Opinión

Un respeto

Hola, soy María José Navarro y vivo en Madrid. Es decir, estoy aún en Fase Cero. Como la semana que viene pasemos a Fase Uno, servidora va a permanecer en Fase Cero hasta que me salga perilla (porque bigote ya me ha crecido). Es impresionante cuando te enfrentas a la calle y te das cuenta de cuál es el grado de comprensión mental de algunas personas. Sales poco, apenitas, con tu perro, a dar un paseíto. Ahora ya parece que puede ser un poquito más allá de tu esquina, porque han abierto el parque que tienes enfrente de tu casa. Sales, cruzas, y todo está mezclado. Niños antes de tiempo, runners y ciclistas después de su hora; seniors a la hora del deporte aunque vayan caminando despacito; críos mezclados con otros críos porque no me creo que todas las familias españolas hayan tenido seis de golpe; padres que se juntan y se rozan y además te rozan si no les esquivas aunque vayas con mascarilla y cara de mala follá y personas que no guardan la distancia en el supermercado al que ya no vas hasta que crees que te faltan los productos de necesidad básica, incluido un bozal; adolescentes sin mascarilla, en grupo, hablando a voces y cerca por la calle; españoles que se mueven en la madrugada sin pinta de ir a ganarse el jornal ni mucho menos; estúpidos que suponen que el dinero les salva del bicho, que pueden saltarse esto como les da la gana y que las normas están para los demás pringaos. Todo eso sucede en comunidades donde no se ha pasado de la Fase Cero. Por no hablar de algunos mendas que ya están en la Uno y es para darles de tortazos en las terrazas. Así que yo saldré asocial, más antipática de lo que ya soy, más borde y más desagradable pero, al menos, habré tenido respeto por los muertos, por los enfermos, por sus familias y por los sanitarios que se están dejando los huevos en esto.