Opinión
Otros veraneos (II): Šiauliai
Si piensa el lector en una alternativa turística, Šiauliai es una histórica ciudad lituana de algo más de 100.000 habitantes, de clima riguroso en invierno dada su latitud, pero en este julio de temperaturas agradables entre los 10 y los 21 grados; allí el sol se pone a las diez y media de la noche y amanece sobre las cuatro y media. Noche corta, me dicen, llamativa especialmente para un español, porque en Lituania como en otros muchos países, no hay persianas. A muchos de los que «veranean» allí, destinados en el Ala 15 del Ejército del Aire ubicada en Zaragoza, les recuerda Salou. Al jefe del destacamento, el teniente coronel Jesús Gutiérrez, su León natal.
Šiauliai, ciudad cuya fundación se pierde en la noche de los tiempos, sufrió el azote de las dos Guerras Mundiales: destruida por Rusia en 1918 y vuelta a ocupar por Moscú en 1940 , sería alemana en 1941, para vivir luego la dura dictadura de la URSS hasta 1990. Un año después recuperaba Lituania su independencia. En 2004 accedía a la UE. y a la OTAN. A visitar, su catedral renacentista de San Pedro y San Pablo y la Colina de las Cruces, lugar de peregrinación del mundo católico. Para los deportistas Šiauliai fue sede del Eurobasket en 2011.
Su base aérea se estableció en los años 30. En ella operó la Lufwafe en la II Guerra Mundial y luego la Fuerza Aérea Soviética, albergando tanto caza bombardeos como bombarderos estratégicos nucleares. Tras la independencia lituana ha sido la columna vertebral de su pequeña Fuerza Aérea. Desde 2004 alberga la misión de policía báltica (Baltic Air Policing-BAP) que desde el 30 de abril hasta septiembre, lidera España. Típica misión OTAN diseñada para preservar el espacio aéreo de las repúblicas bálticas, enmarcada en la defensa colectiva de los miembros de la Alianza. Compartiendo la base con nuestros seis F-18 , los Eurofighter de la RAF y,completando el despliegue, Mirage 2000-5 franceses basados en Estonia. La operación se dirige desde el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas ubicado en Uedem (Alemania). Desde allí se ordena si es necesario, el despegue inmediato de aviones –«scramble»– a fin de interceptar vuelos inadecuadamente identificados que se aproximen al espacio aéreo protegido por la Alianza. Por supuesto, misión delicada, de enorme responsabilidad. Durante los dos primeros meses de misión –mayo y junio– los F-18 han intervenido en 10 interceptaciones reales y un centenar de veces en ejercicios combinados.
Constatada la operatividad de la Alianza, bajo cuyo manto defensivo también estamos nosotros, en estos momentos me preocupa la vida de los 132 hombres y mujeres que forman el destacamento español: pilotos, operadores de mando y control, mecánicos y armeros, personal sanitario de la Unidad Médica de Apoyo al Despliegue, protección de la fuerza (EADA), comunicaciones y control aéreo, grupo embebido en el centro de control aéreo militar lituano, que se encuentra en Kaunas, otra ciudad bien conocida por los aficionados al baloncesto.
«Cinco meses fuera de casa en la situación actual es un reto para todos, especialmente nuestras familias», dirá el teniente coronel Jesús Gutiérrez. «Para nosotros fue especialmente complicado el despliegue a mediados de abril, cuando el número de muertos diarios en España estaba en su apogeo; doble test PCR y cuarentena de quince días antes de llegar a un país sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar, pero que también estaba en pleno confinamiento; desde entonces la situación ha mejorado notablemente y se ha vuelto a una normalidad relativa». «Con todo –ratifica– para todos los que formamos la misión y todos los que nos apoyan desde España, es una gran satisfacción pensar desde un área del mundo lejos de las regiones que por nuestra posición geográfica son relevantes desde el punto de vista de nuestra defensa, estamos aquí para honrar un compromiso de defensa común asumido por España, sin sospechar que una pandemia iba a marcar tan profundamente nuestras vidas».
Debo resaltar como conclusión, un aspecto fundamental que atañe a este tipo de misiones: la seguridad que infunden. La historia lituana está marcada por las constantes invasiones y ocupaciones, hechos muy presentes en la psique colectiva; consideran que su pertenencia a las estructuras euro atlánticas les ha proporcionado su estabilidad actual, mayor libertad y prosperidad económica. «Esta percepción se extiende desde el Presidente del gobierno al ciudadano común», insiste Jesús Gutiérrez. «Por esto la acogida al personal de la BAP es excelente; el lituano medio considera que su bienestar actual es consecuencia de esta seguridad». Junto al fundamental concepto de libertad, esta percepción constituye el mejor premio y reconocimiento a unos compatriotas, altamente preparados, con altos índices de responsabilidad, que «veranean» allá por Šiauliai.
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