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Verde

La eólica se enfrenta a su peor crisis

El sector afronta pérdidas millonarias debido al aumento de costes o la fiabilidad de las turbinas, al tiempo que tiene que responder a un récord de pedidos

Wind turbines work on Sunday, June 25, 2023, in Kodiak, Alaska.
Wind turbines work on Sunday, June 25, 2023, in Kodiak, Alaska. Joshua A. BickelAgencia AP

Europa acaba de aprobar un plan para cuidar de su industria eólica. Con el Wind Power Package, la Comisión que preside Ursula Von der Leyen quiere, literalmente, salvar alas empresas y al sector de la crisis en la que se encuentra, fruto de un cúmulo de circunstancias a la que algunos aluden como la tormenta perfecta. Lo cierto es que el sector vive una situación paradójica .« Estamos viendo un récord de pedidos y, al mismo tiempo, es el momento de mayor vulnerabilidad financiera. Primero fue el Covid, que paralizó la cadena de suministro. Después, durante la recuperación, se disparó la inflación y empezaron los retrasos logísticos. Los costes para los fabricantes han ido aumentado y han provocado retrasos en los contratos. Las empresas han ido asumiendo esas pérdidas, incluso después de la crisis energética derivada del conflicto en Ucrania y los nuevos aumentos de los precios de las materias primas. Muchos contratos se firmaron con costes que ya no se podían asumir», afirma Juan Virgilio Márquez, director general de la Asociación Empresarial Eólica( AEE ). Solo por dar un dato, las turbinas son ahora hasta un 40% máscaras de producir que hace 18 meses, calcula Bloomberg.

Si hay un ejemplo de empresa que ha sufrido esa tormenta perfecta es Siemens Gamesa, que este año suma unas pérdidas de 4.500 millones de euros. La estocada que sufre el gigante le ha llevado a solicitar ayuda financiera al gobierno alemán por un valor de 15.000 millones de euros. Sin embargo, no es la única empresa que ha visto sus cuentas y proyectos amenazados. Vattenfall de Suecia ha alertado de los sobrecostes y detenido este verano los trabajos de un parque eólico offshore (los costes de estas instalaciones son mayores que en tierra). Ørsted, cuenta en un reportaje The Guardian, ha alertado que existe una posibilidad muy real de que abandone por completo sus planes de construcción en EE UU si no se ayuda al sector, etc.

Los problemas con los proveedores o las deficiencias en los aerogeneradores son dos de los problemas comunes de las empresas y de las principales preocupaciones de la industria eólica a nivel mundial, según el estudio «Ever-Changing Winds», realizado por Onyx Insight (proveedor de soluciones de análisis predictivo).

En el caso de los aerogeneradores, al ir aumentando su tamaño se han ido reduciendo los costes pero, al mismo tiempo, se han multiplicado los problemas de fiabilidad. Baste pensar que en 20 años casi han cuadruplicado su altura, pasando de 70 a 260 metros (casi tres veces más que la Estatua de la Libertad). «Lo que estamos viendo es fruto de una carrera para bajar los precios de los aerogeneradores realizada, sobre todo, entre 2017 y 2018. La cuestión es que hubo una competencia feroz y los fabricantes apostaron por modelos muy grandes para reducir los precios por MW instalado. De máquinas de 2MW se pasó en poco tiempo a molinos de 6MW y en esa carrera se apostó por tecnología que en algunos casos no estaba madura», apunta el director de la AEE.

Uno de los detalles que explica la carrera de estos últimos años por abaratar costes tiene que ver con el funcionamiento de las subastas, que no diferenciaban entre tecnologías. «La carrera de la solar y la eólica ha sido muy fuerte en cuanto a precio durante unos años. Y el sol ha ido a la baja en precio todo este tiempo. Para competir, la eólica ha tenido que reducir sus precios y mantener sus compromisos incluso en un contexto de aumento de precios de las materias primas», considera José María González Moya, director general en la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA). Un ejemplo que se cita en la prensa sobre este asunto es la subasta de septiembre en Reino Unido. Debido al precio tan bajo que puso el gobierno, ninguna compañía pujó y la subasta terminó quedando desierta. Además, a las subastas alude precisamente uno de los puntos del paquete eólico europeo: que pide a los estados miembros rediseñar sus sistemas de subastas, y matiza que se deben introducir nuevos criterios de adjudicación más allá del precio como que las máquinas sean europeas.

La competencia china

Un informe de septiembre de la patronal Wind Europe ya alertaba de que China está a punto de conquistar el mercado eólico europeo y citaba, además, que las turbinas de fuera de la UE pueden suponer una amenaza para la ciberseguridad del continente. Seis de los grandes fabricantes mundiales de aerogeneradores son chinos, a pesar de que la industria eólica tiene su origen en Europa (y de aquí son algunos de los grandes actores como Vestas, Nordex o Siemens Gamesa). Si en 2022 la inversión mundial en eólica superó los 74.200 millones de dólares, China acaparó el 70% de los pedidos (así afirma un estudio de CC OO).

