Opinión

Otros veraneos: Marjayoun

Tan preocupados hemos estado por nuestra situación interna, que nos hemos olvidado de otros españoles que han vivido la COVID-19 cumpliendo compromisos internacionales en tierras alejadas. Logicamente nuestra situación les ha afectado, especialmente preocupados por sus familias de las que se despidieron en noviembre de 2019, ampliado su inicial periodo de misión de seis meses, a los actuales cerca de ocho y medio a consecuencia también de la pandemia.
El día 21 de este mes se completará su relevo. Son los componentes en su mayoría de la Brigada Alfonso XIII de la Legión, que han realizado la XXXII rotación de fuerzas españolas en El Líbano en el marco de UNIFIL (United Nations Interin Force in Libano) la misión que vela por impermeabilizar la frontera libanesa con Israel de incursiones de Hezbolá, la milicia libanesa chií, que provocaba duras reacciones de Tel Aviv. El carácter «interino» de una misión de Naciones Unidas es bien conocido. Se sabe cuando empieza –en este caso, 1978– pero nunca cuando termina. España se involucró en la misión en 2006, asumiendo responsabilidades importantes.
Por supuesto no extraigo de ellos una queja; por supuesto no han dejado de cumplir su misión de vigilancia sobre la «blue line» desmilitarizada. Tan solo intuyo en estos 600 soldados –hombres y mujeres– cierto sentimiento de impotencia por no poder ayudar a sus familias en momentos difíciles, «por no poder compartir, hombro con hombro, con sus compañeros en España en su –especial combate– contra el virus»; «algunos no han podido ver nacer a sus hijos; otros no han podido despedirse de sus mayores».
Han sido, como resume su general Marcos Llago: «conscientes de la situación que nuestros compatriotas y compañeros vivían en España, notando el apoyo y aliento de los nuestros y el sentir el orgullo y la responsabilidad de estar representando a España, a su sociedad, a sus ejércitos; todo ello nos ha ayudado a mantenernos firmes, eficaces en el cumplimiento de la misión».
Difícil resumir lo que han dado de sí, más de ocho meses, sirviendo en un país, en muchos sentidos cercano a nosotros por cultura, que respondió con tiempo y con fuertes medidas preventivas, restrictivas y de control de actividades sociales habituales, a la COVID-19, conscientes de las limitaciones de su sistema sanitario. «Y de momento –me escriben este martes– las medidas han sido efectivas, pues la pandemia no ha afectado prácticamente a la población, ni siquiera en Beirut donde existe una gran concentración de población». Tampoco afectó a nuestra zona de despliegue la crisis económica y social que sacude al país, salvo algún temporal corte de carreteras en los accesos al puerto y aeropuerto de Beirut que pudieron afectar a movimientos logísticos.
Me detengo en resaltar un aspecto importante: la integración de otros contingentes en el nuestro. En este caso eficaces apoyos de El Salvador (52 efectivos), Serbia (142 efectivos) y Brasil (7 efectivos) en la fuerza y en cuarteles generales. Esta integración es un claro testimonio del espíritu de las Naciones Unidas que intenta equilibrar la fuerza que da la multinacionalidad, con la eficacia de una fuerza operativamente fuerte. Integrar además a contingentes de países que salen de conflictos internos no deja de ser un consecuente modelo de integración. Los salvadoreños, que ya compartieron otras misiones y a quienes siempre recordaremos por su valiente apoyo en Nayaf (Irak) en abril de 2004, fueron relevados en la primera rotación el pasado 5 de junio. «Su despliegue comenzó con la anterior Brigada –la XII– y en total han estado quince meses fuera de su Patria. Su comportamiento ha sido magnífico. Se llaman a si mismos “la Legión de la libertad” con lo que encajaron perfectamente con nuestro espíritu legionario» dirá el general Llago. Para los más de 200 oficiales que servimos en El Salvador bajo la misma bandera de NN.UU (ONUSAL) a las órdenes del general Suanzes, nos emociona leer estas palabras. No nos sorprende se cite su valor.
El relevo a cargo de los paracaidistas de la Brigada Almogávares va unido a exhaustivas normas nacionales, de NN.UU, y del propio Líbano. Sometidos a doble cuarentena: una en España con dos pruebas PCR, al inicio y antes de partir, mas otra al llegar a su base Miguel de Cervantes en Marjayoun donde están organizadas zonas, turnos y sistemas de vida, de manera que se asegure la distancia entre el personal entrante y el saliente. Un «túnel sanitario» permite desplazarse a aquellos lugares que se consideran indispensables. No. No es tan sencillo, teniendo en cuenta que la misión continua y los puestos de vigilancia y la capacidad de reacción, deben estar asegurados.
¡Feliz vuelta a casa, unos!
¡Feliz verano los que llegáis a Marjayoun!
¡Bien sabéis que valoramos vuestro esfuerzo y el de vuestras familias!