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Camellos: “Es un poco tedioso cómo se repite el pop de hoy en España”

El grupo presenta hoy “Calle para siempre”, un disco mordaz y lleno de temazos, armados con chascarrillos, algo de absurdo y bromas privadas que te incluyen en la pandilla que forma el cuarteto

Catalina O.
Catalina O.larazon

Cuando hay gente todavía pillando las bromas del primer disco, Camellos publican su segundo trabajo, “Calle para siempre”, un álbum mordaz y lleno de dobles sentidos desde el título, un disco en el que su estilo garagero evoluciona favorablemente y sigue invitando a participar en su universo de bromas privadas, lemas punkis y estribillos paridos en el seno de la pandilla que forman Fernando (voz y guitarra), Frankie (voz y guitarra), Tommy (bajo) y Jorge (batería). Desde la infalible “Arroz con cosas” a la tragicomedia de “Tentaciones”, el segundo álbum de Camellos vuelve lleno de juegos de palabras y chascarrillos absurdos. Más cachondeo y menos sermones, más reír y menos poetizar son los lemas del cuarteto. Hoy lo presentan en Madrid y algunos no pillarán las bromas hasta que salga el tercero. Vamos a quedarnos con una: “Me hiciste un Tarzán / cuando soltaste mi rama / tenías otra agarrada”.

–Pocos grupos son tanto sus miembros, sin personajes.

-Hemos recibido alguna crítica súper esnob en las que nos critican en parte y a la vez nos adulan por ser tanto nosotros. En el grupo cantamos como hablamos, y hay quien conecta y otros que no tanto. Por eso nuestra progresión va más despacio que otros grupos que pegan el petardazo.

-En sus letras hay muchas bromas privadas que uno va pillando o imaginando.

-Totalmente. Escogemos las que transmiten un cierto mensaje y al final ocurre algo que no pretendíamos. La gente nos dice que se genera una sensación de que se sienten como parte de esto, como si fueran colegas, y eso nos hace mucha ilusión, nos gusta.

-El humor es fundamental en su música.

-Pero en España con el humor es muy difícil que te tomen en serio. Si haces temas sobre que te ha dejado tu novia y que estás fatal... la gente lo sigue más. Pero no lo estoy criticando, ¿eh? Creo que es algo que nos pasa a todos. Nosotros en el pop vemos mucho las dos caras. El “qué bien estoy contigo” y el “qué bien estoy sin ti”. Es un poco tedioso cómo se repite el pop hoy en día en España. Por eso, buscamos el pop a nuestra manera y suponemos que hay gente a la que no le entra porque lo deben ver un lenguaje demasiado rompedor, aunque no nos creemos creadores de nada.

-Hay una tradición de letra satírica en España. ¿Tienen algún referente?

-Nos gusta mucho Ilegales, porque sus letras son muy irónicas, se ponen estúpidos cuando quieren y eso nos encanta. Y Siniestro Total, por ejemplo, o los Enemigos, que son un poco más graves, pero ese sonido y ese rollo sí que nos interesa, aunque musicalmente siempre nos hemos identificado mucho con la escena británica: los Buzzcocks o los Clash. La Polla Records nos encanta a todos menos al bajista, al americano (Tommy Dewolfe).

-Luego abrimos un capítulo para Tommy, pero, ¿es el humor un requisito indispensable? ¿Algún día Camellos pueden ponerse profundos?

-Es algo que va a las bases del propio grupo. No tenemos nada en contra de la seriedad y la gravedad. Pero cuando oigo cantar a alguien como si fuera Garcilaso de la Vega me pongo un poco tenso. Nosotros no somos así y cantamos como somos. Nos parece más realista y más natural, es nuestra forma de comunicarnos. Que no sé, a lo mejor la vida nos lleva a otro terreno y adoptamos un lenguaje serio y grave, pero el que sólo vea tonterías en nuestras canciones y piense que no hay nada serio detrás, es su problema.

-Lo que deja claro es que tienen una amistad muy fuerte en el grupo.

-Lo montamos siendo amigos, cuando salíamos de fiesta por ahí. Cuando se fue Lucho, el batería original, metimos a un amigo, Jorge. Y la gente que colabora con nosotros, desde el arte de las portadas hasta las fotos, son gente que ya conocemos y que están en nuestro círculo.

-Hablando de salir de fiesta. La “intro”, esa llamada de teléfono al camello...

-(Risas) Sí, nos gustan las referencias escabrosas que le hacen sentirse a la gente incómoda. Pero vamos a ver, que nuestro batería, por no no drogarse, ni bebe. Queríamos hacer algo gracioso que creemos que representa la noche de muchos madrileños, españoles y personas del mundo, y nos hacía gracia abordarlo así, sin mencionar nada, pero que todo el mundo sabe de qué se habla. Es esa conversación que has oído mil veces pero que nunca sabes de qué están hablando ni qué tipo de pizza van a pedir, si doble de queso o carbonara.

-Hacen una genial parodia del casticismo madrileño.

