Opinión

Izquierda identitaria y tonta

Desde Marx, la izquierda supo presentar un programa susceptible de atraer voluntades. La idea de la justicia para la mayoría de la sociedad poseía un poder magnético que, en cualquiera de sus manifestaciones, dejaba enfrente solo a conservadores, personas religiosas y liberales, un conjunto que podía, al final, ser minoritario. Cuando esa izquierda además, por la fuerza de las circunstancias más que por convicción, pasó del socialismo a la socialdemocracia, la posibilidad de convertirse en hegemónica se convirtió en realidad. De hecho, la propia derecha tuvo que acabar asumiendo muchas de sus posiciones. Es verdad que la gestión de la izquierda dejó mucho que desear en naciones como España, pero contaba con un instrumento formidable de opción al poder: un discurso para la casi totalidad de la población. Ese instrumento lo ha liquidado la izquierda al renunciar a un programa para la mayoría y sustituirlo, como niños pijos salidos de una universidad norteamericana, por un discurso de identidades. La izquierda ha renunciado a su anuncio de «proletarios de todo el mundo, uníos» para instituir el de «gays, feministas, inmigrantes, minorías éticas… nos unimos a vosotros». En otras palabras, la izquierda ha abandonado su relato social global para asumir los cuentos raquíticos que satisfacen a minorías numéricamente reducidas e incluso ínfimas. Mire el lector a su alrededor y dígame qué ve más: ¿trabajadores intentado llegar a fin de mes o gays? ¿españoles desesperados por pagar la hipoteca o refugiados? ¿mujeres viendo cómo sacan a sus hijos adelante o feministas gritando «el violador eres tu»? Pues ya está. Con esta estrategia, la izquierda deja de manifiesto que identitaria será todo lo que quiera, pero tonta no lo puede ser más. Las grandes demandas de la población y los sueños de bienestar han sido arrojados al arroyo para crear un orden neo-feudal de castas privilegiadas sustentado sobre las minorías. No se dará un solo paso para recuperar a los más de dos millones y medio de españoles que han abandonado España durante estos años, pero se traerá a ocho o nueve millones de africanos. Y por una de esas paradojas que tanto le gustan a la Historia, el mensaje de defensa de los trabajadores mondos y lirondos, de la mayoría social, lo asumen aquellos situados más a la derecha parlamentaria. Si eso no es ser una izquierda identitaria y tonta que venga Marx y lo vea.