Vacunación

El brazo

O llegamos al verano con la cosa enderezada o encallamos, así que pongan el brazo que no hay tiempo que perder.

Mi madre, vacunada ya hace rato con las dos dosis correspondientes de Pfizer, me preguntó el otro día si yo iba a hacer lo propio. “Si te llaman, ¿vas a ir?”. Me sorprendió muchísimo que lo dudara, más que nada porque todo mi empeño durante meses fue que no desesperara, que su turno estaba cerca y que, seguramente, en cuanto recibiera el pinchazo, iba a poder hacer un poquito de vida normal dentro de las precauciones que todos debemos seguir manteniendo sin relajarnos mucho. Pero me lo preguntó. “Yo no tuve miedo, pero es que a mí me han puesto la buena”. Qué bochinche no habremos armado entre unos y otros y qué mensajes cruzados y contradictorios no habremos recibido de las autoridades y organismos competentes para que haya gente que rechaza vacunarse, que no acude a ponerse la segunda, que se acerca a los centros sanitarios buscando con ansia la supuesta lista para recibir las dosis sobrantes, que levanta la cita y la retrasa para esperar a la próxima comunicación de la Agencia Europea del Medicamento o que vive como propias las decisiones de Dinamarca sobre AstraZeneca. Qué carajal no tendremos en la cabeza para necesitar aún echar mano de los famosos, de las imágenes de sus respectivas visitas a recibir la vacuna para que el personal asuma con confianza la necesidad de hacerlo. Qué lío y qué mareo no estaremos viviendo para tener que repetir constantemente cosas que parecían interiorizadas como por ejemplo cómo funciona una inmunización, por qué hay que seguir teniendo cuidado, por qué se puede infectar un vacunado y cuánto dura esa barrera. Cuántas veces nos van a tener que repetir los expertos que todos los medicamentos tienen sus riesgos y que no todos esos trombos que han aparecido en algunos de los que recibieron sus dosis están relacionados con la vacunación. Lo que también es exigible es que lleguen los frasquitos, que esa es otra. O llegamos al verano con la cosa enderezada o encallamos, así que pongan el brazo que no hay tiempo que perder.