-El grupo hemos hecho todos nuestra vida reciente aquí, los últimos 10 o 12 años. El batería y yo somos de Huesca, Paco es de Manzanares, Ciudad Real, y Tommy de Kansas City. Vivimos el Madrid más profundo y nos encantan sus bajos fondos. Hemos conocido muchas cosas y nos enamora Madrid. Siempre nos hemos sentido fenomenal acogidos.

-Y le tienen muy pillado las cuatro cosas de las que un madrileño puede presumir... es casi un “sketch” de “Pantomima Full”.

-Eso del agua, ya fuera de coñas, es que es para estar orgulloso. De la fiesta y del agua. Estamos enamorados del agua.

-¿Les preocupa que haya quien se lo tome todo a cachondeo y no pille el trasfondo?

-Al principio, bastante. No queríamos que nos metieran en el saco de Mojinos Escozíos, o con Mamá Ladilla, que a mí me encantan los segundos, pero no creo que juguemos en la misma liga. Yo creo que quien pueda pensarlo es que no pilla el mensaje y les damos igual. Después de darle algunas vueltas, creemos que debemos jugar con esa percepción más que oponernos a ella. La gente puede tomarnos en serio o no y por eso se definen. En las canciones hay cosas que nos preocupan, desde nuestro entorno laboral a las relaciones personales. Lo transmitimos como podemos, con humor o con ironía.

-"Hay sangre en la impresora" es un verso con crítica.

-No lo podemos evitar, hablamos de nuestro entorno. Nosotros trabajamos, no vivimos de la música, y si fuera al revés, igual no nos preocupábamos de nada. Pero es que es nuestra realidad y no lo podemos evitar. Que se acepte la explotación laboral o la estupidez de consumir un tipo de cocina que no te puedes permitir nos cabrea.

-¿Alguno de Camellos se ha enamorado de su jefa?

-Podría ser que sí. (Risas) No vamos a destapar nada...

-Me decía que tienen un trabajo al margen del musical.

-No solemos hablar de la música dentro de la música. Somos conscientes de que somos muchos grupos que intentamos luchar para vivir de ello, y la situación general sí que nos molesta. Porque la música se consume de una manera que no permite que los músicos vivan de ella. Quizá porque la sociedad piensa que la cultura es una cosa pasajera o no tan importante o porque hay una serie de elementos que abarcan desde Spotify a las salas de conciertos que no favorecen que sea posible. Hay muchos grupos de calidad en España y de momento no se puede, pero peleamos por ello.

-Pienso que Camellos no está lejos.

-Estamos en el momento de ir un poco mejor, ya no “palmamos” dinero, pero no lo suficiente para dejar el trabajo. Creo que nuestro nombre se escucha, pero entre el círculo de gente que escucha música y para “petarlo” tienes que llegar a los que no lo hacen habitualmente. Tenemos buenas sensaciones, no voy a ser hipócrita, pero eso sólo hace que respetemos mucho a los grupos que ya lo han conseguido.

-Habíamos prometido un capítulo especial para Tommy Dewolfe. Con el uso que hacen del lenguaje, tan lleno de dobles sentidos ¿cómo se defiende él?

-Este capítulo es el que más me apetece. A Tommy le conocí en un concierto de Pony Bravo una noche que terminamos súper mal. No hablaba castellano y después fui a verle tocar versiones de los Stones. Es una persona increíble. Luego le fuimos conociendo y no hacíamos más que joderle cambiando las formas verbales y diciendo el artículo incorrecto para fastidiarle y, aún así, aprendió castellano y se ha adaptado perfectamente. Vive en Vallecas y está integradísimo. Hay varias coñas suyas en el disco. Es uno más.

-Sus letras están llenas de consignas punkis y frases inconexas que al final tienen sentido global ¿cómo las construyen?

-Completamente. Pero como todo es entre los cuatro... Digamos que generalmente una persona lidera más cada una de las canciones porque tiene la idea de hablar de un trabajador que se enamora de su jefa, por ejemplo, y los demás van aportando. Y hacemos un discurso. Pero siempre hay una idea de partida que vamos dando forma aunque para cada uno tiene un significado.

-Me ha dicho un amigo que el disco nuevo suena a Camellos como si hubieran aprendido a tocar.

-A ver, todos teníamos grupos de antes y sabíamos tocar, pero sí que hemos aprendido a hacerlo juntos. Yo matizaría esa crítica y la acepto así. A ver, yo tengo formación de conservatorio y Tommy ha estado en escuelas también. Jorge y Paco son más autodidactas pero han ido a academias y tal. Yo he estado en la Escuela de Jazz de Madrid, vamos, estudiando bastante a saco.

-¡Zas! Por hacerme el gracioso, me lo merezco. A ver, no me esperaba lo del conservatorio... Pero creo que puede haber un malentendido con la capacidad de Camellos como instrumentistas, porque como el primer disco estaba grabado un poco “aquí te pillo, aquí te mato”...

-Somos conscientes de eso. Y es que el primer disco se grabó como dices, en dos días, en directo. Nosotros trabajamos mucho y transmitimos por nuestra forma de tocar que vamos despreocupados y no tocamos académicamente. Hacemos las cosas más espontáneas porque nos sale así. Pero puede que haya la sensación de que hay veces que no sepamos tocar. Pero no te creas que nos importa mucho que lo piensen.