11-M

11-M político

Tras el 11-M por antonomasia, ayer sufrimos otro, afortunadamente no violento y sangriento como aquél, pero también con graves consecuencias políticas, y de imprevisible alcance todavía. Más allá de quién gane o pierda en Madrid o en Murcia, o en Castilla y León, o donde sea, lo que es evidente en un momento tan dramático como el actual, es la falta de sentido de la responsabilidad de algunos gobernantes. Desde luego, quien más autoridad ejerce, más responsabilidad debe asumir por sus acciones u omisiones. Sin duda, en este caso es el presidente del Gobierno y mandamás de su partido sanchista, ex–PSOE.

Se decía que tras tantas elecciones, repetidas incluso, ahora teníamos por delante un largo periodo de «tranquilidad» para centrarnos en la recuperación económica y social tan dañada por la pandemia. Pero el tándem Sánchez-Redondo está al parecer en otras cosas, que pasan por tener otras elecciones anticipadas el año que viene o coincidiendo con las próximas elecciones autonómicas y municipales. Para ello, los liderazgos territoriales son importantes, y han iniciado la desestabilización de los mismos, contando con los restos del partido-veleta naranja. A corto plazo pueden tener algún aparente éxito partidista, pero el bien común o el interés general por el que deben de velar ante todo, queda eclipsado en Sánchez en «su persona de presidente», por «su persona dirigente partidista».

Donde no hay convicciones, todo es cálculo e interés, y en este caso el único es la conquista y el mantenimiento del poder. Y así estamos.