Vicente Vallés

El diván de Ciudadanos

«La suma de los desastres de Madrid y Cataluña pondría a Ciudadanos ante el riesgo de desguace»

Los sondeos que se han publicado desde que se convocaron las elecciones en Madrid muestran un panorama muy favorable para el Partido Popular, estancado para el PSOE, a la baja para Más Madrid y para Vox, al alza para Podemos y catastrófico para Ciudadanos. La duda sobre el partido centrista es importante porque esas encuestas lo colocan al borde del despeñadero, que en Madrid está situado en el 5%. Por debajo de ese porcentaje de voto no hay escaños y el partido que no lo alcanza se convierte en fuerza política extraparlamentaria.

La realidad es obstinada y cruel para Ciudadanos. Su singladura política de los últimos dos años ha sido convulsa. Al principio, para bien, con éxitos electorales y altas expectativas. Ahora, para mal, con sucesivos desastres en las urnas como el de Cataluña en febrero. El próximo 4 de mayo, el examen será en Madrid, donde Ciudadanos consiguió 786.000 votos en las elecciones generales de abril de 2019 (obtuvo 87.000 votos más que el PP), 625.000 en las autonómicas de mayo de ese mismo año, y solo 155.000 en las generales celebradas seis meses después. Y con 155.000 votos es difícil alcanzar el 5% necesario para entrar en la Asamblea autonómica.

Ante esta situación es posible imaginar las serias dudas que debe tener el votante potencial de Ciudadanos; aquel que considera necesaria una fuerza política moderna, europea y centrista que juegue un papel moderador en este ambiente político extremadamente polarizado. Pero, de la misma forma, es inevitable que ese votante potencial se pregunte si corre el riesgo de que su voto quede en nada si Ciudadanos no alcanza ese 5% exigido. Y pocos quieren votar por un partido irrelevante. Así, el votante que fue de Ciudadanos y que todavía quiere ver a ese partido en las instituciones se somete estos días a la terapia del diván, preguntándose a sí mismo si es mejor arriesgar el voto para mantener a flote esa opción de centro, o si ya ha llegado la hora de abandonar y decidirse por una papeleta más práctica, a derecha o a izquierda.

Es ahí donde PP y PSOE han extendido sus redes para recoger los votos que se le puedan escapar del bolsillo a Edmundo Bal, el encargado por Inés Arrimadas de salvar este avión que aspiraba a volar muy alto, pero que ahora parece haber entrado en barrena.

Ciudadanos se juega su futuro en Madrid. Mantenerse por la mínima en la Asamblea ya supondría un fuerte correctivo, pero al menos podría entender que ha conseguido frenar su caída y que hay alguna esperanza de supervivencia a medio plazo. Si, por el contrario, queda fuera del parlamento autonómico, la suma de los desastres de Madrid y Cataluña pondría a Ciudadanos ante el riesgo inminente de desguace, y a los posibles votantes que aún le queden en el resto del país los situaría, igual que a los madrileños, ante su propio diván para próximos procesos electorales: ante la duda de si Ciudadanos ha podido perder la cualidad más importante para un partido político que es la utilidad.