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Verde

Miguel Ángel Criado: «Hay que desestacionalizar el turismo. En unos años España puede ser como Egipto»

Es uno de los periodistas que más ha escrito sobre la crisis climática. Dedica su último libro al calor, «que ya cuenta con su propio lema olímpico», y al efecto que tiene para las personas, tanto para la flora y fauna como en la economía

Miguel Ángel Criado, periodista
Miguel Ángel Criado, periodista y autor de «Calor»Antonio García Yebra

Con termómetros casi rozando los 50 grados en verano. Calor ¿Cómo nos afecta la crisis climática? (Debate) explora los efectos de las megaolas de calor, cada vez más frecuentes, y los cambios que provocan en la flora y la fauna.

—Habla de la primera nevada que vio en Almería y de cómo cazaba murciélagos. ¿Busca empatizar con quien también echa de menos «los veranos de antes»?

—El primer título del libro era «El paisaje que ya no volverá» y lo cierto es que surgió de recuerdos infantiles. Pero tiro de recuerdos y voy a los datos. Los estudios confirman esas impresiones de que «los veranos ya no son como antes». En el mundo natural hay manifestaciones que son muy vívidas, como la falta de golondrinas y murciélagos, en el mismo momento del día, en las mismas fechas, con respecto a hace 55 años. El impacto del cambio climático en infinidad de especies es uno de los fenómenos más evidentes.

—¿Cómo influye su origen al contar el cambio climático?

—Cuando yo nací todavía no había invernaderos, pero sí un calor muy árido, que propiciaba una vegetación mediterránea ultraseca. Solo había chumberas. Pero un día, se ponen a excavar pozos y encuentran los acuíferos. Almería era una tierra de legañas y lo seguiría siendo si no fuera por los invernaderos. Antes había 600-800 personas malviviendo en cortijos, esto era un secarral, y ahora viven 350.000 personas. Es curioso el impacto de los cultivos de invernadero. Almería está viviendo su propio pequeño fenómeno de enfriamiento por el plástico que está reflectando el sol. En miniatura está sucediendo algo parecido a los nuevos ensayos sobre instalar espejos en el espacio para rebotar la luz.

—Algunos expertos hablan de «fatiga climática». ¿Estamos cansados de oír que hace calor por el calentamiento global?

—Hablé con un filósofo y psicólogo de la Universidad de Purdue (EE UU), que me daba un argumento muy potente: la lucha contra el cambio climático la emprenderás tú, pero los frutos de esta los recibirán las siguientes generaciones. Quienes van a sufrir más el cambio climático son las próximas generaciones y no está en la condición humana pensar en el porvenir de los demás. Es ahí cuando el ser humano vuelve la cabeza.

—Dice que «en España ha hecho calor desde hace 11.600 años». ¿Es un proceso natural?

—Calentamiento y enfriamiento son periodos que forman parte de la historia cíclica del planeta. Cada cierto tiempo, hay una adaptación. El problema, lo que ha cambiado, es la velocidad en la que se produce este aumento de la temperatura. Los procesos de un periodo glacial e interglacial duraban milenios y están sucediendo, incluso, en décadas. Desde los anillos de los árboles a las estalactitas (indicadores de registro fósil) te dicen que el tiempo actual es más seco y más cálido. Recientemente, hicieron un estudio sobre la humedad atmosférica en los últimos 400 años a través de los anillos de los árboles, porque captan bien si había más o menos humedad en el periodo en el que crecieron. El resultado es que no ha habido uno más seco en los últimos cuatro siglos. Otros estudios remontan más atrás el último periodo tan seco… pero es que además estos solían ser regionales. El de ahora es global. Nunca ha habido un fenómeno de calentamiento más global que el que estamos viviendo.

—En su libro, lo ilustra con el tema de las olas de calor.

—Las olas de calor también tienen su propio lema olímpico: «más fuerte, más alto». Este es un capítulo algo largo en el libro, pero, en resumen, consiste en poner las olas de calor en un mapa un poco más largo. La AEMET recoge datos desde los 60. Partiendo de éstos vemos que: aumenta el número de olas de calor (sobre todo a partir de este siglo y, especialmente, en los últimos 20 años), aumenta su distribución geográfica (ocupan más provincias) y aumenta su intensidad (tanto la temperatura máxima diaria como la media diaria). Además, se están solapando. Cada vez pasa menos tiempo entre una y otra. Ha habido años con 50 días de ola de calor. Esto crea unas condiciones propicias para los incendios. Los mayores grandes incendios de este país en las últimas dos décadas se han producido al final de una ola de calor.

—También se centra en un punto interesante para el marco político: la factura económica que deja el calentamiento.

—Un laboratorio de investigación usó los datos de gasto de la tarjeta de crédito durante las olas de calor. Vieron que, en las horas centrales del día, apenas se gastaba; tanto la restauración como la moda perdían ventas. El único sector que aumentaba era el del gasto farmacéutico. Eso es sugerente. Pero lo interesante es que el turismo supuso el 13% del PIB en 2022. Es el sector económico más importante. En el libro, quiero mostrar cómo el cambio climático en sí no es necesariamente malo ni negativo, pero hay que adaptarse. Se prevé que las temperaturas sean altas en litoral andaluz, amenazando el turismo de sol y playa porque, seamos sinceros, a nadie le apetece ir a Egipto en verano. Pues quizá en unos años España sea el nuevo Egipto. Pero eso no es malo si se saben hacer las cosas. Hay un informe de la Comisión Europea que dice que puede venir menos turismo de sol y playa al sur e interior en verano, pero puede ocurrir que venga en abril, octubre… desestacionalizar el turismo es muy bueno, ¡que lo digan los canarios!

