Opinión

Mala sombra

El tío Patricio era nuestro vecino. Su casa, ahora hecha una ruina, bordeaba el corral de la plaza, casi enfrente de la nuestra. La había encalado, y la tía Higinia, su mujer, tenía siempre geranios en el balcón, y los domingos por la tarde jugaba a la brisca con mi madre en la entrada o en el portal, incluso después de que le picara una víbora en la mano cuando la escarda. Tuvieron una parva de hijos, y la familia salió adelante arrimando todos el hombro.

Llegaron a contar con una buena piara de ovejas, una mediana hacienda y dos caballejos castaños. Al tío Patricio nadie le negaba pericia como esquilador. Iba con la cuadrilla por las casas a finales de mayo, cuando pesaba ya la lana a los animales, y sacaba los vellones a punta de tijera como nubes de verano. Su madre, la tía Romualda, que vivía en la aldea vecina, era bizmera y poseía la «gargantilla», una joya prodigiosa que curaba la mastitis de las cochinas recién paridas.

El tío Patricio, un hombre poco hablador y sin más aficiones que el ganado y la tierra –ni fumaba, ni cazaba, ni jugaba a la pelota– tenía un nogal en el costero del huerto del Barranco, junto a la Pieza del Roble, que era la envidia de todos. Era un árbol grandioso, entre helechos, con una copa redonda que se poblaba de nueces si no venía una helada tardía. Los niños en verano merodeábamos sus verdes «cocones». Para algunos supervivientes de entonces es el árbol de nuestra infancia. Decían en el pueblo que el nogal del tío Patricio tenía más de un siglo, como el olmo de la iglesia. En Sarnago, fuera por lo que fuere, no había frutales.

El nogal era la excepción. Por eso sorprendió más a todos su desaparición de la noche a la mañana. Lo habían talado a ras, y la valiosa madera se la llevó uno de San Pedro Manrique por cuatro perras. Eso dijeron. Al tío Patricio costó Dios y ayuda sacarle una explicación. Al fin dijo: «El nogal daba mala sombra». Coincidía, sin saberlo, con Alonso de Herrera en su «Obra de Agricultura» publicada en 1513 por encargo del cardenal Cisneros. Según él, la sombra del nogal es pesada y perjudica a los frutos que hay debajo, y a las personas. Pero esta malignidad para el que está debajo no pasa sólo con árboles como el nogal del tío Patricio. Hay personas que tienen mala sombra y ahí siguen, tan campantes. Obsérvese, sin ir más lejos, el huerto de la política.