Opinión

Conspiración

El nacionalismo no descansa nunca. Tampoco en vacaciones. Por eso estos días de calorina y reuniones en Waterloo, han decidido abrazar el contubernio. Al monstruo del lago Ness y al asesinato de Kennedy, propios de estas fechas, se ha sumado el independentismo catalán con su teoría conspirativa sobre el 17 de agosto. Es decir: que el gobierno sabía los planes del terrorista dae Ripoll y no evitó el atentado para manipular el «procés». Pero la paranoia tiene sus motivos. No en vano, los que la defienden, son sus políticos más señalados. Aunque una explicación sencilla a este dislate tiene mucho que ver con lo que se les viene encima en septiembre: sentencia e investidura.

A muchos nos ha sorprendido el papel jugado por Gabriel Rufián durante las sesiones de investidura de Pedro Sánchez. Parecía el mundo al revés. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, y Pablo Iglesias se enzarzaban en un no pacto en directo, mientras el portavoz de ERC hacía uso de todas sus dotes de persuasión para conseguir un acuerdo de gobierno que finalmente saltó por los aires. Anunciaba Rufián que en septiembre sería mucho más complicado conseguir ese acuerdo. La presunta sentencia condenatoria de los presos golpistas obligaría a ERC a sumarse al no de JxCat y quizá ya no saldrían las cuentas. Es un decir.

Y es un decir porque a ERC le ha venido mucho mejor electoralmente esta etapa de pactos y discursos conciliadores que la gamberra anterior. Y, además, no se puede comparar tener a un presidente apoyado por Podemos, a tener al mismo Sánchez pero esta vez cogobernando con Ciudadanos. Y ese es el panorama que los «indepen» quieren evitar a toda costa. ¿Cómo si no van a conseguir el indulto? No otras alternativas posibles. La primera ya ha fracasado.

Pero queda otra, me dirán. Y es verdad: la repetición electoral parece ser lo único que se va dibujando en el horizonte. Pero eso, fíjense, no gusta a los nacionalistas. Han tenido, tanto en Cataluña como el País Vasco, un magnífico resultado. Muy difícil de repetir. Las encuestas así lo señalan. Y claro, la desmovilización de los votantes podría dibujar un escenario muy distinto al actual, especialmente en sus territorios.

Por eso han vuelto a la conspiración: España nos roba, o España nos mata. O deja que nos maten. Ellos siempre a lo suyo. Lo dicho: no descansan ni en verano.