor de las huellas: lo que dejamos. Y están en España.

Uno de los que destaca Gaia es el de la Ruta del aceite, en Jaén. Comienza en esta ciudad andaluza y recorre Torre del Campo, Martos y pasa por Alcaudete, Castillo de Locubín, Frailes y Puente del Genil. La ruta no solo recorre los olivares, un paisaje único del Mediterráneo, también nos lleva al pasado de la región, cómo sus habitantes trabajaban, cómo cuidaban de la tierra y de sus frutos. A su lado otra ruta del aceite se prodiga por el paisaje, pero está en Córdoba: pasa por Almedinilla, Zuheros, Cabra y Lucena. La historia de la Tierra, pero también la nuestra (los molinos, las enormes vasijas para conservar el aceite, los oficios…) puede perderse si no la cuidamos. En el camino la empresa Naturgy aprovecha el mismo sol que alimenta los olivares, como energía para casas y pueblos enteros y el mismo viento que lleva las semillas a nuevos destinos, se aprovecha también en enormes molinos (o aerogeneradores) que, al igual que las semillas, alimentan a sus habitantes. En el parque El Tesorillo, por ejemplo, apenas 12 de ellos bastan para dar energía a unos 33.000 hogares y contribuirá a reducir en torno a 66.000 toneladas al año de emisiones contaminantes y de efecto invernadero.

Si ponemos nuestros pies donde nuestra vista los quiere llevar, tenemos la Ruta del vino, en La Rioja. Desde hace más de mil años que se cultiva la uva en esta región de España y recorrerla nos lleva al pasado, a la importancia de las tradiciones y al cuidado de la materia prima. El recorrido se inicia en Haro y pasa por San Vicente de la Sonsierra, Laguardia y Elciego. Aquí quiero ver cómo quienes cuidan de las uvas aprenden a hablar su idioma para comprender cuándo sientes frío, sed, hambre… miman sus raíces y cuidan del agua.

Y si de vino se trata, también tenemos la Ruta del Vino de la Ribera del Duero que nace en Aranda de Duero y pasa por Peñafiel, Roa y Quintanilla de Onésimo. Aquí el sol alimenta las uvas y las gentes con varias instalaciones de energía solar. ¿Por qué me interesa un camino que habla del vino? La altura, las horas de sol, los minerales en la tierra, los años de cada vid…Todo ello hace que una misma clase de uva sepa distinta. Son, en muchos sentidos, como los humanos: nuestro ambiente nos condiciona y puede sacar lo mejor de nosotros. Solo basta protegerlo y guiarlo, como se hace con las vides. Protegerlo…

El cambio climático, le cuentan a Gaia, está cambiando el vino que cada año que pasa, expresa no solo sus aromas y colores, sino la necesidad de una mayor altura y otras latitudes para enfrentarse a mayores temperaturas. Igual que nosotros. De acuerdo con Hans Henri P. Kluge, director general para Europa de la Organización Mundial de la Salud “los países deben actuar para contrarrestar los efectos negativos del cambio climático en la salud y en los sistemas sanitarios. Europa avanza lentamente en el cumplimiento de los objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030”. Demasiado lentamente. Naturgy de hecho lo está acelerando y su objetivo es reducir sus emisiones totales de CO2 en un 24%, hasta que sean cero en 2050. Un paso mucho más decidido que el de muchos países que firmaron los objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030.

