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La contra

«Hacemos ganadería contra el cambio climático»

Alberto Cañedo, ganadero ecológico y extensivo

Alberto Cañedo, ganadero ecológico y extensivo
Alberto CañedoLa RazónLa Razón

Convencido de que quería vivir una vida de campo y de campesino, en 1997 Alberto Cañedo y su familia comenzaron un camino que se inició deshaciendo el camino de la ciudad a su pueblo, Carcaboso, Cáceres, en plena dehesa extremeña, desde la ciudad a la tierra ofreciendo rutas de naturaleza. Dos vacas regaladas fueron el principio de una ganadería ecológica que a día de hoy ya tiene 60 ejemplares y una marca de carne `Huecos del Arroyo´. Ni el proceso ha sido fácil ni el presente está libre dificultades, al contrario. Sin embargo, su optimismo y convicción en que sigue la línea correcta le llevó a unirse a la jornada en la que WWF hizo público su informe anual sobre incendios forestales en los terrenos de los miembros de la asociación Albura, en Villanueva de la Vera, Cáceres. Explicar cómo la ganadería extensiva, en su caso ecológica, puede ser útil socialmente haciendo limpieza de los montes barata e imprescindible en la prevención de estos desastres fue una de sus aportaciones. Pero no la única.

¿Qué aporta la ganadería extensiva a la prevención de incendios forestales?

La ganadería extensiva no consiste en soltar a los animales en una cerca y dejarlos ahí. Eso es una ganadería practicada de manera vieja. Esas vacas y becerros están ahí, pero a los seis meses se los llevan a cebaderos industriales, son la materia prima para la ganadería industrial. Así que, se trata de hacer pastoreo, pero controlado, moviendo a los animales de unos prados a otros, donde puedan comer hierba pero también ramonear en las ramas bajas de árboles que para ellas son un bocado muy rico. La carga forestal, esa matorralización excesiva de los montes es también el resultado de que no hay una gestión ganadera razonable. El ganado es muy eficaz, y barato, haciendo limpieza forestal y evita las mecánicas, hechas con desbrozadora.

¿Cuál es la mayor dificultad para hacer este tipo de ganadería?

Por una parte, que es muy difícil ser ganadero si no tienes tierras, si tu familia no tiene ganado. Además, necesitamos gente que salga con el ganado todos los días, que lo lleve de un lado a otro y tengan esos efectos beneficiosos. Pero no hay gente joven en los pueblos para ello. Yo soy uno de los más jóvenes del mío y tengo 47 años. Pero, también hay que querer vivir esta forma de vida, acorde a la naturaleza y conectado a la tierra. No hay relevo y es un problema bastante grave.

Usted ha optado por una ganadería extensiva, ecológica ¿y algo más?

Aparte de ser ecológica certificada, hacemos una ganadería exclusivamente a base de pastos y forrajes. Nuestras vacas siempre están al aire libre en el campo y no comen ningún tipo de pienso. Algo que también influye en su huella de carbono. Es una ganadería contra el cambio climático. Además, criamos razas autóctonas que están muy adaptadas a este territorio y su clima extremo, aprovechan mejor este tipo de materia vegetal, sin meteorismos y son resistentes a los parásitos.

¿Qué aceptación tiene su carne en el mercado?

Nuestra opción ha sido venderla directamente al consumidor, sin intermediarios. Vemos un agradecimiento por parte de las personas que consumen nuestra carne por la forma de criar las vacas. Ahora bien, es una carne roja, que en los circuitos convencionales no se quiere mucho porque la gente tira más por la ternera blanquita. En cuanto a precio, constantemente repensamos esta cuestión, porque también queremos que sea accesible a todo tipo de personas y bolsillos. Así que hay costes que no metemos y así, entre los productores de carne de pasto, estamos entre los precios más bajos.

La ganadería extensiva no es soltar las vacas en un prado. Requiere un pastoreo controlado

El ganado es muy eficaz, y barato, haciendo limpieza forestal y evita las mecánicas

La prevención, vital para afrontar los incendios forestales

El informe anual de WWF sobre incendios forestales, que la organización conservacionista ha presentado esta semana, destaca dos cuestiones. La primera: hay menos incendios, pero son más graves, ya que afectan a más territorio, el fuego tiene un comportamiento atípico, explosivo y extremo, que hace imposible la actuación de los medios de extinción y frecuentemente tienen graves consecuencias sobre la población, con riesgos para la vida de las personas y necesidad de hacer evacuaciones.

Los datos son claros: hasta el 18 de junio de este año, ha habido 14 GIF (grandes incendios forestales) en España, cinco veces más que la media de los últimos 10 años, y se han producido antes de la habitual época de alto riesgo, como los del Alto Mijares y Las Hurdes. «El cambio climático y la sequía persistente, debilitan las masas forestales y las hacen más inflamables», explicó Lourdes Hernández, experta en incendios forestales de WWF. Paralelamente, el abandono rural y el escaso aprovechamiento forestal han cambiado un paisaje, que ahora es más vulnerable al fuego.

«Todo ello a pesar de que España es el país que más presupuesto invierte en extinción por hectárea del mundo y el nuestro es uno de los mejores sistemas de respuesta contra incendios», afirmaba Enrique Segovia, director de Conservación de WWF.

La segunda, es que esta situación «no se puede afrontar solo con medios de extinción, -añadió Segovia-, es necesaria una estrategia estatal de prevención que requiere voluntad política y valentía, sin cortoplacismo y con fuerte implicación de las administraciones públicas para adaptar el territoriwo, hacerlo más resistente, recuperar paisajes resilientes, vivos, rentables y menos inflamables, y la corresponsabilidad de la sociedad en la prevención».