Entrevista

Oliver Franklin-Willis: "Solo se recicla el 12% de los residuos en todo el mundo"

Este periodista ha seguido el rastro de la basura que tiramos al contenedor durante cuatro años. El resultado es «Vertedero», el libro que destapa «la sucia realidad de lo que tiramos y a dónde va»

Oliver Franklin Wallis
Oliver Franklin-WallisOFW

España se está convirtiendo en el vertedero ilegal de Europa y las mafias nos están tirando encima buena parte de la basura que, en países como Alemania, Francia o Italia, no tienen capacidad de reciclar. En otras palabras: el sistema de los residuos está podrido y nos está empezando a llegar el olor.

«Solo se recicla el 12% de los desechos del mundo», asegura Oliver Franklin-Willis, «el resto se incinera o se sube a un barco con destino a otro sitio y ¡listo! Ahora los residuos son problema de otro». No le importa a nadie hasta que el cubo empieza a rebosar. Esa es la asquerosa verdad que sobrevuela «Vertedero. La sucia realidad de lo que tiramos, a dónde va y por qué importa» (Capitán Swing), la crónica que resulta de un viaje de cuatro años persiguiendo el rastro de nuestros desechos.

Su autor tiene 35 años y es periodista. Vive en Essex, Reino Unido. Dirige la versión británica de la Revista GQ. Ha escrito sobre estafadores del arte y exploradores de los fondos marinos. Lleva muchos años en esto de informar sobre sostenibilidad y, ahora, debuta con su primer libro, que ha sido nombrado Libro de la Semana de Radio 4 de la BBC y uno de los mejores de 2023 por el New Yorker.

Un día tiraste la basura y te preguntaste: «¿Adónde irá? Es como si se desintegrara».

Echas la basura en el cubo una vez a la semana, se la llevan y nunca la vuelves a ver... ¡Puf! Desaparece. Los países del norte global vemos los residuos como algo que se ha resuelto con la tecnología. Si te preguntan, dirás que lo que pasa con ella es que se recicla, pero no es así. No del todo. Lo cierto es que, desde hace 20-30 años, una gran parte de lo que pensábamos que se estaba reciclando, en realidad se estaba cargando en barcos de contenedores que se enviaban al extranjero. Se calcula que más de la mitad de nuestros residuos termina en vertederos o en el sur global. No hay nada tecnológico en este proceso. Todavía nos deshacemos de nuestros residuos de maneras muy anticuadas: los enterramos, los quemamos o se los endosamos a otros para que los entierren, los quemen o los tiren a los ríos.

¿A quiénes?

A lugares como el sur de China y Sudeste Asiático, África, América del Sur y Central... Como resultado de mi investigación, he viajado hasta lugares como el vertedero de Ghazipur, en Nueva Dheli (India), que tiene una superficie de 35 campos de fútbol y es tan alto como un edificio de 25 plantas y he visto cómo nuestra ropa llena las playas de Ghana. Te hiela la sangre. Nuestro sistema está roto.

Pero nos dicen que una botella de agua tiene vidas infinitas...

Nos dicen que el plástico es el material más fácil de reciclar, porque llevamos años haciéndolo. Entonces, ¿cómo es que cada vez más islas de plásticos flotando en el océano, que no se descomponen en siglos? ¿Por qué el ser humano tiene cada vez más microplásticos en la sangre y el cerebro? El sistema de residuos que tenemos se basa muchas veces en el engaño, en las mentiras y en un mito: podemos reciclarlo todo. Mi esperanza con este libro es, al menos, proporcionar algo de transparencia.

¿Los gestores de reciclaje no la tienen?

Sí y no. El tema es que, en el Reino Unido –y entiendo que la mayoría de los países europeos funcionan con un sistema similar–, la forma en que contamos lo que se recicla está «rota». Visité una de las mayores instalaciones de reciclaje de botellas del mundo. ¿El secreto para sus buenos número? Es simple: pesan los residuos que se están reciclando en el momento en que entran en la fábrica. En realidad, tenían una tasa de pérdida de residuos de alrededor del 50%. Solo la mitad de la cifra real se estaba reciclando. Nuestras cifras nacionales de reciclaje están infladas.

¿Cómo?

En la mayoría de los países, cargas un barco de contenedores lleno de plástico y, en el momento en que sale del puerto, se marca como reciclado. No hay nadie comprobando en el otro extremo. Nadie se baja del barco en China, Tailandia o Turquía y se asegura de que nuestra basura se esté reciclando allí. Eso significa que, a lo largo de los años, han abusado de nuestra confianza. Pero se puede solucionar. Apliquemos tecnología de verdad. Blockchain que demuestre la trazabilidad, cuánto se recicla, cuánto acaba en las playas de Ghana y quiénes son los responsables de esos residuos.

