Opinión

Eva..

Hay un día en la vida de todos los seres humanos en los que te das cuenta de que eres mayor. Ese día llega cuando se te han muerto tres amigos en el transcurso de un año. Este es mi día de hoy. Cuando eres joven te sientes inmortal, te sientes tan fuerte que nada puede tocarte y crees que nunca vas a ser adulto, mayor, nunca vas a ser viejo. Cuando en doce meses se te han ido tres amigos, tú sabes que esto de la vida es efímero. Aún recuerdas tu juventud, todavía crees que puedes hacer tantas cosas. Hasta que llegan estos hachazos. Llegan. El último fue ayer. Se llamaba Eva. Se murió ayer una amiga a la que tuve la suerte de descubrir hace tres años. Ya estaba enferma, pero daba igual. Era la segunda mierda, la segunda vez que el cáncer la atacaba. Pero no se le notaba. A ella no se le notaban los malos días, los días en los que no te puedes levantar, los días que sabes que son de descuento. Eva Galvache era tan diosa, tan alegre, que hasta con la peluca de la quimio estaba radiante. Caminó hasta casi el ultimo día, cuidó de sus hijos tanto, que se sobrepuso a un primer latigazo del cáncer para dejarlos formados, encaminados, hechos a su semejanza. Nada le importó en todo este tránsito ese dolor. Siempre fue una mujer completa que se agarró a su fe tanto que la envidio en este momento porque, en esta tarde, yo no tengo consuelo. Y sé que a ella no le gustaría. Que hubiera venido a darme ánimos y a decir cualquier chorrada para que todo pasara, para que la vida fuera como ella la concebía, tan simpática, tan cálida, tan amable. Eva Galvache era lo más parecido a esos ángeles que viven entre nosotros, la santa de la mesa de al lado. Eva, te toca hacerme el aguante. Gracias por todos esos días en los que nos hiciste mejores.