Opinión

Pau..

Yo no era de Jarabe de Palo ni de Pau Donés. La verdad es que no me interesó nunca un pimiento su música, qué quieren que les diga. Consideraba sus discos como un low cost, una cosa sencilla que se compone en un minuto y se canta sin ganas, e hice tantas bromas sobre sus canciones que ya se me repetía el chiste como el ajo negro. No me llamaba la atención, lo siento, y me parece que, en estos tiempos de postureo estúpido y de amistades agrandadas, han salido seguidores como de debajo de las piedras. Pau nos contó hace unos años que tenía un cáncer y al mismo tiempo que nos dio la noticia, subrayó cuál iba a ser su final. Incluso había hecho la cuenta de cuánto tiempo le quedaba. Enfrentarse a ese final de la manera que Pau Donés lo hizo, con esa serenidad, con un plan perfectamente establecido para hacerlo bien con todo el mundo con el que quería hacerlo bien adrede, fue un descubrimiento para mí. Es decir, le descubrí enfermo y le he admirado muy enfermo y me siento mal por no haberle dado bola mientras estuvo sano. Conforme pasaban estos años, en los que le veíamos con algunas secuelas físicas, Pau crecía como tipo. Se convirtió en un hombre muy interesante, muy afectivo, muy brillante, muy cálido. Tan sereno que daba miedo. Porque a mí me da miedo la muerte y seguramente sea la más cagona del globo terráqueo y esa gente que es capaz de llegar a ese momento con tanta luz y con tanta serenidad, me hunde en mi miseria. Nunca me paré a leer sus letras, jamás me paré a escudriñar sus canciones. Las desprecié. Y en todos estos años de enfermedad, entendí su simpleza. La de un tío que no tiene más aspiración que hacerlo bien, hacerlo lindo mientras se pueda. «Has aprendido cómo andar por encima del sol sin quemarte los pies». Pues eso, Pau, que te debo una. Y que te lo quería decir.