Opinión

Mi hospital (2)

Tengo un amigo que es sanitario en el Hospital General Universitario de Albacete. Le conozco hace tanto tiempo que me faltan las dos manos, dos veces, y una más para contar los años de amistad pero, sobre todo, de admiración. Es sanitario en urgencias, de esos que llevan décadas dejándose la vida justo donde hay que recuperarla. Lleva tanto tiempo en la mina que ha sido profesor de nuevos enfermeros y mentor de muchos estudiantes universitarios. Y como el, hay unos cuantos más. Muchos más. Sus padres llegaron hace poco a urgencias. Coronavirus. Bastante después de cuando Emiliano García-Page dijo que se había solucionado todo y que había camas de sobra. Otro amigo tuvo que llevar a su madre a Hellín después de cuarenta y ocho horas sentada en una silla por unas urgencias colapsadas en Albacete. Coronavirus. Cuando el Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha volvía a poner en tela de juicio a los sanitarios de Albacete, apareciendo en televisiones y diciendo que esos sanitarios mienten, este amigo mío estaba con sus padres en urgencias. ¿Sabe qué pasó, Emiliano? Que se los llevó a su casa para cuidarles y no quitar una cama de urgencias a otro enfermo que pudiera necesitarlo porque estaba colapsado el servicio. Mientras Vd decía que los sanitarios «se dedican a grabar», las cifras y la realidad son como un bofetón con un rodaballo en la cara. Ellos aprietan los dientes y Vd se dedica a echarles un pulso. A tratar de convencernos al resto de que todo está bien, de que son momentitos puntuales, que se quejan de vicio y por demagogia. Nunca estos días he escuchado criticar a ningún responsable político a sus sanitarios. Al contrario. Solo a Emiliano García-Page. El resto pide medios, pide ayuda, pide empatía, pero Vd no solo no lo pide, es que carga contra la gente que nos está salvando. Qué pena y qué decepción, Presidente. Qué tremendo desastre. Y qué torpeza.