—¿Qué ventajas tendría?

Esencialmente, tiene tres impactos positivos. Uno: acaba con la temporalidad del empleo, lo crea para todo el año y ya no habría que reforzar por temporadas. Dos: en la actualidad, las infraestructuras

municipales están infrautilizadas en invierno y saturadas en verano. Si la llegada de turistas se reparte, van a estar mejor gestionadas. Y tres: el impacto ambiental se suaviza. No es lo mismo concentrar las visitas a un parque nacional en junio y agosto que que la masa se distribuya a lo largo de todo el año. Todo esto sería positivo, si supiéramos desestacionalizar el turismo, claro. Por otro lado, el norte de España puede recuperar esos tiempos de la Belle Époque, en los que los turistas de distribuían por País Vasco, Cantabria... Quizá es una oportunidad para no cometer los mismos errores que hemos cometido en el Sur y el Levante.

—¿Por qué aumenta el negacionismo?

—Hay dos tipos de negacionistas. Lo hablaba con el politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, Lluís Orriols, para el libro. Él me dice que hay uno que va a la contra por sistema. Son los terraplanistas, pocos, pero si les subes a un globo aerostático no ven la curvatura de la Tierra aunque la tengan delante. Se da en países como EE UU, pero el más extremo no está presente en España o es residual. Y luego están los que se ven tan perjudicados por el cambio climático como por las medidas para contenerlo. Hay un sector rural muy afectado. Orriols está convencido de que en el futuro habrá un 20% de negacionistas, y lo serán con cierta base. Ese tipo de negacionista padece lo que Orriols llama disonancia cognitiva: el mundo cambia y muy rápido. O cambias con él, o tus esquemas no van a encajar con tu paisaje. Ante eso o varías tu forma de pensar o niegas la información que recibes.

—En 2023 hubo más de 2.000 muertes atribuibles al exceso de calor, ¿por qué hay quien no cree que el cambio climático mate?

—Es un fenómeno complejo. No es lo mismo que mueran 20.000 jóvenes en una guerra que muchos 'viejecitos' repartidos por el país a lo largo del verano. En las ciudades, países desarrollados, caen mayores y personas con condiciones previas, ya iban a morir pero se produce un efecto siega. La muerte por golpe de calor es una cosa, la muerte por calentamiento no se escribe en el certificado, pero están muriendo por miles. En España en 2003, murieron 70.000 personas por ola de calor. Hay diferencias de hasta 8 grados en barrios de Madrid.

—¿Nos hemos equivocado al informar con catastrofismo?

—No se puede hablar de periodistas en general, pero es cierto que el otro día vi un titular que más o menos anunciaba el fin del mundo. No lo entiendo. No es necesario exagerar algo que ya va mal. El problema es que hay mucha información. Eso hace que haya mucho ruido y, cuando hay mucho ruido, no se oye. Ese es el mayor drama para los científicos. Lo he hablado con decenas de ellos para este libro y con centenares, en el pasado. Y te diré una cosa: todos ellos son honestos. Sí, tienen sus modelos más o menos falibles, pero al final aplican el método científico y no van más allá. La interpretación la hacemos los demás.

—¿Qué podemos encontrar en Calor que sea un soplo de aire fresco?

—Ya lo escribí en un artículo, hace algo tiempo. Tenía un titular algo radical: «Hazte vegano, deja el coche y ten menos hijos». Pero, realmente y bien entendidas, son tres medidas a nuestro alcance que tienen un gran impacto para reducir tus emisiones. Evidentemente, no hace falta ser vegano. No me refería a eso. Yo soy carnívoro, me gusta la carne y poco hecha, pero la he reducido a contadas ocasiones, porque la reducción tiene un impacto muy positivo. Los coches son un problema enorme... En el tráfico rodado, hay que darse prisa y tomar ejemplo. Noruega es el principal productor de petróleo y, sin embargo, el 93% de los vehículos que compraron los noruegos en 2022 eran eléctricos. En España, solo el 5%. En cuanto a los hijos... bueno, ese trabajo ya lo hemos hecho, así que a los españoles no nos pueden culpar (ríe). Estamos en una media de gigatoneladas per cápita muy baja frente a países que tienen 50 de media, como Qatar. Yo diría que esas tres medidas concretas son las que permiten irte a la cama con la conciencia tranquila.

Explicar qué sucede con el clima en clave positiva

Miguel Ángel Criado (Almería, 1968) es licenciado en ciencias políticas y sociología y cofundador de Materia. Es uno de los periodistas que más años lleva escribiendo sobre cambio climático y admite que él mismo está cansado de oír hablar de calentamiento, por lo que considera que hay que incidir más en las soluciones: «Hay casos de éxito que hay que contar. El del lince es un caso fantástico. Hay especies adaptándose a la nueva era climática y la humana está entre ellas».