Opinión

No hay un camino correcto, ni un currículum perfecto ni existe el mejor trabajo

Hace menos de una década

no existían muchos de los empleos que conforman el mercado laboral actual. Nos

hubiera sido imposible imaginar en algún momento la llegada de una red social

tan potente como Instagram, por ejemplo, y que encima ésta diese empleos, o

pensar que con un sencillo clic en nuestro teléfono alguien pudiera traernos

las llaves de casa sin necesidad de desplazarnos.

Tratad ahora de imaginar

qué tipo de trabajos habrá en un futuro. Muchos piensan en aquellos empleos que

se están destruyendo y culpan a la robotización por ello, pero ¿y todos los

trabajos que están apareciendo y los que vendrán? Claramente, la tecnología

comienza a complementar, redefinir y sustituir nuevos puestos de trabajo que

van cambiando las reglas del mercado laboral.

En este contexto, la

resiliencia se torna clave. Es importante que nosotros también cambiemos, y

logremos adaptarnos a estas nuevas reglas del juego, pues se dice incluso que

más del 65% de los niños y niñas que comienzan ahora la educación, tendrán un

empleo que no existe todavía. Sin duda, desconocemos el puerto al que llegaremos,

pero lo que sí conocemos es la sociedad en la que vivimos: marcada por un

mercado laboral volátil, sumado a una creciente accesibilidad universal al

conocimiento y una longevidad cada vez mayor que parece que aumentará nuestros

años laborales. Sin embargo, en una sociedad donde todo parece estar al alcance

de todos, se está imponiendo la consideración del empleo como un privilegio y

no como un derecho. Los últimos datos del desempleo en España anticipan que el

mes de septiembre seguirá la misma tendencia gradual de dinamismo tanto en la

creación de empleo como en la reducción del paro. Aun así, se contabilizan más

de 3 millones de personas en desempleo, una cifra que aún no iguala los números

previos a la crisis.

En esta línea, y pensando

en esos 3 millones de personas, cabe recordar que el empleo no es un fin en sí

mismo sino una herramienta que nos puede aportar muchas cosas positivas. El

empleo trae consigo un aumento de la confianza en nosotros mismos, mayor

autoestima y aumenta nuestra red de contacto. Cuánto más cosas hacemos, más

cosas queremos hacer y mayores son las oportunidades. El desempleo nunca debe ser sinónimo de inactividad.

Con esto quiero decir que

cada uno de nosotros es responsable de su búsqueda de empleo y de que ésta sea

exitosa. Esto no quiere decir que si no tenemos empleo no seamos válidos, sino

que ni hemos hecho el diagnóstico correcto de la situación ni estamos

implementando las medidas acordes para alcanzar nuestro objetivo. Acuérdate de

conocer el ecosistema donde te estás moviendo y no olvides que el valor de las

personas no reside en la capacidad de adquirir conocimientos sino en la

capacidad de aprendizaje y de sacar lecciones de cada una de las circunstancias

que vivimos.

No hay un camino

correcto, ni un currículum perfecto ni existe el mejor trabajo. No hay caminos

profesionales idóneos ni erróneos, sino personas con capacidad de aprendizaje.

Es importante comprender las circunstancias del presente para poder buscar

alternativas a los problemas del futuro. En este camino no debemos olvidar la

diversidad y la inclusión porque al igual que no hay caminos perfectos, tampoco

hay personas perfectas. Cada uno, en nuestra unicidad, aportamos un valor que

ni la sociedad ni el mercado laboral puede permitirse desperdiciar.

No presupongamos que los

caminos deben ser lineales. No somos seres estáticos, aprendemos y cambiamos. Y

con ello cambia lo que tenemos que ofrecer. Busca aquello que amas hacer,

pregúntate qué necesita el mundo y por qué podrían pagarte. En pleno siglo XXI,

hay que estar dispuesto a cambiar de rumbo; el bienestar no se puede lograr

fuera de la realidad.