Coronavirus

Tapabocas

El otro día la montó Victoria Abril, esa actriz absolutamente brillante, a cuenta del coronavirus y las vacunas. Vino a que le dieran un premio y aprovechó el momento para decirnos que somos cobayas humanas y que lo del bicho es una filfa. La escena montada por esta maravillosa actriz es imposible de ver sin pillarte un cabreo como una mona porque, además de las majaderías que suelta por esa boquita la prodigiosa intérprete, hace gala de una falta de educación importante. Las respuestas a las llamadas a la reflexión que se le hicieron por parte de los organizadores fueron macarras, agrandadas, fuera de lugar e impropias de una señora de su categoría profesional, del mundo que lleva recorrido y de la capacidad argumental que se le supone. En el otro lado, los jubilados. Cualquier negacionista queda relegado a la basura ante la ilusión, los nervios, la esperanza que les proporcionan las vacunas a esta gente que nos sacó adelante y que ya pensaban que la pandemia les robaba cualquier atisbo de futuro. Verles vistiendo como se vestía los domingos en este país para ir a pincharse es una de las escenas más enternecedoras y edificantes que hemos podido contemplar desde hace un año, cuando tantas veces vimos lo contrario. La alegría de nuestros mayores debería hacer reflexionar a todos aquellos bobos que opinan sin tener ni puta idea simplemente porque tienen un altavoz público y saben que sus pensamientos pueden llegar a mucha gente. La espléndida actriz Victoria Abril debería dedicarse a lo suyo, que lo borda, y dejar a los científicos que trabajen y nos lleven de la mano, que sean ellos los que investiguen y nos asesoren, los que tengan el suficiente respaldo y las suficientes garantías para conseguir el milagro que siempre consigue la ciencia. Lo demás, con todos mis respetos, señora, son boludeces. Haga Vd lo que sabe hacer muy bien y déjenos tranquilos. Por cierto, mi consejo es que se ponga la mascarilla. En otros países se conoce por tapabocas. Le hará varios favores.