Opinión

El régimen totalitario de Sálvame diario

Si relativizamos, si desdramatizamos, si añadimos humor, si pensamos con madurez y compasión no podemos dejar de ver y asumir las fisuras que hay en todo

Pongo como preliminar sobre la mesa, toda mi comprensión hacia las inconveniencias y salidas de tiesto propias y ajenas, que detrás del juicio moral siempre se esconde lo peor, el “virtuoso” del buenismo vacío, tan de moda últimamente, ese que eleva al imbécil a los cielos de la superioridad, porque es el virtuosismo del tonto.

Veamos, “Totalitario” es el término por el que se conoce a las ideologías y los regímenes donde la libertad es restringida y el poder lo ejerce una sola persona, de manera autoritaria, impidiendo la intervención de opiniones distintas.

Bien, como ya todos saben esta semana Jorge Javier Vázquez ha insultado a más de tres millones de españoles en Sálvame a propósito del affaire, de periodistas y cuernos, bautizado jocosamente como “Merlo’s Place” (el nombre es un hallazgo maravilloso y aplaudimos desde aquí la agudeza de su autor).

Para los que aún no conocen los escabrosos detalles les pongo en antecedentes. Al parecer Alfonso Merlos, una de las caras más visibles de 13TV y novio de la ex Gran Hermana Marta Lopez, se complacía en las visitas furtivas de la reportera Alexia Rivas en su domicilio, con tan mala suerte que fue cazado de la manera más fortuita.

En una de sus intervenciones en el programa de YouTube, Estado de Alarma, la webcam, captó a la joven en paños menores, desvelando sus encuentros accidentalmente lo que ha ocasionado un enorme revuelo ahora que estamos (aburridos) confinados.

El tema, una estupidez, más allá de la Ley de Murphy, ha hecho las delicias de muchos defensores del establishment, por tratarse de un periodista de la oposición y su novia, tertuliana asidua de Telecinco. Lo grotesco fue, cómo un asunto tan baladí convirtió a Jorge Javier en un iracundo censor de cualquier opinión distinta a la suya, politizando obscenamente un programa de entretenimiento.

“¡¡¡¡Esto es Vox!!!”, gritaba, como si conjurara al demonio, pero en la imagen, sólo veíamos al apesadumbrado periodista Antonio Montero respetando el turno de palabra, sin gritar, guardando la compostura, con muchísima clase, y paciencia…

“¡¡Esto en VOX!!!” repetía mientras pataleaba, profería improperios, humillaba a un colega, lo silenciaba y exterminaba todo germen de un pensamiento distinto al suyo.

Supongo que a esto le llama JJ ser “rojo” porque después se calificó como “rojo y maricón” (y a su audiencia), victimizándose (nadie le ha preguntado lo que hace de cintura para abajo, y a nadie le interesa) como si se creyera una especie de Juana de Arco de las libertades y la democracia… una especie de Federico García Lorca 2.0.

Lo cierto es que Jorge Javier, no admite discrepancias en su cortijo, ni respeta los derechos y libertades que ampara la Constitución; más aún, aseveró que “borraría del mapa” a los partidos políticos que no son idénticos a su personal idiosincrasia y, a la vista está, en la medida de sus posibilidades, cuando de él depende, los aniquila, maldice, se retuerce y pierde toda urbanidad.

- ¿Por qué vamos a respetar a VOX? -Responderá con la arrogancia de un adolescente, con la irresponsabilidad de un niño.

(Me hace gracia ese VAMOS, resguardado en la fuerza de la mayoría, esa seguridad del todos contra uno).

Veamos JJ, por dónde empiezo, qué concepto analizamos primero:

¿Qué es Respeto? ¿Para qué sirve? ¿Qué es democracia? ¿Por qué es el menos malo de los sistemas y qué incluye? ¿Qué es política? ¿Qué son los partidos políticos y para qué sirven? ¿Qué es pluralidad? ¿por qué es buena?

O empezamos por el otro lado:

¿Qué es prejuicio? ¿Qué es violencia? ¿Qué es pensamiento único? ¿Qué es intolerancia? ¿Qué es dictadura ideológica? ¿Por qué es malo para todos silenciar al que piensa diferente?

El debate, JJ, nos enriquece a todos, la batalla nos empobrece y nos aleja. Lo terrible de la intolerancia y el fanatismo no es la desconsideración, ni la violencia que supone dar el salto del mundo de la opinión a la descalificación personal; ni enemistarnos con amigos o compañeros, desairarlos, despreciarlos o sentirnos insultados; lo lamentable es la fractura social que esta situación en masa llega a generar y todas sus consecuencias en incontables y estériles disputas y en la toma de medidas kafkianas que a todos nos cuestan muchísimo dinero y salud.

Por el contrario, si relativizamos, si desdramatizamos, si añadimos humor, si pensamos con madurez y compasión no podemos dejar de ver y asumir las fisuras que hay en todo.

Y ahora, no te arrojes al suelo, reconozcamos sin aspavientos que Vox destila toda la frescura de la que tú careces, si nos atenemos a las imágenes del otro día… Lo de “Rojos y maricones”, tan principios del s XX, más que vintage, te quedó rancio, huele a naftalina y a victimización trasnochada.

Te lo digo yo que crecí en la idealización de la izquierda y el desprecio intelectualizado y fino por la derecha, (nunca desde la rabia, en mi familia siempre se ha tolerado y fomentado el debate).

Y mira, ni ser homosexual es ser rojo, ni ser de izquierdas es ser liberticida y totalitario.