Opinión

Pandemia, recesión, recuperación

Están difundiéndose en estos días una diversidad de estimaciones so-bre la posible recesión, que podrá comportar la pandemia del corona-virus. Con cálculos que van desde el 4 al 12 por 100 respecto al PIB. Un nivel de daño superior a los 8,5 puntos de PIB, que se perdieron durante los seis años de crisis de 2008 a 2013. Esas caídas del PIB pueden parecer muy fuerte a algunos, pero deben reconsiderar lo profundo de la crisis, de mediados de marzo a mediados de junio, la primavera recesiva. Pero hay que recordar el colapso del turismo extranjero y nacional, el parón industrial, la escasa o nula demanda para muchos servicios, etc.

Se trata, pues, de un daño considerable, aunque sea transitorio. Y es cierto que la situación económica de España ahora es mucho mejor que en 2008. Teniéndose en general la idea de que cuando a principios de verano pueda haber cedido la crisis sanitaria, la recuperación puede ser muy rápida: de verdadero boom de crecimiento como dicen algu-nos. Si bien, como veremos, la cosa no está tan clara. En la dirección de recuperarnos, ya hemos subrayado la importancia de los recursos de la Comisión Europea, del BCE y del MEDE. Por eso, el Gobierno de la Nación debe alentar a las grandes empresas a que busquen sus recursos en los mercados de capitales exteriores, o en el BCE, bien abastecidos de liquidez. Respecto al MEDE, por mucho que la Sra. Nadia Calviño no lo aprecie, habrá que pensar en conseguir créditos, aunque sean de rescate. En cualquier caso, el Estado habrá de endeudare mucho, para cubrir todas las necesidades de los servicios públicos, la nómina de más de tres millones de funcionarios, así como lo que es el estado de bienestar (pensiones, sanidad pública, dependencia, educación, etc.). El fuerte endeudamiento será permitido por la UE, que ya ha levantado, por un tiempo, las cláusulas de escape del Pacto de Estabilidad y Cre-cimiento. Para exceder el coeficiente de déficit público (subiendo del 1,5 por 100 previsto para 2020 a incluso más del 5 por 100 del PIB), así como la contención de la Deuda Pública, que superará con mucho el 100 por 100 del PIB.

Por lo demás, el talón de Aquiles de la economía española lo tenemos en nuestra capacidad de realizar, rápidamente, los ajustes necesarios, para cubrir los objetivos de los dos Reales Decretos Leyes dictados hasta ahora, y tomados en consideración por el Congreso. Desde ese enfoque, no cabe duda de que: Hay que establecer rápidamente un mecanismo para la muy pronta prestación de avales por parte del Estado. A fin de obtener las em-presas, el necesario crédito bancario: especialmente las pymes y los autónomos, que tendrán un nivel del 80 por 100, quedando el 60 para las restantes operaciones. En este caso, que sea el ICO el que facilite el aval público para los créditos a tomar, es una cuestión discutible, conocida la no mucha eficiencia del citado organismo público. El tema de los ERE es otra cuestión importante. En este caso, lo exigible es resolver con rapidez los expedientes de regulación de empleo, con la especificación de que no podrá despedirse a nadie mientras los ERTE no entren en funcionamiento. Debe prestarse atención también a todos aquellos, seguramente más de un millón de parados, que tienen agotadas sus prestaciones de paro (recordatorio: 3,2 millones de parados, con cobertura del 65 por 100 había a finales de 2019). Procediéndose a facilitar subsidios de paro, que no deberían confundirse con el sistema de renta social, que se plantea con no poca precipitación. Y cuya instauración definitiva, si llega a hacerse, tendría que meditarse profundamente, tal como se ha hecho en otros países, y singularmente en Suiza, con un referéndum en que se rechazó la idea. Otra cuestión es el hecho de que va a aumentar mucho el número de parados, en lo que concierne a quienes quieren acceder, por primera vez, al mercado de trabajo. Al no contar con el derecho a prestaciones del seguro de paro, habría que pensar en una especie de subsidio menor para estos casos, y con un SMI diferenciado, para facilitar más el empleo. Lógicamente, la Hacienda Pública debe dar los pasos necesarios para que las empresas que están padeciendo la crisis tengan una moratoria, las más debilitadas, en sus pagos a efectos de IRPF y Sociedades, por lo menos para los próximos seis meses. Cuestión fundamental es la del paro que pueda producirse, aparte de los acogidos a los ERTEs, pendientes de confirmarse, y también al sistema que se promete para los que todavía no han salido al mercado de trabajo. Esos nuevos cesantes, procedentes de pymes que están desapareciendo ya, y las que puedan extinguirse en los próximos tiempos, deben incluir también a los trabajadores que re-sulten afectados por el desplome de la lista de autónomos. En el momento actual se estima que habrá más de un millón de personas afectadas por los ERTE. Todo lo que hemos planteado, y mucho más, parece exigir un Gobierno consciente de la gravedad del caso, sin las alegrías tan innecesarias como ostentosas, del pasado mes de diciembre, cuando se produjo el festival del reparto de carteras ministeriales. Cuando se pasó de 12 ministerios a los cuatro vicepresidentes de Gobierno, y los 22 ministros. Con una patética carencia de funciones en algunos departamentos como el de Igualdad, Consumo, Universidades, y con el fraccionamiento innecesario y nocivo al separarse Seguridad Social de Sanidad, y hacer lo propio entre Economía y Presupuestos. Parece evidente, pues, que el Gobierno tendría que cambiar su estructura, con reajustes ad hoc. Un sentir que es general, pues con los ministros actuales, vistas sus apreciaciones en los tres últimos meses, no cabe ir a buen puerto; convirtiéndose La Moncloa en una asamblea un tanto fantasmagórica, con un número de ministros que parecen no caber ya en la mesa, por mucho que se haya ampliado. Por último, creo que es indispensable preparar ya, desde ahora, un presupuesto para lo que queda del año 2020 y todo el 2021. A elaborar con nuevos procedimientos mucho más ágiles, a fin de interiorizar los efectos de la crisis, calculando los recursos disponibles, y decidiendo la forma en que van a aplicarse para la mejor recuperación. El asesor principal del Presidente del Gobierno, Don Iván Redondo, debería considerar si ha llegado el momento de transformar la coalición PSOE/UP, por mucho que disguste a Don Pablo Iglesias y sus seguidores; de la casta que ellos mismos han creado en poco tiempo. Son y muchos los avisos recibidos para que haya un Gobierno más dinámico y eficiente, y que la necesaria transformación se produzca más pronto que tarde. Cualquier dilación se lamentará ulteriormente, cuando ya no tenga remedio.