El ministro consumido

Desde que Alberto Garzón es ministro de Consumo del Gobierno de España, el consumo está más tranquilo y de enhorabuena. En un principio el consumo se sobresaltó, pero después de un mes de reflexión y análisis, el consumo ha decidido esperar antes de adoptar una determinación, que no es otra que dejar de consumir en el caso de que el consumo desaparezca. El pasado viernes, cuando Garzón intentó llegar a su despacho ministerial, un bedel, muy amablemente, le solicitó la documentación, impidiéndole el paso si no se identificaba. –Soy el señor ministro-, le amonestó Garzón. –Pues aguarde un ratito, que he llamado a la jefa de gabinete del señor ministro, y me ha dicho que vendrá «ipso facto» para comprobar si es usted, como dice, el ministro, o un desconocido que se pretende colar en el ministerio-. La jefa del gabinete de Garzón informó al bedel, a la vista del individuo en cuestión, que se trataba del ministro y le ordenó que le permitiera el paso. –Perdone, señor ministro, por la confusión. Y a ver si viene con más frecuencia, para que lo reconozcamos y así evitar situaciones engorrosas-. Y el ministro pudo acceder a su despacho, un despacho a estrenar decorado por su señora con un gusto muy cercano a lo atroz.

La única aparición pública del ministro de Consumo, hasta la fecha, ha sido su presencia en la gala de los chupópteros del sistema. La Gala de los Goya, le han puesto de nombre. Ya me dirán ustedes qué tiene que ver Goya, el genial pintor de Fuendetodos, cumbre de la Pintura universal, con los de la subvención y las películas sesgadas.

Ningún lazo de unión o simpatía pueden unir al aragonés inmenso, al bravo amante, al gruñón tozudo, con Amenábar o Almodóvar, que se dedican al cine, y me parece muy bien. Pero no es momento de reunir las palabras en torno a los premios Goya, que una vez por año nos dan la tabarra y sólo sirven para que, los que viven de los impuestos ensanchen la esfera de sus ombligos. Pretendía algo más serio. Recordar al ministro de Consumo que ya le ha llegado la hora de dar con un palo al agua, de trabajar un poco, aunque el consumo todavía no se haya enterado del todo de que tiene un ministro dedicado exclusivamente a él. Y ahí está la trampa. Garzón, que no es de los ministros más inteligentes, se habrá hecho las preguntas que a renglón seguido formulo: ¿En qué consiste ser ministro de Consumo? ¿De qué tipo de consumo soy su ministro? ¿De cuántas consumiciones soy el máximo responsable? Y por lógica, no ha sabido responderse, porque su ministerio es un chiringuito inventado para que esté contento, y nada más. De ahí que acuda a los Goya, con la finalidad de entretenerse un poco y escapar de la rutina. Me lo figuro en su despacho jugando con la «Play Station», que intuyo se la habrán instalado, porque un ministro de Consumo sin «Play Station», ya me dirán a qué se dedica. –Señor ministro, que en un supermercado han vendido latas de atún caducadas-: -pues avisen inmediatamente al ministerio de Agricultura y Pesca-. –Señor ministro, que una ciudadana muy enfadada quiere hablar con Su Excelencia porque le han subido la factura de la luz-; - la vicepresidente Montero es la persona adecuada para atender su disgusto-: -Señor Ministro, que en la Panadería la Fermentada no han subido el precio del pan, pero lo hacen más pequeño-; - Que pasen la denuncia a Ábalos, que ahora no tiene nada que hacer después de lo de la compañera Delcy-; - Señor Ministro, ha llamado doña Penélope Cruz, quejándose de que en España no encuentra sujetadores «Le Petit Bijoux»-; -Curse la orden de obligar a todas las grandes superficies para que importen y ofrezcan a las consumidoras sujetadores «Le Petit Bijoux». ¡Es indignante que doña Penélope no encuentre en ningún comercio de Este País sujetadores «Le Petit Bijoux»!¡Hasta ahí podíamos llegar!¡Fascistas!-.

Y «Play Station» para arriba, «Play Station» para abajo, y a esperar que llegue la hora de salida. Lo que se llama, «hacer política de progreso». Pero en lo que se refiere al consumo, sin novedad. Expectante.