Tenemos que aspirar a más, mirar más lejos y más alto. A las montañas por ejemplo, a la ruta de las montañas, en la Sierra de Gredos. Aquí el arquitecto es el agua que durante millones de años ha diseñado el paisaje. Desde que baja de las cumbres, el agua, con su barba de espuma y su paso inquebrantable, ha creado una obra única: el escenario donde viven animales y plantas que honran al río. Si este se pierde, el paisaje se queda huérfano. El recorrido se inicia en la localidad de Candeleda y pasa por Arenas de San Pedro, Guisando y Navalperal de Tormes. Muy cerca de aquí, en Ciudad Real, se encuentran los complejos Picon 1, 2 y 3: cientos de paneles solares que conviven con más de 35.000 ovejas en una simbiosis de vida y futuro que tiene mucho que enseñarnos. Principalmente sobre el agua, algo que a Gaia, le preocupa mucho. En el camino para obtener energías no renovables, contaminamos nuestros recursos de agua dulce. Las Naciones Unidas señalaban un año atrás que las sequías afectaron a 1.400 millones de personas en el mundo en las dos últimas décadas y el cambio climático ha prolongado su “tiempo de vida” un 30% en las últimas dos décadas. El problema es que habitualmente pensamos que el suministro de agua potable es un problema lejano para España o Europa, pero no es así. El propio Kluge, de la OMS lo resume de forma tan lapidaria como sorprendente: “En Europa 77 millones de personas carecen de agua potable segura”. El agua, qué duda cabe, es fuente de vida y si ya es cada vez más escasa, a menudo contaminamos la poca que hay con nuestra ambición, principalmente combustible y minería. Afortunadamente hay iniciativas que cambian esto. Un ejemplo es lo que ha hecho Naturgy con la creación del Lago Meirama en el valle de As Encobras en Cerceda (A Coruña, Galicia) en el lugar de una antigua mina de lignito a cielo abierto. Allí, por si no bastara con el agua, se han plantado casi medio millón de árboles. Esto ha traído vida en todos los aspectos posibles: a la tierra (con nuevas especies que han regresado a la región) y a la Tierra permitiéndole actuar como sumidero de CO2.

Muy cerca de aquí, en Asturias está la ruta de la naturaleza, una de las preferidas de Gaia por combinar paisajes, cultura historia y, para qué negarlo, muy buena comida local, algo que también resulta sostenible. El punto de partida es el Parque Natural de Somiedo y pasa por Cangas del Narcea, Degaña e Ibias. Allí, en Muniellos se encuentra el robledal más extenso de toda Europa occidental. “Imagina un camino que cruza por una red de raíces que se extiende por cientos de kilómetros cuadrados – explica Gaia convencida -. Esa es la fortaleza del oso pardo cantábrico, que mantiene aquí uno de sus últimos refugios. Caminar por los mismos sitios que alguna vez ha pisado este animal es un privilegio que debemos cuidar. Desde sus alturas y en un día claro, podemos ver el futuro…”

Muy cerca, cruzando las montañas, se encuentra una de las centrales que apuesta por la energía del mañana: el hidrógeno verde. Este elemento químico, el más sencillo de todos y el primero que se formó en las estrellas, tiene el potencial de cambiar nuestra forma de relacionarnos con la energía. Por un lado, al formar parte de algo tan “sencillo” como el agua, es fácil de almacenar. Utilizando un proceso conocido como electrólisis, se separan los dos átomos de hidrógeno del de oxígeno y con ellos se pueden alimentar motores y centrales energéticas… con la ventaja que su único residuo es… agua. Pero sus beneficios son enormes, no solo para el planeta, también para nuestras familias: este sector creará unos 200.000 empleos en los próximos 10 años debido a que, de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de este tipo de energía aumentará entre un 25 y un 30% en 2040.

“Otra cosa que me gusta, aparte de los mapas, es la arena – añade Gaia en un descanso –. A simple vista parece toda igual, pero si te tomas unos minutos y miras con atención, grano por grano, verás que son todos distintos. Y cada uno tiene una historia que contar: una de vientos, mareas, erosión… Por eso dibujé la ruta de la Arena, en Tarragona. El recorrido se inicia en la localidad de L’Ametlla de Mar y pasa por L’Ampolla, Deltebre y Sant Carles de la Ràpita. La ruta está plagada de zonas de dunas: unos ecosistemas que facilitan el desarrollo de vegetación y la fauna pero que también protegen las aguas subterráneas al evitar el ingreso de agua salina.

