Opinión

Les Luthiers

Se ha muerto Marcos Mundstock. Un día, entré en un restaurante que estaba muy cerca del Ayuntamiento de Madrid, un restaurante entre argentino y uruguayo. Yo iba bastante porque me pillaba cerca del laburo y porque me parecía buenísima la pasta fresca. Un día fui a comer. A almorzar. Los argentinos no distinguen si comer es mediodía o cena. Todo es comer. Bien. Una mañana fui a almorzar. Me puse en una mesa para dos, enfrente mi acompañante. Al sentarme, noté la fuerza de la galaxia. Noté una presencia extraordinaria. El comensal de la mesa de al lado hizo un comentario sobre el plato que quería tomar. Todo el comedor quedó callado. Qué ha pasado. Ha pasado algo y no sabemos. Yo seguí mirando la carta. Y el comensal pidió su plato. De nuevo un silencio. Ya no me importaba la carta. Sabía que esa voz era la de uno de los Beatles. Perdone, señor, que le interrumpa, pero me muero. Me muero al tenerle cerca y no quiero molestarle, pero en este momento soy la persona más feliz del mundo al tener a su ídolo tan cerca. Marcos Mundstock estaba a mi lado. Y me habló. Me dijo que era del Madrid. Yo le dije que me defraudaba. Y luego hablamos de Simeone. Cuando acabó de comer, se levantó suavemente de su silla y acompañó a su mujer. Y ocurrió. Ocurrió como ocurre con los verdaderos genios. Se levantó y todo el comedor, aplaudió. Nadie le había molestado, nadie le había dicho ni media, pero todo ese comedor tenía claro que ese hombre del fondo, era uno de Les Luthiers. Esos humoristas argentinos han sido mucha parte de nuestra felicidad, han sido parte de nuestra forma de entender que éramos mejores, que éramos más listos, que podíamos comprender un humor blanco e inteligente. Se ha muerto Marcos Mundstock y se nos ha muerto otro de los Beatles, de los Monty Python, de toda esa gente que nos hizo creer que éramos mejores. Qué pena más grande.