Opinión

El preocupante programa de PSOE/UP

Antes de la investidura, el PSOE y UP hicieron público su programa de gobierno de Coalición progresista, de 49 folios y once epígrafes: crecimiento y empleo; ciencia e innovación; cambio climático; industria, pymes, autónomos y sector primario; nuevos derechos y memoria democrática; cultura y deportes; políticas feministas; revertir la despoblación; cohesión y eficiencia y estado autonómico; justicia fiscal y equilibrio presupuestario; una España europea abierta al mundo.

Nos concentraremos en las cuestiones fundamentales del área más estrictamente económica. Subrayando que estamos ante una política dirigista, y prácticamente sin citar para nada a los emprendedores; que al fin y al cabo, son los que crean empleo.

Ante todo está el latiguillo que resuena desde hace años: derogar la reforma laboral, lo que no deja de ser un sinsentido desde el punto y hora en que ya tuvo sus efectos amortiguadores de la crisis, durante los años de la recesión 2008/2013. Estando, ahora, ante una desaceleración de la que no se dice nada.

En realidad, con la pretendida derogación de la reforma Bañez/Rajoy lo que se busca es manipular la negociación colectiva; resindicalizándolo todo para acabar con un escenario laboral flexible, cuya conveniencia quedó demostrada por los aumentos de productividad, ahora ralentizados.

Se aprecia, igualmente, en el programa el rechazo de la cooperación público-privada (CPP). Al observar, con más que recelo la educación concertada, así como los sistemas innovadores de la sanidad después de haberse desmantelado el modelo Alzira. Enfatizando como indispensable la gestión pública directa que tantas veces lo burocratiza todo, al restar una sana competencia en los servicios públicos principales. Sin que se esbocen soluciones al déficit de la Seguridad Social (pensiones) y al creciente desequilibrio de la sanidad pública.

En términos de España vacía, o vaciada, no hay grandes directrices. Seguro que para dejarlas pendientes del nuevo ministerio bipolar de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Y sin que se formulen nuevas ideas, por ejemplo, para cancelar las diputaciones provinciales y poner fin al secular minifundismo municipal.

No se percibe, tampoco, el perfil futuro de la financiación de las CC.AA. Sobre el cual, algunos, ya hemos preconizado que la transferencia de los impuestos del Estado a las autonomías se haga según un algoritmo estrictamente poblacional. Dejando para otras instituciones las políticas de potenciar la renta de las regiones menos avanzadas; en las que se ha creado una verdadera adicción a los subsidios, que contribuye más a frenar que no a impulsar la innovación y el crecimiento para contener la despoblación.

Tampoco se da en el programa suficiente importancia al tema de la justicia fiscal y la cuestión presupuestaria. Un espacio en el que podrá calibrarse la inteligencia del nuevo equipo gubernamental para encontrar un equilibrio razonable entre las presiones socialdemagógicas de UP, de recrecer el gasto público con fuerte subida de impuestos y deuda pública que iría contra la mejor estructura productiva y exportadora.

Con esas intenciones estaríamos contra el enmendado artículo 135 de nuestra Constitución para observar los criterios comunitarios sobre déficit fiscal y volumen de deuda pública. A fin de que el primero, el déficit, quede por debajo del 2 por 100 del PIB (hoy en la senda del 2,7) para empezar a reducirse el fuerte endeudamiento, hoy en la cota del 98 por 100 del PIB. Recordando que el viejo Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE postula un máximo del 60 por 100.

Respecto de la anunciada negociación bilateral Estado/Cataluña, estamos ante una auténtica cuadratura del círculo: una negociación en que no puede soslayarse la Constitución para aceptar los chantajes de ERC, Bildu, e incluso PNV, sin cuyos votos parlamentarios el colapso gubernamental sería inmediato. En ese sentido, al invento del soberanismo contundente de Artur Mas de 2012, habría que ponerle término y recuperar la senda constitucional.

En poco tiempo, vamos a tener una idea de la efectiva solidez del Ejecutivo. Algo difícil, porque ahí están las prisas de UP por subir aún más el Salario Mínimo Interprofesional, desanimando el empleo, y buscando un mayor poder sindical. Frente a los más europeístas que habrán de recordar los necesarios acuerdos en Bruselas.

También, a corto plazo, la elaboración del presupuesto 2020 generará grandes tensiones a la hora de repartir los dineros entre 22 ministerios y cuatro vicepresidentes: un número vergonzoso de mandatarios en la cúpula, con no pocas contradicciones y áreas secantes entre tanto departamento, en lo que podría ser una lucha sorda entre las dos fuerzas de la coalición, una de ellas, UP, muy desvanecida en el reparto del poder.

Finalmente, está la posible «agenda oscura» de esa coalición PSOE/UP: tal vez, el propósito de muchas de las 27 piezas del gabinete, de ir acabando con el sistema de monarquía parlamentaria de nuestra Ley de Leyes de 1978. A fin de instrumentar una III República que para algunos tendría que ser bolivariana, según los credos ahora renegados del populismo en La Moncloa. Sólo faltaría eso para inquietar aún más al país en los próximos cuatro años. No entren, señoras y señores, en ese jardín. En cualquier caso, deseamos al nuevo Gobierno lo mejor para el bien de España.