Opinión

La donación

Rafael Nadal ha donado al Banco de Alimentos tres mil kilos de comida para ayudar a las familias desfavorecidas y ha sido criticado. Esto solo puede pasar en España y, de nuevo, ha ocurrido, porque, puestos a perseverar en los errores, somos imbatibles. Las críticas le han llovido, fundamentalmente y cómo no, en redes sociales, esos charcos purulentos donde se esconden, detrás de perfiles falsos, seres humanos con poquita faena y muchas ganas de joder. Para eso han sido creados muchos de ellos, tras los que se esconden estructuras virtuales muy bien organizadas. A Rafael Nadal le echan en cara estos besugos que no paga a Hacienda y que, además, se beneficia de pelotazos. Bien, hasta donde se sabe, el tenista tributó durante varios años en el País Vasco sin tener allí su residencia, lo que le valió un tirón de orejas de la Agencia Tributaria y una regularización para estar al día de pagos y de deudas. No se conocen más. Nunca ha tributado fuera, a pesar de que otros muchos deportistas de élite o artistas lo han hecho y lo hacen. Su residencia fiscal está en Manacor y hasta allí le llegan sus facturillas. Dicen que recibe alguna que otra ayuda de los estamentos locales y regionales y yo, qué quieren que les diga, que si fuera estamento local a Rafa Nadal le daba hasta mi monedero. No creo que Manacor ni Mallorca imaginaran nunca la extraordinaria campaña de imagen que consiguen a través del tenista, una persona recta y bastante más impecable que todos esos voceros de una pretendida pulcritud que, en cuanto rascas, desaparece. Nadal ha donado tres mil kilos de comida y estoy segurísima que los beneficiados se estarán pasando a esta hora tan exquisitas críticas por donde vienen amargando los pepinillos. Que vuelquen su bilis en un botecito y procuren dejar en paz al que dona y al que recibe, que esos trolls solo disfrutan con la miseria ajena para poder señalar al resto.