Música
Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura
Formada por niños y jóvenes procedentes de la ciudad paraguaya de Asunción
Un violín “de verdad” vale más que una casa en el barrio marginal de Cateura, en Asunción (Paraguay), pero la orquesta que lleva su nombre no cambiaría por nada los instrumentos hechos con basura con los que nació en 2005 y que les han hecho famosos en su objetivo de darle “un futuro” a quienes no lo tenían.
“No hemos salido de un cuento de hadas, hemos construido nuestra propia historia. No aportamos calidad ni técnica, pero la música llega a donde nunca lo había hecho”, ha asegurado en declaraciones a EFE su director, Favio Chávez, en un descanso de los ensayos de su actuación esta noche en el Teatro Real, en el que también intervendrá su “hermana pequeña”, la Orquesta Ecoembes.
La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, formada por jóvenes de entre 11 y 25 años, está de gira por España, Andorra Francia, Suiza, Luxemburgo, Alemania, Holanda y Bélgica, en total 32 días de viaje, el tour más largo de su historia.
Empezaron el día 28 tocando en Santander y esta noche lo harán en el Real de Madrid junto a Luz Casal y Sara Baras, a las que acompañarán en la interpretación del bolero “Historia de un amor”, en un concierto de poco más de una hora que presidirá la reina Sofía y para el que están agotadas las entradas.
“Cateura trata de combinar oportunidades tan excepcionales como actuar en el Teatro Real con hacerlo en pequeñas escuelas como la de un pueblo de Lyon desde el que nos escribió su maestra”, explica Chávez, al frente de los 25 músicos que han sido escogidos de entre los 60 que forman la orquesta para hacer esta gira.
La elección de quienes viajan obedece a muchos factores, entre ellos a la responsabilidad y entrega de quienes la forman, pero también a las circunstancias de los “muchachos” porque su objetivo fundamental no es “hacer músicos” sino dar “oportunidades” a quienes no las tienen, bien por razones económicas o porque pertenecen a familias desestructuradas.
“Hacemos lo contrario de lo habitual. La mejor orquesta es la que está más afinada, compenetrada, ajustada, pero nosotros formamos un grupo nuevo cada vez para que todos sean partícipes del cambio que supone en sus vidas no estar en la calle”, explica Chávez, que recuerda que en 15 años han pasado por la orquesta y su escuela unos mil niños, de los que solo diez se dedican a la música.
La orquesta es un proyecto que se autofinancia con la venta de entradas y aportaciones de Estados Unidos y Canadá, mientras que Paraguay “les cobra hasta los impuestos”, se duele Chávez.
Matías Rojas, de 15 años, toca un violín hecho con madera de palé, una lata de pintura, una fuente para cocinar sopa paraguaya y un tenedor como cordal, y está encantado con formar parte desde hace tres años de la orquesta y, sobre todo, con este viaje. “He conocido a mi abuela, Ramona Florentina Aracuyu, que emigró a Madrid en 2003 y a uno de mis tíos”, cuenta emocionado a EFE.
Él se “apuntó” a la orquesta, junto con su hermano Jesús, que toca el violonchelo, porque le dio “envidia” una compañera de su escuela. “No tenía ni idea de música pero quise estar con ellos. Se estudia mucho y no tienes tiempo para nada pero estoy contento. No voy a ser músico, quiero estudiar Comercio Internacional y ser azafato porque me gustan los aviones desde pequeño”, revela sobre su futuro, que “seguramente” pase por estudiar en Madrid cuando “sea más grande”.
Tampoco quiere dedicarse a la música Analía Pintos, de 17 años, miembro de la orquesta desde 2016 con un violonchelo hecho con una lata de aceite de avión y madera de palé, construido como el resto de instrumentos reciclados por el luthier Don Colá con la ayuda de todos. “No estoy especialmente dotada. Me metí porque quisieron mis padres. Los dos primeros años me costaba mucho ir y ahora lo que cuesta es arrancarme de allí. Mi motivación ahora es estar con gente de mi edad pero también hacer algo por Paraguay”, precisa Pintos.
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