Opinión

Ese día

El día que salga voy a recuperar económicamente varios sectores. El día que salga voy a hacer rica a mi esteticista, para empezar. Anoche me tuve que cortar las cejas con unas tijeras porque era Alberto Ruiz-Gallardón, que se me podía posar un búho en cada ceja y no pasar fatiga ninguna. El día que salga no va a quedar cera de depilar porque llevo unos pelos en las piernas que estoy para subir la banda como un lateral derecho del Granada Club de Fútbol de los tiempos de Gárate en el Atleti. Ojo, que yo soy moderna y ahora, si eres moderna, te puedes dejar pelo en un axila y que te salga un señor colgado de una liana, así como muy Femen. Pero no me gusta. Di la asignatura de «Hogar» en el colegio y soy mujer de rancias costumbres. Pero el día que salga voy a volver ricos a mí esteticista, a mí peluquero y a mí licorería, amigas. Estos días estoy caminando por mi casa. Mi casa son treinta metros cuadrados, eh, pero no pasa nada, lo que cuenta es la intención. Tú caminas, caminas, te vuelves, te ves en el espejo, te das mucho asco, pero muchísimo y te dices para tus adentros ¿Por qué, Diosito, no me hiciste una influencer, que da lo mismo si vas como una burricerda o como una paleta, que te vas a sentir siempre guay? Anoche, jugándome la vida, saqué la basura. Saqué la basura a ver si se me arrimaba un muchacho de esos de la UME que van de camuflaje y se me acercaba. Yo fantaseé con mi bolsa biodegradable, llena de latas chorreantes, oliendo a atún. Bajé súpersesi con mi pantalón del pijama, con las gafas, me eché colonia. Bajé, esperando que se me acercara uno de esos muchachos de la UME tan grandes, tan altos, tan guapos, aunque solo fuera para que se cagaran en mi padre. Y anoche me lavé el pelo, además. O acaba esto o me tiene que internar.