Opinión

Embargar el Parlamento

Todo un arte. Toda una estrategia. Y eso que la labor de oposición parecía clara ante un gobierno de coalición en minoría, y apoyado en una inestable mayoría parlamentaria. Por eso el Congreso de los Diputados –o Diputadas que diría Carmen Calvo- no sólo va a ser la Cámara que discute y aprueba leyes, sino también el lugar donde el Moncloa pretende manejar a la opinión pública y dividir a la oposición. Dos ejemplos.

El Gobierno nombra a Dolores Delgado Fiscal General del Estado. La cacicada, por tratarse de la persona de que se trata, llega a la opinión pública con discrepancias hasta en los partidos que apoyaron su investidura como el PNV. ¿Solución?: el pin parental. Crear un problema donde no lo hay, pero a sabiendas de que Vox iba a entrar al trapo y, sorprendentemente, también Casado en un primer momento. No faltó la puesta en escena: sacar a pasear a las ministras y cuasi ministras diciendo que los hijos no son de sus padres y otras memeces sobre aplicar el 155 a Murcia. Un lío. Objetivo logrado. La oposición se divide y el asunto Dolores Delgado se olvida. Iván Redondo ya debe estar pensando en la próxima.

Segundo. Pedro Sánchez, que dijo en campaña que reformaría el Código Penal para evitar por ley los referéndums ilegales, dice esta semana en una entrevista en televisión que sí, que hay que cambiarlo, pero no para eso, sino para evitar otro revolcón de la justicia europea a la española y adecuar las penas a los tiempos que corren. Lógicamente, la mentira sobre los

revolcones volvió a ser repetida por varios ministros empezando por los vicepresidentes primero y segundo o vicepresidentas primera y segunda o como se diga. Y todo para conseguir que los presos del procés salgan cuanto antes de la cárcel sin indultos ni amnistías. Y de paso, ya se habla como la cosa más normal de un referéndum en Cataluña a partir de lo que salga de la mesa de negociación.

Lógicamente cabría pensar que, ante estas manipulaciones, la oposición se levantaría en armas en el Congreso. 1909 preguntas lleva el PP solicitadas al Gobierno en 50 primeros días de legislatura. Vox ha hecho 500. Pero eso la opinión pública no lo sabe, y ya me he encontrado a varios votantes de derechas que dicen una y otra vez que lo peor de todo esto es la inacción de la oposición. Pues tampoco. ¿Y como se disimula tanta pregunta?, pues haciendo que también pregunten los propios. ERC y Bildu han formulado 200 preguntas cada uno. Y aunque dije que la oposición a este Gobierno se la iban a hacer desde sus propias filas, tanta pregunta independentista no deja de enmascarar lo que en realidad se está negociando en otros frentes.

Y no resulta menos curiosa la negociación con Bildu. A la nueva ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, se le escapó que el pacto con los independentistas vascos se refería exclusivamente a la aprobación de las cuentas de Navarra. No estaba muy enterada. Apenas dos días después tuvo que salir María Chivite, la presidenta navarra, para reclamar el acercamiento de los presos etarras para que Bildu apoyase sus presupuestos de la Comunidad, y quien sabe si también de paso los Generales del Estado.

Pero esto es lo que viene. La nueva forma de gobernar. Nada va a importar con tal de mantenerse en el poder aunque para ello tengan que embargar las preguntas de la oposición y que queden obsoletas con el traslado del Consejo de Ministros a los martes.