Opinión

¿Acaso seríamos los mismos sin historias?

El

próximo martes, 23 de abril, se celebra el Día

Internacional del Libro, una jornada que rinde homenaje al libro y a sus

autores, animando a todos, en especial a los más pequeños, a descubrir el

placer de la lectura. Como maestro, diplomado en Magisterio de Educación

Infantil, soy plenamente consciente de la importancia de los libros en el

aprendizaje y en el desarrollo de todas las personas. «El que lee mucho y

anda mucho, ve mucho y sabe mucho», decía Miguel de Cervantes, uno de los

autores en base a quien se fijó esta fecha -se dice que el 23 de abril coincide

con la muerte o fecha de nacimiento de autores prominentes como Cervantes o

Shakespeare y que por ello se estableció en este día-.

Las

personas somos como los libros; unos más aventureros, otros menos atrevidos, más

alegres o melancólicos, pero todos con una historia inspiradora que contar y

muchas páginas en blanco por llenar. La literatura tiene el don de trasladarte

a kilómetros de distancia, viajar al pasado o catapultarte al futuro. No solo

te permite sumergirte en otras realidades y vivir aventuras ajenas como si

fueran tuyas, sino que llega a funcionar como refugio, una forma de encontrar

tu sitio, aunque éste sea en mitad del desierto a lomos de un camello o en una

nave espacial en el año 3019. Ahí reside la magia de las letras y es que, entre

líneas, nos descubrimos a nosotros mismos.

Todos queremos encontrar nuestro sitio, en especial

los que durante mucho tiempo pensamos que ese lugar no existía. Quizá por alejarnos de la norma, debemos trabajar

más para encontrarlo. Tengo la suerte de haber encontrado el mío,

sensibilizando a la sociedad en general y al mundo empresarial en particular

como consultor en Diversidad de la Fundación Adecco, aunque también como

escritor.

Para

ayudar al resto de las personas con discapacidad y a sus familias a encontrar

también su sitio, he escrito tres libros: «El reto de aprender», «Ser diferente

es un valor» y, por último, «Niños con capacidades diferentes: Manual para

padres». Los tres persiguen un objetivo común: defender el valor de la

diversidad como enriquecimiento social. El primero lo escribí a modo de

reflexión sobre la educación, la enseñanza y el aprendizaje. El segundo va

dirigido a todos los padres que tienen un hijo con Síndrome de Down u otro tipo

de discapacidad, fundamentalmente intelectual. Nacer con discapacidad es un

reto y, por ello, creo que una publicación como ésta era necesaria en nuestra

sociedad, sobre todo porque nace de mi propia experiencia. Es un libro sencillo

y, ante todo, sincero. Abordo temas como la sobreprotección, la

infantilización, la autonomía o la inserción laboral, los principales grandes

retos a los que se enfrenta una persona con discapacidad. El último, «Ser

diferente es un valor», cuenta mi historia en formato de cuento para niños y

recuerda que la única discapacidad es la

de no entender que todos tenemos capacidades diferentes. También he

impulsado la Guía «Muy válidos para el empleo». Escrita en lectura fácil, este

manual quiere apoyar en su búsqueda de empleo a las personas con discapacidad

intelectual. Sentirte útil aumenta tu autoestima de una forma increíble, por

ello creo que la empleabilidad de las

personas con discapacidad es fundamental a la hora de cimentar una sociedad

sana.

Los

libros y las letras en general ayudan a derribar las barreras mentales que

durante años se han consolidado en nuestra sociedad. Desaprender no ocurre de

la noche a la mañana. Es cuestión de constancia y voluntad y los libros nos

ayudan a descubrir lo importante que es valorar a las personas por sus

capacidades y no por lo que no pueden hacer.

El

próximo martes, libreros, escritores y floristas envolverán la ciudad para

celebrar el poder de las letras. Sin historias, no seríamos los mismos. Ya lo

escribió el gran Galeano en su día: “Los científicos dicen que estamos hechos

de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias.” Por

muchos avances científicos, poco seríamos sin el arte de escribir. Yo le debo

mucho a las letras y no tengo duda de que la literatura es, en parte,

responsable de la persona en la que me he convertido.