Opinión

Ya hemos roto con el canon de belleza

Hoy

en día parece complicado establecer un canon de belleza claro en nuestra

sociedad. Es decir, unas normas sobre aquello colectivamente y personalmente

suele atraer, gustar o consideramos estético. Los cánones de belleza cada vez

son más subjetivos, relativos al ojo humano, y sobre todo volátiles.

Un

canon de belleza que ha ido cambiando a lo largo de la historia y que incluso

ha llegado a caer en contradicciones con cánones anteriores. Debemos ser honestos,

la discapacidad históricamente jamás ha inspirado belleza y siempre se ha

asociado a imperfección. Aunque ha sido fuente de inspiración para muchos

artistas, solo hay que recordar a Frida Kahlo, Cervantes, Toulouse-Lautrec o

Velázquez.

Pero

estamos cambiando esta realidad. Y no solo es solo un éxito de las personas con

discapacidad, es un éxito colectivo. Estamos naturalizando la discapacidad como

parte de la cotidianeidad, y poco a poco veo que somo capaces de entenderla no

como una excepción sino como una fuente de riqueza social, emocional y

cultural.

En

las artes escénicas y medios de comunicación es nuestro momento: Campeones, el

programa Gigantes de la Fundación Adecco, la Excepción, Danza Mobile o Dónde

Comen Dos, entre otras. Un sinfín de iniciativas que nos inspiran desde un

punto de vista distinto y del que no estamos acostumbrados: el talento de los

que hasta ahora nunca habían ocupado el espacio del foco. El reto es

naturalizar la presencia de la discapacidad en todos los aspectos de nuestra

vida, incluso para los más estetas. La discapacidad puede ser y es modelo de

éxito y de belleza.

El

arte tiene la capacidad de imaginar aquello que no existe, el futuro, los

sueños. El arte es sin duda, un gran aliado en la expansión de la diversidad y

la discapacidad en nuestra sociedad. Por esta razón el arte tiene una gran

importancia pedagógica para la sociedad: nos permite mirar una obra como si

miráramos a otra persona a los ojos, nos permite entender la complejidad del

ser humano, nos deja liberarnos de prejuicios y nos deja emocionarnos en una

vida cada vez más fugaz. Ese momento íntimo es ideal para reflexionar sobre nuestros

límites, miedos y prejuicios.

Evidentemente

la inclusión de personas en situación de vulnerabilidad debe darse en todos los

ámbitos, pero la libertad del arte no discrimina al artista, solo valora el

resultado. Este hecho deberíamos aplicarlo en muchos ámbitos de nuestra vida.

En

definitiva, tal y como empezaba este artículo, si nos parece que no hay un canon

de belleza claro es que la diversidad está surgiendo efecto, sin duda, en el

arte.