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Cambio climático

Las plantas españolas ya no entienden el otoño

El calor confunde a la vegetación: fructifican y florecen dos veces al año; una cuando les toca y la otra entre septiembre y octubre

Árboles de un bosque
Árboles en otoñoOMER MESSINGERAgencia EFE

El inicio de un otoño anormalmente cálido y seco ha dado paso a un principio de noviembre más frío y adecuado a la época del año. La naturaleza, al igual que nosotros,

ha notado este «retortijón» climático. Así lo ponen de relieve los datos ciudadanos recogidos por la red FenoCat del Servicio Meteorológico de Cataluña (SMC) y del observatorio RitmeNatura del CREAF. El equipo de científicos que los valida confirma que las plantas ya no entienden que están en otoño. Por contra, muchos árboles frutales (naranjos, almendros, ciruelos o granados) y plantas como el espino blanco, la zarza, la retama, el endrino o la jara negra han vuelto a florecer, como lo hicieron en primavera. Además, han rebrotado y florecido especies tan importantes como el viñedo, y han producido fruto por segunda vez árboles como el peral o el cerezo.

¿El problema? «Las floraciones y fructificaciones de otoño son bastante más discretas que las primaverales, pero requieren de un gasto energético por parte de las plantas que normalmente no les sirve para nada, ya que estas flores y frutos dejan de ser viables cuando llega el frío. Es un derroche de recursos que podrían necesitar la siguiente primavera», afirma Ester Prat, coordinadora del observatorio ciudadano RitmeNatura del CREAF. Esta modificación de los ciclos naturales de las especies se ha producido en gran parte de Cataluña, aunque otros estudios ponen de relieve que está sucediendo por zonas de toda España. La pregunta es: ¿nos quedamos sin otoño?

«Llevamos años observando una clara tendencia a la reducción de las estaciones de transición, es decir, la primavera y el otoño. Este año hemos tenido condiciones climáticas prácticamente de verano hasta finales de octubre», explica Jordi Cunillera, jefe del equipo de cambio climático del SMC. La caída de las hojas y su cambio de color a esos dorados y marrones típicos del otoño se retrasa cada año un poquito más. «Si hace más calor, los árboles caducifolios mantienen las hojas durante más tiempo y alargan el período en que realizan la fotosíntesis, de forma que cambian sus condiciones naturales habituales y necesitan más agua. Por otro lado, en los lugares donde la sequía tiene un gran impacto, el déficit hídrico puede llegar a tener más peso que el alargamiento de la estación cálida y los árboles pier￾den las hojas como mecanismo de defensa para no perder mayor humedad», concluye Cunillera.

El hecho de que las plantas cambien el momento de la floración acarrea efectos negativos. El primero, que los animales también alteran sus momentos de migración y despiertan de la hibernación antes. Por otro lado, las flores y los insectos que deben polinizarlas aparezcan en momentos diferentes y no se encuentran (contribuyendo a la extinción de ambos reinos). Y por último, las heladas dañan a las flores y las cosechas.