España está en el blanco el tráfico ilegal de residuos. ¿Cómo operan las mafias?

Hoy en día, la basura es un negocio millonario que está en manos de unas pocas empresas gigantes que tienen lucrativos contratos con ministerios y gobiernos... Pero también hay mafias que operan más barato. En realidad, los residuos se han relacionado con el crimen durante siglos. Los Soprano ya trabajaban en el negocio, en EEUU y en Italia. En Japón también ha habido siempre mafias del reciclaje. ¿Por qué? Por dos razones. Una es que es la basura es asquerosa y nadie más quiere tocarla. La segunda es que, como es asquerosa, nadie mira. Es muy fácil ocultar cosas en el negocio de los residuos. Así que, durante mucho tiempo, se tratan como inútiles; algo que se puede arrojar a otras personas. Las bandas criminales dicen: «Oh, yo puedo deshacerme de tu ‘caca’ más barato que esta multinacional». Y, ya sabes, nadie comprueba que no estés llevando la basura unos cuantos pueblos más allá y arrojándola en un campo.

¿Hay que aumentar los recursos destinados a la vigilancia?

Hasta hace poco, las fuerzas del orden no han prestado mucha atención al tráfico ilegal de residuos. Contaminar no se ha tratado nunca como un delito grave en comparación con otros, como las drogas; históricamente ha caído en la lista de cosas que importan poco, pero también intoxican. El triángulo de la muerte, alrededor de Nápoles, tiene una larga historia de vertido de residuos tóxicos en el medio ambiente y, ahora, la población padece un gran aumento en las tasas de cáncer. Aunque ahora mismo la vigilancia (especialmente en la UE) es mayor que nunca y reforzarla no estaría mal...

¿Qué sucede?

Que no solo vale con eso. Este negocio es muy opaco, lo que dificulta la identificación del alcance de las operaciones criminales. Estas organizaciones a veces transportan diferentes cosas de las que dicen que llevan. Por ejemplo, indican que llevan residuos domésticos en un cargamento de plástico, para evitar impuestos.

¿Qué papel juegan los gobiernos en este problema?

Hasta hace poco, los gobiernos han considerado los residuos una prioridad muy baja y no han invertido lo suficiente en reciclaje, recogida de residuos ni en vigilancia. Esto ha permitido que las empresas y los criminales se aprovechen.

¿Cómo se aprovechan?

Porque los residuos no son solo residuos, sino una parte importante de la economía global, con empresas que emplean a miles de personas y generan miles de millones de dólares para su "gestión". Tiene, además, algunas peculiaridades, como que les ayudamos gratuitamente a separar los residuos o que reciben dinero de las administraciones públicas. Lo justo es que asuman la responsabilidad de su basura de la misma manera que se responsabilizan de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Por qué no le damos la misma importancia que al famoso CO2?

Tenemos la percepción de que las emisiones de CO2 son más urgentes que los residuos, pero lo cierto es que sólo los residuos sólidos producen alrededor del 5% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y los alimentarios emiten del orden del 10%. Aunque hay que tener en cuenta de que los datos proceden de dos fuentes distintas, esas son las cifras. Las cantidades son enormes. Gran parte de esos GEI son de metano, un gas que calienta entre 8 y 30 veces más que el CO2. Es ahora cuando realmente estamos empezando a entender el impacto de este gas, porque ahora podemos ver la Tierra con satélite y fijarnos en esas plumas de metano saliendo de los grandes vertederos en el Sur global.

¿Qué podemos hacer los consumidores para abordar esta crisis?

Todos tenemos responsabilidad sobre nuestros residuos. No estoy diciendo que dejemos de separar o reciclar. Sin embargo, el problema no se puede resolver de forma individual, sino mediante acción política y con la acción de las empresas. Algunas soluciones incluyen: arreglar el sistema de reciclaje, hacerlo más transparente, enviar menos residuos al extranjero y diseñar envases más fáciles de reciclar; hacer que las empresas que producen grandes cantidades de envases no reciclables paguen más y paguen para limpiarlos; hacer que los materiales vírgenes sean más caros; reducir nuestro consumo, reutilizar y reparar.

¿Ve posible arreglar el problema de los residuos?

Soy optimista en que, haciendo esto y utilizando la tecnología, el problema será más fácil de solucionar. En mi libro no hay catastrofismo, a pesar de las cifras. No lo hay porque confío en que, igual que hemos creado este problema, podemos solucionarlo.