Perú

Una de indios

«Lo más parecido que ha habido al incario es la Camboya de Pol Pot»

Leo «Madre Patria» (Espasa), de Marcelo Gullo Omodeo, en la terraza del Perturbar, que está en la playa portuguesa de Pedra de Ouro y en cuyos altavoces parece haberse instalado para siempre una música latina, ¿puertorriqueña?, monótona y de letras empalagosas que hablan de lo bien que mueve el trasero la musa de turno. El texto, muy bueno, me produce melancolía. Cosas sabidas, mil veces contadas entre amigos, cuando todavía nos afectaba el virus del americanismo y recitábamos lo de que no era frontera el mar por este canto. Ya no. Es la derrota. El cansancio de tener que corregir «colonial» por «virreinal» a cada nueva generación de periodistas que ignora que lo más parecido al incario era la Camboya de Pol Pot y que los indios se pusieron del lado del Rey porque sabían lo que les esperaba bajo la bota del criollaje. Que si hubo genocidio fue en la Pampa argentina, donde los toldos, los ponchos y las boleadoras son sólo sombras de indios muertos, y en las tierras de los Yaquis, cuando las leyes de España ya eran sólo un recuerdo. Que la oligarquía criolla no sólo deshizo la unidad continental, sino que borró de las conciencias el sentido de pertenencia común, la articulación de los virreinatos, sustituida por un nacionalismo de campanario, paridera de republiquetas, algunas con ínfulas de nación. Esas Rodesias andinas, segregadas por el origen racial y los privilegios del blanco; esos barrios ricos, convertidos en fortaleza dentro de unas metrópolis invivibles, de carros blindados, alambre de espino y guardas de seguridad. Derrota de un tiempo en que Diego de Almagro, «el mozo», mestizo, moría degollado, ajusticiado como su padre, en el Cuzco, sin que jamás se le hubiera podido pasar por la cabeza que no lo hacía como un castellano, un igual. Nos advierte Gullo del peligro de que décadas de borrado de lo común en el País Vasco, Cataluña y Galicia, como hizo la plutocracia criolla, nos lleve al mismo destino. Nos reprocha que prefiramos al rubio teutón por encima de los hermanos americanos. Puede ser. Pero el teutón cuando te insulta lo hace en un idioma extraño. Pedro Castillo, mestizo, presidente del Perú, lo hace en español.