Como explicaba la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen cuando anunció el paquete eólico, es importante para asegurar la supervivencia de la industria europea que la tecnología limpia se fabrique en Europa. «Hay que asegurarse que los actores del mercado compiten en igualdad de condiciones, por eso se establece que las empresas deberán cumplir con parámetros de ciberseguridad o que los datos que se obtengan de las plantas se queden dentro de la UE, cosa que no sucede en el caso de instalaciones chinas. También se tiene que exigir que las empresas cumplan los estándares de RSC. Hoy en día solo hay dos mercados en el mundo que no tienen salvaguardia para su industria: la UE y Australia. Además, por un lado, vemos como EE UU ha puesto en marcha el mayor programa de estímulos fiscales para atraer inversión y que China apuesta por la agresividad comercial para ir cogiendo cuota de mercado global. La UE está en medio, porque somos la economía que más apuesta por la instalación de renovables. Los países del Este de Europa que no tienen industria propia, son más proclives a tener solo en cuenta los precios bajos y no ven ninguna ventaja en comprar máquinas de la UE», afirma el director de la AEE. Por cierto que esta misma semana, la Plataforma Europea de Tecnología e Innovación en energía eólica (ETIPWind) pedía 1.800 millones de euros de inversión pública (en el periodo 2025-2027) en investigación e innovación en energía eólica para impulsar el desarrollo de una cadena de suministro eólica europea competitiva.

La UE quiere 420 GW de energía eólica para 2030, frente a los 205GW actuales. Sin embargo, muchos analistas temen que la desaceleración del sector pueda traducirse en problemas para cumplir con los objetivos. «No creo que peligren los objetivos, pero puede suceder que no se aproveche la capacidad de los fabricantes europeos. La UE quiere liderar la agenda verde y asegurarse que su industria sigue creciendo en todo el mundo. En España hay que tener cuidado porque perdimos Gamesa y tenemos mucha industria auxiliar. Todas las partes del aerogenerador se pueden hacer aquí. Si la industria europea se resiente, la española también lo hará y tenemos capacidad para fabricación y para industria auxiliar, al igual que sucede en la solar. », dice González Moya.

El ritmo de los proyectos

En España va a terminar el 2023 con un total de instalaciones que no alcanza el GW. «En 2022 fueron 1.600 MW, en 2021, 840; en 2020 1.500 MW y en 2023 entre 600 y 700 MW», dice Márquez. Y es que, además de todo lo anterior, existe otro problema: los lentos procedimientos de autorización .« Hasta 2022 no se ha conseguido recuperar el ritmo de los proyectos, pero ahora estamos en un punto de inflexión. A partir de final del trimestre de 2021 y durante 2022 el ritmo de tramitaciones ha sido mucho mayor que en años anteriores. Nuestros estudios que inician en 2018 nos indica que la media de esos años, entre 2018 y 2020, ha sido de entre 150 y 200 MW por trimestre. A partir de 2021 suben a mil y se mantiene hasta el último trimestre de 2022 en el que se alcanzan los 4.000 yen 2023 se ha llegado a los 7.000. Hay una avalancha de tramitaciones entre el 21 y el 22 que es lo que se empezará a instalar a partir de 2024», dice Márquez, quien recuerda que el reto al que se enfrenta ahora el sector no es baladí. «El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) supone que se tiene que llegar a los 50,3 GW eólicos en 2030 y estamos en 30GW. Se tendrían que instalar 3.600 MW al año y el récord en España fue 2007 cuando se instalaron 3.500MW. Tampoco hay que olvidar que la revisión del PNIEC aumenta los objetivos hasta los 52 GW en 2030. El reto es enorme, porque, además, la demanda eléctrica está bajando y no se trata de incorporar renovables que estén ociosas sino que tiene que haber demanda para esa producción», dicen desde la AEE.

La clave

La batalla del reciclaje de las palas

Solo en España «para 2030 habrá que reciclar 170.000 toneladas de palas con más de 20 años de antigüedad, dicen desde la AEE. Pero ¿qué pasa con los aerogeneradores que se tiene que retirar?

Hace unos meses sorprendían las imágenes de palas enterradas en EE UU. «Hasta hace poco una parte de las palas no se podía reciclar porque contienen diferentes materiales como fibras de vidrio, carbono que son difíciles de separar. Sin embargo, ya hay tecnología que permite el reciclaje, incluso se está empezando a poder recuperar las fibras de esas palas, con calidad estructural para poder fabricar nuevas palas. La tecnología ya existe, ahora solo falta que haya capacidad industrial», apunta el director de la AEE.