Opinión

26M: Los ayuntamientos deben garantizar la diversidad

El 28A marcó un antes y un después en nuestra

sociedad, y supuso una gran conquista en materia de los derechos de las

personas con discapacidad intelectual, sobre todo para esas 100.000 personas

que recuperaron su voto. Muchos de ellos votaban por primera vez y, en menos de

una semana, lo harán de nuevo en la triple cita electoral del 26M: municipales,

autonómicas y europeas.

Vecinos de 8.131 ayuntamientos, 12 comunidades

autónomas —todas menos Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y País

Vasco— y 427 millones de europeos acudirán a las urnas para ejercer su derecho

a voto. Del mismo modo que la mayoría de medios de comunicación se interesó por

el gran hito del 28 de abril, haría falta que se interesaran por otras

problemáticas que atañen a las personas con discapacidad como su participación

política, el acceso a la educación, el disfrute de una vida independiente,

afectiva y familiar, la promoción de la autonomía y la lucha contra la discriminación.

Uno no se puede quedar en los titulares, las conquistas deben materializarse y

la plena inclusión no será una realidad hasta que no se aborden estos temas. Por

ello, el 26M se presenta como una nueva

oportunidad donde poner sobre la mesa estas problemáticas y alzar nuestra voz.

Los demás pueden ponernos límites.

Nosotros no.

Siempre he sido una persona muy optimista pero crítica

en la política. En parte porque considero que existe una falta enorme de

empatía dentro de la misma. Se presta mucha atención a los números y poca a las

personas que se esconden tras las estadísticas. Somos personas de carne y hueso,

cada una con nuestra historia: ni peores ni mejores, diferentes. Es por ello por

lo que, a colación de las elecciones municipales del próximo domingo, quiero reivindicar

el inmenso poder que tiene la política local para concienciar sobre la

importancia de la diversidad. La política cercana, aquella que permite un diálogo

fraterno entre ayuntamiento y vecinos, debe ser conocedora de su

responsabilidad e impacto a la hora de sensibilizar sobre la inclusión social

de las personas con discapacidad.

Los políticos deberían desterrar la numerología tan

profusa y centrarse en las personas, y esto está mucho más al alcance de los

ayuntamientos. Se echa en falta más realidad y menos palabrería y eslóganes. Es

cierto que hay una implicación política, pero ésta sigue siendo muy aparente,

muy de palabra, muy de gesto, aún falta una voluntad real y profunda de cambio.

La clase política debe comprometerse. No basta con decirlo, hay que hacerlo con

todo lo que conlleva. Y saber que ese compromiso lo adquieres con las personas

de tu localidad, quiero pensar, que impone mucho más.

En pocos días votaremos por cuestiones realmente

importantes para el futuro de nuestro país y, me atrevería a decir, de nuestro

mundo. Las elecciones europeas nos recuerdan que el mundo se enfrenta a

problemáticas globales que, por lo tanto, deben tener soluciones globales pactadas

entre todos. No podemos seguir dándole la espalda a los grandes retos

humanitarios de nuestros días o al cambio climático, que son actualmente las

urgencias número uno de nuestro planeta. Y, aunque son importantes los pactos

globales, los problemas han cruzado las fronteras y ya no entienden de

territorios o banderas, por ello yo confío en el poder de la política local

como herramienta clave para abordar aspectos complejos. Tengo claro que, para

generar un cambio global, debemos hacer frente primero, a los retos más

próximos.

Una de mis primeras experiencias laborales fue en

el Ayuntamiento de Málaga. Allí no solo participé en proyectos

interesantísimos, sino que fue entonces cuando hice de mi proyecto profesional,

el mío personal: la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad;

un proyecto vital por el que sigo trabajando profesionalmente con la Fundación

Adecco.

Entonces me di cuenta de la importancia de los

ayuntamientos. Allí se pulsa y se siente la ciudad. Comprendí que los

municipios son la base, son el contacto directo con la gente y creo que es un

buen punto de partida para cambiar las cosas. Sin duda, los ayuntamientos son

el contacto con la realidad inmediata. Una realidad inmediata y cercana que decidirá

el futuro de quienes gobiernan nuestras ciudades, que sea quien sea el ganador,

tiene que garantizar en ellas el respeto a la Diversidad.