Y si hablamos de proteger el agua dulce, es obvio que también hay que recorrer una Ruta del Agua, como la de Albacete. El recorrido atraviesa Riópar y pasa por Ayna, Letur, Nerpio y Elche de la Sierra y entre ellos recorre puentes romanos, embalses: espejos de agua y también de sol, como los paneles de Naturgy que también ha instalado molinos que aprovechan un paisaje de laberintos para que el viento los alimente y ellos hagan lo mismo con más de 300.000 familias de la zona. En total hay 9 parques eólicos, 5 plantas solares, 9 centrales hidráulicas y una central minihidráulica que juntas han logrado reducir en más de 586.000 toneladas las emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero, lo que equivale a retirar más de 244.000 coches de la circulación en un año.

Pero hay más… En el sureste de Gran Canaria, Naturgy está terminando un parque marino que se ubicará entre 8 y 16 km. de la costa. Un total de 12 aerogeneradores capaces de producir unos 216 MW. ¿Cuánto es esto? Más que mucho: el 6 de mayo de 2023 el sistema eléctrico de Gran Canaria produjo 257,4 MW de energía de fuentes sostenibles, lo que representa más del 60% del consumo. Con la llegada de este parque marino, se podría sobrepasar las necesidades de la isla. Y otro detalle fundamental para que figure en verde en mi mapa: la producción de energía renovable de esta instalación contribuiría a reducir las emisiones de CO2 equivalentes a 350.000 coches al año.

La última ruta es la de los Pirineos. Aquí, en la frontera entre España y Francia, el viento es el escultor de las montañas. Se pasea arrastrando cometas y semillas por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y pasa por Bielsa, Aínsa, Boltaña y Barbastro y luego sigue, haciendo girar molinos y el planeta pero sin dejar huella. “Se trata de una zona declarada reserva de la Biosfera por la UNESCO – termina Gaia al despedirse-. De hecho, el Monte Perdido es la montaña calcárea más alta de Europa. ¿Qué importancia tiene esto? Es lo que cierra el círculo y muestra cómo todos estamos conectados: el carbonato cálcico que forma estas montañas también es el componente principal de conchas y esqueletos de muchos organismos… Desde lo alto de las montañas a las profundidades del mar. Todos estamos conectados”.

Medidas de reducción de la huella de carbono de proyecto GAIA

#BuenaHuella es una acción liderada por Naturgy que reúne a los principales grupos de comunicación del país bajo un mismo proyecto de sostenibilidad. Su eje temático está encaminado a explicar e informar a las audiencias de los medios de comunicación participantes sobre la huella de carbono. Para minimizar el impacto medioambiental, se han aplicado medidas de reducción de las emisiones de CO2 durante el proceso de creación de los contenidos.

Por su parte, Naturgy compensa la emisión de CO2 a través de importantes proyectos de reforestación. Al “Bosque Naturgy” en Cabanas (Galicia), su primer bosque corporativo que incluye la plantación de cinco tipos de árboles, ahora sigue el “Bosque Fundación Naturgy”, un bosque de 7 hectáreas en la Comunidad de Madrid, para recuperar una zona quemada. Se van a plantar 7.000 árboles de especies autóctonas que, tras un periodo de desarrollo y mantenimiento de 50 años, favorecerán la absorción de 2.220 toneladas de CO2 de la atmósfera.

Compartimos con Gaia la preocupación por el medio ambiente y el interés por mejorarlo. Y la mejor forma que se nos ha ocurrido para hacerlo es dar ejemplo. Por ello, te queremos mostrar algunas de las medidas que hemos tomado al llevar a cabo esta iniciativa y la repercusión que han tenido sobre el medioambiente

Medidas implementadas para la reducción de la huella de carbono

Con todas estas medidas, hemos reducido significativamente nuestra huella de carbono.